Economía

España tiene buena imagen en Irán, y los ayatolás 100.000 millones más para gastar

La actitud menos beligerante de Madrid puede favorecer ahora los negocios españoles en un país para el que se anticipa un boom tras el acuerdo nuclear.

  • Los iraníes celebraron en las calles el acuerdo con las potencias occidentales.

Si eres un empresario británico, estadounidense o francés, más te vale sentarte y esperar a la hora de hacer negocios en Irán. Estos tres países han sido, sin duda, los más beligerantes en los últimos años contra el régimen de los ayatolás iraníes. España, por el contrario, ha llevado a cabo una política menos agresiva. Y eso se puede amortizar ahora. Irán, poblado por casi 80 millones de personas, la mayoría gente joven y con hambre de consumo, podría vivir un resurgir económico si finalmente se levantan las sanciones a cambio de limitar su riesgo nuclear. Existe, además, una cantidad estimada entre 100.000 y 150.000 millones de euros en activos bloqueados en el extranjero que podrían inundar el país de liquidez.

“El embargo ha sido tan duro, draconiano casi, que hay mucho por hacer en el país en cuanto a inversión, transferencia de tecnología, venta de productos...”, opina para Vozpópuli Javier Albarracín, director de desarrollo socioeconómico del Instituto Europeo del Mediterráneo. Durante siete años se encargó de llevar proyectos empresariales a aquella zona en la oficina comercial catalana, el entonces llamado Copca. “Me consta que hay muy buena imagen de España en Irán por no haber sido tan beligerantes y eso se puede traducir ahora en contratos, por ejemplo, de infraestructuras como metros, autopistas o trenes, para empresas como OHL, Dragados o ACS”.

La 'diplomacia económica' por encima de todo es la doctrina dictada por los últimos responsables de Exteriores del gobierno español ante la crisis

“España es un país amigo de Irán”. Con esta frase se despachó a su llegada a Irán el ministro de Exteriores español José Manuel García Margallo. Era marzo de 2014 y se trataba de la primera visita de un canciller español a la república islámica desde 2004. Esta delicadeza con el régimen de los ayatolás responde a la doctrina dictada por los últimos responsables de Exteriores del gobierno español: ante la crisis, 'diplomacia económica' por encima de todo. Y ahora podría generar frutos.

“España va a ser considerada como uno de los socios más importantes por los iraníes”, asegura a Vozpópuli Barah Mikail, experto en Oriente Próximo de FRIDE. “Durante el conflicto político, Madrid era implícitamente escéptica respecto a las aplicación de sanciones por parte de la Unión Europea contra Teherán. Por ello creo que el acuerdo, si se confirma, abrirá perspectivas comerciales para las empresas españolas”, afirma.

Un país joven y con ganas de gastar

Del acuerdo alcanzado entre Irán y las potencias internacionales esta semana, la derivada que más interesa en Teherán es la económica. Una de las claves está en que se vuelve a enchufar al país al SWIFT, el sistema de mensajería que utiliza la mayor parte de los bancos del mundo para enviarse mensajes entre sí. Cuando sea ratificado y se pueda aplicar, se podrá exportar a Irán y cobrar por la transferencia. Un empresario podría preguntarse: "aunque las verduras, ­es un decir- no estaban bajo embargo, si las exporto, ¿cómo las cobro?". Y es que, hasta ahora, los pagos de importación y exportación, que no estaban sancionados, sólo se podían hacer a través de efectivo, lo que era inviable; oro, y de ahí el brutal boom de ese comercio a través Turquía; o a través de terceros como Dubai, algo sólo al alcance de las empresas más grandes. Esta es una condición sine quae non para la reactivación de la balanza comercial del país.

