Más crédito a través de tarjetas para los clientes vinculados. Banco Santander ha lanzado al mercado esta semana una nueva tarjeta de tipo revolving, especialmente pensada para pagos a crédito aplazados. El nuevo método de financiación para el consumo, ya disponible en la web de la entidad presidida por Ana Botín, se llama Mi Otra 1,2,3 y está especialmente pensado para clientes con alta vinculación, dados de alta en la Cuenta 1,2,3, el producto estrella del banco.
La entidad bancaria más grande de España da otra vuelta de tuerca y pone aún más su foco en el crédito al consumo, uno de los que mayores márgenes proporciona. Fuentes de Santander explican a Vozpópuli que la nueva tarjeta está pensada "para pagar unas compras, o unas vacaciones, pero pudiendo aplazar los pagos. Es un préstamo al consumo de bolsillo", añaden. Tal y como explica la propia entidad bancaria, cada usuario elige la cuota mensual que quiere pagar (entre 50 y 600 euros), a las que se aplica un interés del 1% mensual (TAE 12%).
Como en otros productos del mundo 1,2,3, los clientes pueden beneficiarse con la obtención de acciones de Banco Santander en función de la utilización que le den a la nueva tarjeta. Así, si cada tres meses su uso oscila entre los 1.000 y los 2.000 euros se conseguirá una acción. Serán dos participaciones con gastos de entre 2.000 y 3.000 euros, y tres a partir de esta cantidad. El primer año la tarjeta será gratis para los clientes que la contraten, y también el segundo año si se cumplen ciertas condiciones. Otra de las características que tendrá será la posibilidad de retirar efectivo a crédito de los cajeros sin más coste adicional que el de los intereses de la financiación.
Santander, con este movimiento, sigue profundizando en su estrategia de lograr unos mayores ingresos a partir de ganchos comerciales que proporcionen una mayor vinculación de sus clientes. Una estrategia no extenta de críticas por sus altos costes en medio de un entorno de tipos de interés próximos a cero. Toda una presión a la baja para los ingresos por comisiones, un problema que corre el riesgo de ser estructural para el banco, en opinión de los analistas de Bankinter.