Mikhail Fridman (Ucrania, 1964), acudió el lunes pasado a la Audiencia Nacional para declarar como investigado, acusado de provocar la quiebra del grupo tecnológico ZED. El empresario judío, dueño en la actualidad de DIA, considera -en la primera entrevista con un medio en España- que sobre él han pesado los prejuicios existentes sobre los oligarcas rusos, y que su imputación en el caso ZED obedece a un relato ficticio ideado por su fundador, Javier Pérez Dolset, detenido hace dos años y acusado de, entre otros delitos, fraude de subvenciones públicas.
Fridman, una de las 100 mayores fortunas del mundo, dice llevar perdidos por su inversión en DIA 700 millones de euros. Es dueño de la mayor cadena de supermercados en Rusia, X5, y también es fundador del mayor banco privado del país, Alfa Bank.
Su imputación por ZED y las pérdidas registradas en la compañía española de alimentación le han restado ganas de seguir invirtiendo en España. Aun así, asegura que trabaja duro por convertir a DIA en una gran compañía y reforzar especialmente la presencia de la empresa en Brasil.
P. En los últimos días, ¿ha pensado que podría entrar en la cárcel en España por el caso ZED?
R. Había leído en prensa comentarios hostiles sobre posibles resultados de mi declaración en la Audiencia Nacional. Algunas personas me dijeron que podría ser arriesgado, que no se sabía qué podría pasar. Mis abogados me dijeron que creían que mi situación legal es 100% clara, pero que sin embargo no estaba asegurada. Confío firmemente en el sistema judicial español y en su profesionalidad. Toda la historia de mi imputación en ZED carece de fundamento, se basa en un cuento de hadas creado por un tipo, una teoría de la conspiración, no pensé que los profesionales de la Justicia pudieran dar credibilidad a esa historia. Francamente, en el fondo de mi corazón no creía que pudiera pasarme nada.
"Es la primera vez en mi vida que me investiga un tribunal"
"Nunca he tenido una reunión yo solo con Putin; cada año un grupo de empresarios nos reunimos con el presidente"
"Hemos tenido que aportar 700 millones adicionales para rescatar DIA y salvar nuestra inversión anterior"
"Creo que en España se piensa que todos los oligarcas rusos son malos; es como decir que a todos los españoles les gusta el flamenco"
P. ¿Planea invertir en otra empresa en España, comprar un club de fútbol, por ejemplo?
R. Me gusta mucho España, su cultura, sus ciudades, su historia; la gente es muy agradable y cálida, hay buena comida, los mejores restaurantes del mundo... pero en este momento tengo demasiadas dificultades en España.
P. Está convencido de que la idea que se tiene en general de los oligarcas rusos le ha penalizado.
R. Sí, desde luego. Creo que en general en España se cree que los oligarcas rusos son malas personas, sin distinción. Es como decir que a todos los españoles les encanta el flamenco. Es muy común que la gente no haga distinciones sobre asuntos que no son tan importantes para ellos, pero para los profesionales que se preocupan por las inversiones extranjeras, sí que lo es.
P. Se considera mal tratado en España.
R. Creo que somos buenos inversores para España, estamos tratando de salvar una compañía, con 40.000 empleados. Hemos puesto mucho dinero y hemos perdido mucho. No pedimos un trato especial, ni siquiera hablo de agradecimiento, pero se podría recordar que hay alguien que está tratando de hacer las cosas bien para salvar una compañía, en la que estamos poniendo mucho dinero y en la que, a pesar de la decepción inicial, nos comportamos de manera responsable. No deberíamos ser mal tratados.
En Reino Unido [Fridman reside en Londres, donde se encuentran las oficinas centrales de su grupo de inversión, LetterOne] la posición es más neutral. Nadie nos hace ningún favor especial, pero la sensación que tenemos en Reino Unido es justa, formal pero justa. Por cierto, cuando comenzamos a invertir en DIA, la sensación que tuvimos de la CNMV fue muy buena, con un enfoque muy profesional, justo, estricto, legal; debido a la difícil situación de la empresa fueron muy constructivos, trabajaron duro, incluso durante fines de semana. Realmente me sorprendió; mi equipo siempre me dijo que aquí el nivel profesional era muy alto y correcto.
