Es una realidad que los salarios siguen lejos de los niveles anteriores a la crisis. España, de hecho, es uno de los cuatro países europeos que hoy tiene menos poder adquisitivo que en 2010. Y ello, mientras la economía acumula tres años consecutivos de crecimiento por encima del 3% (claramente por encima de la media europea) y apunta a otro ejercicio similar, aunque siguiendo con el hándicap de tener la segunda mayor tasa de paro de Europa (16,1%). Cuando los economistas cogen la palabra, son múltiples los planteamientos pero la pregunta sobresale por la falta de consenso: ¿es la hora de subir los salarios?
"No se pueden subir los salarios a golpe de decreto, como está pasando con las pensiones", asegura el economista Rafael Pampillon, que valora positivamente la reforma laboral. "España ha pasado en diez años de exportar el 23% del PIB a exportar el 34%. La reforma laboral ha funcionado. Nuestros costes laborales son ahora más bajos que la media de los países con los que competimos, pero no hay que perder de vista que nuestros salarios habían crecido demasiado durante el boom inmobiliario. Estamos en la buena senda pero hay mucho camino que recorrer".
Para este experto, el eje del debate debe ser mejorar la productividad y crear empleo, ambos aspectos en los que existe margen de mejora si se considera la elevada tasa de paro (16,1%, la segunda más alta de Europa), y la todavía baja productividad (67.000 euros de PIB por ocupado en España frente a los 75.000 de media en Europa, los 77.000 de Alemania u 85.000 de Francia).
En la misma línea que Pampillon opina el economista jefe de BBVA Research, Rafael Doménech, que hace poco presentaba su estimación de que España rozará los 20 millones de ocupados en 2019 si los salarios no suben más del 2%. Doménech en cualquier caso advierte, apoyándose en un estudio de BBVA Research, que "cuando el salario real crece un 1% sin que lo haga la productividad el empleo disminuye a largo plazo un 1,5%, de manera que la renta disponible se reduce medio punto. Lo mismo ocurre cuando los márgenes empresariales aumentan como consecuencia de comportamientos no competitivos por parte de las empresas, en lugar de por ganancias de eficiencia o mejoras en sus productos".
El experto de BBVA también incide en que la actual situación de baja tasa de vacantes de empleo (las que hay se ocupan rápido, probablemente porque los demandantes están dispuestos a aceptar trabajos de cualquier condición) y, por tanto, de escasa presión salarial al alza, “con la elevada tasa de paro que tiene España, es posible que a futuro se mantenga. Si no es el caso, aumentaría la probabilidad de observar incrementos salariales, ya que las empresas podrían comenzar a competir por el personal cualificado. Que sucediera esto a tasas de paro alrededor del 15% sería negativo, ya que aumentaría la desigualdad entre quienes tienen un puesto de trabajo y los que no, generando una recuperación menos inclusiva”.
"No es saludable que los salarios sigan bajos mucho tiempo"
De forma algo distinta se manifiesta el economista Daniel Fuentes. "Lo ideal es que la productividad crezca por encima de los salarios pero que estos crezcan, a su vez, por encima de la inflación; así aseguramos márgenes empresariales y poder adquisitivo. Pero la realidad es que la productividad creció mucho en los años más duros de la crisis, entre 2011 y 2014, y los salarios no subieron. El ajuste de plantilla fue tan duro que tuvo un efecto positivo en la productividad. Pero eso no es saludable si se mantiene mucho tiempo".
En este sentido, Fuentes considera que "los márgenes empresariales ya se han recuperado" y los salarios "siguen siendo en muchos casos de subsistencia". "La pregunta ahora es si la economía española debe perennizar esta situación. Quizás sea el momento de empezar a competir más allá de los costes salariales; competir en calidad y valor añadido".
Más incisiva en este sentido es la opinión de la economista y experta en mercados del EAE y la Pompeu Fabra, María Ángeles Ruiz Ezpeleta. "Estoy de acuerdo en que la reforma laboral ha sido positiva en cuanto a flexibilzar los despidos pero no estoy de acuerdo en el tema de los salarios. Cuando los salarios son bajos, la gente paga menos impuestos, consume menos…¿cómo nos movemos adelante? No solo es la productividad".
Para Ruiz Ezpeleta, "la recuperación no se ha redistribuido" y "el desempleo se baja cuando hay más consumo". Así, esgrime además que los países más productivos son también los países con mejores salarios, y viceversa, y apuesta por una subida del 20% del Salario Mínimo Interprofesional. "Es una medida a contemplar....mientras un salario activo sea inferior al subsidio…como bajas el paro si uno cobra 1.000 y por no trabajar...además, un subida del SMI podría redundar en una mejora del consumo de hasta un 16%, porque mucha gente que hoy cobra para subsistir pasaría a darse gustos".
"No está probado que subir el SMI vaya a funcionar", replica el economista José Bosca. "Si subes el SMI y la productividad es tan baja que no llega a los 1.000 euros, lo despedirán. En el mejor de los casos, no serán todos despedidos. Si subes el SMI, generas una presión para que toda la escala salarial suba. El que gana más salario va a consumir más, pero los despedidos van a consumir menos.. Si queremos apuntar al pleno empleo de Francia o Alemania, no es el momento de aplicar medidas del tipo de subir claramente el SMI".
Donde sí hay consenso: falta más inversión en productividad e I+D
Al margen de las posiciones dispares respecto a los salarios, todos los economistas consultados coinciden en un punto: hay que mejorar la productividad 'de calidad' con una mayor y mejor inversión en educación e I+D.
"La productividad de las empresas depende de su tamaño y en España, la mayoría son pequeñas. Hacen falta iniciativas que fomenten un incremento del tamaño, y una mayor inversión en capital tecnológico y humano. Dos terceras partes de lo que se presupuestó el último año para I+D no se ejecutaron", explica Fuentes sobre el gasto en I+D de España, el único junto con Finlandia que todavía gasta menos que antes de la crisis.
"El 50% del gasto en I+D lo hace el sector público, los departamentos de las universidades y los centros públicos de investigación, y eso está alejado de las necesidades de las empresas", apunta por su parte Pampillon. "Hay que hacer un esfuerzo mayor para que los centros públicos trabajen conjuntamente con empresas privadas".
Pampillon además insiste en invertir en "reconvertir la mano de obra, sobre todo la que está parada, y la que se está formando" adaptando su formación a las nuevas tecnologías. Hace hincapié en el dato de la formación profesional: el 44% de los europeos en edad de trabajar tiene una formación superior a secundaria sin llegar a la universidad, frente al 25% en España.
Bosca añade por su parte que en materia educativa hay margen para la mejora ya que "en España hay en estos momentos 3.500 másteres…infinitos, hay que meter mano. Se está invirtiendo en cosas que quizá no tengan tanto valor, mientras no se apuesta en serio por el I+D y no se atacan otros problemas estructurales como el hecho de que tengamos una tasa de abandono escolar que duplica la de Europa. Para crecer de verdad, no hay recetas mágicas ni medidas urgentes: hacen falta reformas e incentivos a largo plazo".