El Gobierno usará finalmente la inflación del mes de diciembre para compensar a los pensionistas y no la de noviembre, como se hacía antes de la reforma de 2013 que introdujo un nuevo índice de actualización diferente al IPC. ¿Por qué diciembre? Por una cuestión contable, así que puede contabilizar el gasto el año que viene que, además, cuando los pensionistas recibirán esa compensación.
Y es que el Gobierno subió las pensiones un 1,6% en 2018, pero esa subida va a ser inferior a la inflación real que, según las previsiones oficiales, acabará en el 1,9% este año. Para asegurar el poder adquisitivo, el Ejecutivo compensará a los pensionistas. Cada décima de desvió cuesta unos 128 millones de euros, en estos momentos, así que el Gobierno gastará, al menos, 384 millones de euros en esta compensación.
Lo que no está claro aún es si el Gobierno consolidará esa subida en las pensiones, algo que debería hacer si quiere mantener realmente si quiere que los pensionistas no pierdan poder de compra. El problema es que eso costaría otros 384 millones, lo que llevaría el gasto total a 768 millones. Según ha podido saber Vozpópuli, de momento, el Gobierno se inclina por no consolidarlo.
Las pensiones antes de la reforma
Antes de que se pusiera en marcha la reforma del PP del año 2013, las pensiones subían cada año lo que estimaba el Gobierno que iba a crecer el IPC. Esa subida se incluía en los Presupuestos de turno y se empezaba a aplicar en el mes de enero. Y al final del ejercicio, se utilizaba la inflación del mes de noviembre para calcular si la subida había sido suficiente o no para financiar el aumento del coste de la vida. Y se compensaba a los pensionistas si era necesario.
¿Cómo se compensaba? Con una 'paguilla' que se recibía en enero y que se consolidaba en la nómina de los siguientes meses. Es decir, no se cobraba una sola vez, sino que se incorporaba a la nómina mensual de los pensionistas. Pero el Gobierno, actualmente, se planta no hacerlo, dado el maltrecho estado de las cuentas públicas.