El coche eléctrico avanza rápido, no tanto como se podría esperar y desear por parte de fabricantes y administraciones, pero sigue generando dudas acerca de su viabilidad real motivada por las infraestructuras de recarga necesarias para que se convierta en una alternativa real al coche de combustión. Porque si en movilidad urbana y cortos y medios recorridos parece una solución muy factible a corto plazo, los largos recorridos siguen generando la problemática que supone la recarga de las baterías.
Porque situaciones como una operación salida de vacaciones con millones de coches eléctricos necesitados de recargas durante el viaje con tiempos que oscilan con los más potentes cargadores entre 20 y 30 minutos puede hacer más que complicado este “repostaje” en momentos puntuales. Por ello, una de las soluciones que mejor se entiende para estos largos desplazamientos en el futuro es el hidrógeno.
Así lo creen los expertos, una energía limpia que promete acabar con la problemática de los gases contaminantes de los coches de combustión. Con los avances en la investigación, se acerca el momento en el que este tipo de vehículos dejen de ser promesas y se conviertan en una realidad, pero ¿cuánto deberemos esperar? ¿reemplazará realmente el hidrógeno a la gasolina?
“No veo escenarios significativos hasta 2035”, señala Manel Montero, director general de Grupo Moure, quien añade que “a corto plazo es un proyecto totalmente inviable”, ya que “se habla de introducir esta tecnología en los vehículos a partir del 2028”. Todo ello genera un “escenario muy incierto” para las estaciones de servicio, según opina el experto, ya que “se está hablado de muchas energías alternativas a la movilidad”, por lo que considera que “difícil pensar en que la energía definitiva ha llegado” ya que en la actualidad conviven múltiples formas de suministro.
“Tenemos energías fósiles, como son los gasoiles y las gasolinas, así como el gas, ya sea licuado o comprimido, el vehículo eléctrico, hidrógeno o gasoil sintético", añade. Por ello, Montero descarta que se instalen puntos de suministro de hidrógeno en las estaciones de servicios, ya que, apunta “ponerlos supondría inversiones que van desde los 300.000 a los 2.000.000 euros”, en un mercado, insiste “que actualmente no tiene demanda”. “Las infraestructuras a fecha de hoy son prácticamente inexistentes”, asegura.
Las ventajas del hidrógeno
A pesar de verlo como una opción real de aquí a al menos quince años, Montero destaca las ventajas del combustible de hidrógeno, una opción que considera ideal para almacenar energía a largo plazo y permitir una movilidad sin emisiones. Las fortalezas del hidrógeno se basan en que es un elemento muy abundante en el planeta cuyo combustible no genera emisiones. Además, “puede transportarse y almacenarse a gran escala con relativa facilidad, cosa que no sucede con otras alternativas a la movilidad como es la electromovilidad basada e en las baterías”, señala.
Sin embargo, como cualquier transformación, no hay un camino fácil y rápido, y el proceso de electrólisis del agua necesario para conseguir transformarlo en gas hidrógeno es una técnica muy costosa, por lo que actualmente no es competitivo con otras energías que se pueden suministrar. Para superar estas tensiones del mercado, que cristalizan en las dudas por parte de los consumidores a la hora de adquirir este tipo de vehículos, el experto señala que entes como la UE aplicarán “la fuerza legislativa” para compensar esta falta de demanda.
Y es que entre las ventajas que puede aportar el coche de hidrógeno están una mayor autonomía que los actuales eléctricos y el hecho de que no le afectan las temperaturas como sí sucede con los modelos alimentados por enormes baterías. También el sistema de repostaje es más rápido que una recarga de baterías y se nueve en tiempos similares a los actuales de llenado de un depósito de gasolina o gasóleo, por lo que los usuarios no tienen que cambiar de hábitos.