“Pueden aparecer yesos, evidentemente, o puede aparecer cualquier tipo de material, pero sí le puedo decir que cada 30 metros estamos haciendo un sondeo, estamos dejando el suelo como un queso gruyer para saber con certeza lo que hay…”. Así se explicó el presidente de Enresa, Francisco Gil Ortega, el pasado 27 de noviembre, ante la comisión de Industria del Congreso, donde se explayó sobre la decisión tomada por el Gobierno en diciembre de 2011 al elegir a Villar de Cañas como destino del Almacén Temporal Centralizado (ATC).
"Estamos dejando el suelo como un queso gruyer para saber con certeza lo que hay", asegura Gil-Ortega sobre los terrenos elegidos para construir el cementerio nuclear
Si bien lo lógico hubiera sido estudiar antes los terrenos destinados a albergar una construcción tan delicada, Gil-Ortega defendió en esta comparecencia, cuyas actas se han conocido ahora, justamente lo contrario. “Ahora es cuando estamos haciendo el estudio de caracterización del terreno, porque no se podía hacer antes. Primero había que tomar la decisión de dónde, después comprar los terrenos y, a partir de ahí, lo que estamos haciendo es caracterizar el terreno, haciendo un estudio demográfico, ambiental y, desde luego, también en el subsuelo, geológico, para ver qué tipo de material tenemos debajo”, señaló el presidente de Enresa.
La empresa ha presupuestado para este estudio 37 millones de euros, de los que se están beneficiando ya varias empresas de ingeniería. En cualquier caso, Gil-Ortega dejó claro ante sus señorías que él no tuvo “ninguna responsabilidad” en la elección de Villar de Cañas para construir el ATC, cuando algunos diputados, entre ellos el socialista José Segura, le recordaron que se trata de una zona con riesgo hidrogeológico como consecuencia de la confluencia de los ríos Rus y Guadiana y sometida, por tanto, a posibles inundaciones. También le informaron al presidente de Enresa de un estudio del Colegio Nacional de Geólogos en el que se habla de suelos arcillosos con yesos de unas características que ponen en duda la capacidad de soportar compresiones potentes derivadas de una construcción como la del ATC.
El ATC no podrá inaugurarse en junio de 2015, como estaba previsto, y por cada mes de retraso deberá pagarse a Francia 65.000 euros diarios
Desde que hace 14 meses se eligió Villar de Cañas para levantar el almacén, se han comprado varias parcelas, una de 55 hectáreas, que albergará la parte nuclear, el centro tecnológico y el parque empresarial, y otra de cuatro hectáreas, más cercana al pueblo, para construir “un vivero de empresas”. El precio de la compra ha sido de 10.700 euros por hectárea, al que se suma la nueva adquisición de otras 30 hectáreas “para tenerla de reserva en casos de necesidad”, comentó Gil-Ortega a los diputados. Enresa también ha firmado con el Gobierno de Castilla-La Mancha un convenio para construir 40 kilómetros de carretera por importe de casi 18 millones de euros.
El presidente de la empresa que gestiona los residuos radiactivos ha admitido también en el Congreso que no habrá tiempo para terminar el almacén nuclear en junio de 2015 y, por tanto, habrá que pagar 65.000 euros diarios a los franceses durante el periodo que dure el retraso, previsiblemente hasta 2017. Este importe deriva de la fianza pactada para acoger los residuos de Vandellós I que custodia el grupo estatal Areva en su planta de Normandía y que está previsto almacenar en el futuro ATC cuando esté en funcionamiento.