En 2013, aún en plena oleada de sanciones, el comercio bilateral entre España e Irán superó escasamente los 380 millones de euros. España sólo importó 64 millones de euros; exportó 314 millones, todo según datos del Instituto de Comercio Exterior (ICEX) español. Pero un vistazo a su pirámide poblacional, además de a los análisis cualitativos de la sociedad, parece indicar que esto ha sido un efecto perverso de las sanciones que puede cambiar si finalmente el país se abre. La renta per cápita es baja, de 5.500 euros. Pero de sus casi 80 millones de habitantes, el 60% es población menor de 35 años. “Es el mercado emergente no saciado más grande del mundo”, afirma Albarracín. “Los hay más grandes, pero no con tanta hambre de tecnología, bienes de consumo, gente joven bien conectada, conocedora de las tendencias y de las marcas, y sobre todo harta del made in Iran”. La penetración de los teléfonos móviles es del 120%: hay más terminales que personas.

Los jóvenes iraníes son gente bien conectada, conocedora de las tendencias y de las marcas y están cansados del made in Iran

Piensen, por ejemplo, en los coches que se ven obligados a conducir los iraníes: los de construcción local, de las marcas Khodro y Saipa. Son coches de gama muy baja. Empresas como Peugeot o Renault tienen intención de implantarse si el embargo finalmente se levanta. ¿No es esto competencia desleal para Seat? No, afirma Albarracín, porque ellos cubrirían el necesitado mercado local, y quizá los cercanos Pakistán o los países de Asia Central. El negocio puede ir desde los componentes hasta la exportación de los Seat fabricados en España. La batalla por el mercado se anuncia dura. Este tiempo de sequía de inversión occidental ha sido aprovechado por los países emergentes. Mientras Francia bajaba de los 4.400 millones de euros anuales en 2004 hasta alrededor de los 500 de 2013, India, China y Turquía han ido quedándose con esas cuotas de mercado. 

Y luego está el turismo. Irán es un país tremendamente variado: tiene zonas de esquí y ciudades con encanto como Persépolis o Isfahán. Las playas, obviamente, aunque son de calidad, plantean el problema de que hay que bañarse cubierto. Pero existe un alto potencial para los grandes gestores hoteleros españoles, ya sean Barceló, Meliá o Riu, por citar a algunos. Cadenas francesas como Accord ya están trabajando en hoteles de alto standing. En el sector agroalimentario ha habido interés expreso de empresas como Gallina Blanca, aseguran fuentes conocedoras: pesticidas, mecánica, abonos, semillas, maquinaria agrícola… Hasta la cerveza sin alcohol o las carnicerías halal que ya se están probando en España.

Y sí, también petróleo

Lo primero que salta a la palestra cuando se habla del levantamiento de sanciones es el petróleo. Las enormes reservas que tiene el país persa y que no ha podido colocar en el mercado podrían suponer una nueva bajada del precio del oro negro. En el último año, el valor del barril casi se ha dividido por dos: de los 80 euros por barril para el petróleo OPEP de junio de 2014 a los alrededor de 49 actuales. El mercado ya tenía de alguna forma descontado el acuerdo, pero la nueva oleada de petróleo clavará el precio en esta zona insólitamente baja. Esto podría afectar a los precios de la energía en España. Irán es el cuarto país en reservas de petróleo, y el primero o el segundo de gas. Ahora puede ponerlo en el mercado. Pero va a necesitar ayuda.

Irán no es un petroestado. Sólo entre el 15% y el 17% de su PIB proviene del oro negro. Sufre una considerable falta de capacidad de explotación y de refino. Sólo ocupa el séptimo lugar en producción y la gasolina la tiene que importar. Por todo ello, se estima que empresas como Repsol puedan eventualmente obtener cuota de mercado en el país, aunque, de momento, no han mostrado interés público. De hecho, la clave para la primera petrolera española es más bien si va a volver. En 2010 se retiró de un Proyecto Ganado junto a la Royal Dutch Shell para explotar parte del campo gasístico de South Pars. Fue parte de una salida masiva de empresas extranjeras que ahora podrían regresar.

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