P. ¿Tiene alguna relación con el Gobierno ruso o con Vladimir Putin?
R. Ese es uno de los prejuicios. La historia de ZED ha forjado esa idea. Mire, Rusia es un gran país, con 150 millones de personas. Por supuesto, me he reunido con el presidente formando parte de un grupo de empresarios; una vez al año nos reunimos con el presidente los empresarios que somos parte de la Unión Rusa de Industriales y Empresarios, y discutimos sobre legislación, negocios. Es algo protocolario, como supongo que sucede en España, es una señal de respeto a la comunidad empresarial. Nunca he tenido una reunión con Putin cara a cara. Para mí lo mejor es centrarse en los negocios.
P. Usted nació en Ucrania, se educó en Alemania y en Rusia, reside en Londres y tiene la nacionalidad israelí, ¿siente que pertenece a algún sitio?
R. Soy judío, nací en Ucrania, estudié en Moscú, dos de mis hijas mayores nacieron en Francia, mi ex esposa vive en Francia, mis padres viven en Alemania, mi hijo vive en Londres, una de mis hijas vive en Nueva York y la otra en Israel ... Diría, en primer lugar, que el mundo se ha vuelto cosmopolita y los judíos siempre han sido cosmopolitas. Me siento ciudadano del mundo. Por supuesto, tengo un apego personal por Ucrania y Rusia porque es el país donde crecí, estudié, donde me convertí en quien soy y donde comencé mi carrera empresarial.
Estoy muy conectado con Londres, ¿sabe que el 50% de los londinenses no son británicos? Hay mucha gente de Pakistán, India, etc. Me siento cómodo allí, es muy cómodo para mí, es un país muy respetuoso con el sistema legal, con mentalidad comercial... No me identifico con un país determinado a la hora de decir quién soy; me gustaría ser un buen ciudadano corporativo del mundo, también mis socios, un buen ciudadano corporativo de España, nos gusta comportarnos buscando los mejores intereses, de este país y su sociedad.
"Tuve la suerte de vivir un momento de cambio, en el que colapsó la antigua Unión Soviética"
P. Cuando era niño, ¿imaginó usted o sus padres que sería la persona que es hoy?
R. No se puede imaginar cómo era la sociedad en la que viví cuando era niño. Mis padres no abandonaron la Unión Soviética hasta que tuvieron 50 años. Estaba prohibido. Simplemente no pudieron. Yo pensaba que trabajaría como ingeniero, o científico, pero afortunadamente tuve la suerte de vivir una época en la que todo cambió, en la que colapsó el antiguo sistema. Abrí mi primera tienda en 1995, en Moscú, y mucha gente vino a la tienda sólo para ver lo que había en las estanterías, teníamos 15 tipos de yogures diferentes, y eso nunca antes se había visto. A principios de los años noventa no había nada en las tiendas, imagínelo, todo estaba vacío.
P. Usted que ha vivido la desintegración de la Unión Soviética, ahora que asiste a lo que sucede en Cataluña, o al Brexit en Reino Unido, ¿cree que existen similitudes entre los dos momentos históricos?
R. No, creo que no, son dos situaciones totalmente diferentes. El colapso de la Unión Soviética era inevitable, fue un cambio profundo, cultural, histórico, político, era un sistema autoritario, era inevitable que colapsara, no había libertad. Sin embargo, los casos de Cataluña o el Brexit creo que obedecen a causas más emocionales. Creo que la gente en la Unión Europea, dejando de lado esas consideraciones emocionales, se siente cómoda compartiendo ese espacio. La gente se puede identificar con su nación, con su historia, su cultura, sin perder su identidad y compartiendo ese mismo espacio europeo, tanto en Reino Unido, Cataluña o Irlanda. La clave es encontrar ese equilibrio.