La renta fija ha entrado en una nueva era. Si durante las últimas tres décadas los inversores encontraban en esta clase de activo una rentabilidad asegurada, la bajada de tipos de interés en los mercados desarrollados y las expectativas de que continúen en este territorio durante largo tiempo han provocado un vuelco en la concepción sobre este rendimiento “fijo”. Las estrategias basadas en seguir un índice durante cinco años sin temer retornos negativos ya no sirven, porque aunque se conformaran con una rentabilidad baja, el nivel de volatilidad de los activos de deuda les coloca en un perfil de riesgo arriesgado.
Esta es la razón de que firmas como Pictet estén apostando por estrategias de retorno absoluto en renta fija. A finales del año pasado registraron en Luxemburgo Pictet Absolute Return Fixed Income, gestionado por Andrés Sánchez Balcazar, corresponsable de Bonos Globales y Regionales de la gestora suiza.
Este nuevo paradigma de la renta fija significa un cambio de mentalidad para el inversor pero sobre todo para los gestores, que deben aprender a jugar en entornos de rentabilidad más ajustados, por lo que la diversificación debe ser esencial en las carteras. En Pictet creen posible conseguir entre un 3% y un 4% por encima del Libor, con una volatilidad máxima del 5% identificando de tres a cinco temas de inversión estructurales, con igual ponderación para alcanzar un equilibrio entre los activos donde invierten.
Tipos de interés bajos a largo plazo, la solución a la crisis de la economía europea, el intento de salida de la deflación en Japón y el cambio de modelo productivo en China son los puntos donde sitúan el foco los gestores del fondo de Pictet a la hora de valorar los activos de deuda con mayor rentabilidad, con un enfoque 'contrario' al consenso del mercado para ganar rentabilidad.
Ideas erróneas
Por ejemplo, Andrés Sánchez estima que la mayoría de analistas identifican erróneamente que la economía americana ha comenzado a recuperarse y ya descuentan rentabilidades del bono americano a diez años cerca del 3,5%. Pero el gestor de Pictet es más escéptico y lo rebaja al 2%. Asegura que el desapalancamiento tardará en producirse puesto que aún queda por digerir el enorme volumen de deuda pública, pese al 'tapering', y los objetivos de creación de empleo no dan señales palpablemente positivas para que la relajación de la política expansiva monetaria se acelere.
Otra idea de consenso equivocada, a juicio de Sánchez Balcazar, es que China encierra una burbuja que tarde o temprano estallará. Según el gestor, las autoridades han reconducido el sector inmobiliario para evitar un colapso y se ha frenado la inversión en infraestructuras para impedir un crecimiento insostenible del crédito local. El objetivo ahora es apartar los flujos especulativos de la economía china, razón por la que más pronto que tarde el renminbi se depreciará. Y aunque se produjera algún tipo de colapso de dimensiones estructurales, el altísimo nivel de reservas de divisas extranjeras y el superávit comercial les dejaría un amplio margen para cualquier tipo de plan de rescate de su economía.
Así, se trataría más de un problema de los mercados emergentes, dependientes hasta ahora en gran parte del crecimiento chino, que se ven obligados a devaluar sus monedas para mantener su competitividad. Y de ahí que actualmente en Pictet, contrarios de nuevo al mercado, estén comenzando a incrementar la deuda de estos países emitida en dólares y euros para aprovechar los diferenciales, al mismo tiempo que reducen la exposición a bonos de high yield de los mercados desarrollados, donde creen que puede haber mayor potencial de bajada de la rentabilidad.