Las bolsas europeas siguen contando con el beneplácito de los inversores. Los índices se encuentran inmersos en una tendencia alcista que de vez en cuando se detiene para decidir qué rumbo tomar. Durante los primeros meses del año, los índices se han revalorizado de media un 20% y han encontrado nuevos impulsos con el programa de expansión monetaria puesto en marcha por el Banco Central Europeo hace un mes, mediante la compra de deuda pública.
La caída del precio del petróleo y el debilitamiento del euro también han ayudado a mantener esta especie de euforia entre los inversores, que hace tiempo no encuentran otro aliciente para sus carteras que no sea la renta variable.
Los datos macroeconómicos indican que la recuperación comienza a ser una realidad y las previsiones de crecimiento para los principales países de la zona del euro apuntan ciertos repuntes respecto a finales del año pasado. Grecia se está convirtiendo cada día más en una cuestión política más que económica que deba preocupar a los inversores. Y el cada vez más que probable inicio de subida de tipos de interés en Estados Unidos sigue provocando que los inversores mantengan la sobreponderación de sus carteras en Europa, entre otros factores.
De hecho, ante la duda de los inversores en momentos de correcciones, bastan unas palabras de Mario Draghi, presidente del BCE, recordando que la compra de deuda se mantendrá hasta septiembre del próximo año, para perder el miedo y volver a confiar en el poder de la bolsa.
Algunos analistas consideran que esta escalada de los parqués del Viejo Continente no se corresponden todavía con un incremento claro de los beneficios de las compañías. Y esperan que la presentación de resultados del primer trimestre que se inicia ahora sirva para disipar la incertidumbre.
Sin embargo, algunos gestores opinan que más allá de una confirmación más contundente, las empresas ya están mostrando síntomas de encontrarse fuera de la zona de riesgo, ayudadas por el tipo de cambio respecto al dólar y el efecto de la bajada del precio del crudo, que empezará a notarse ya en las cuentas. Hay que tener en cuenta, además, que la mayoría de las grandes firmas de la zona del euro siguen infravaloradas, porque cotizan por debajo de su valor fundamental. Es decir, mantienen un potencial de revalorización.