El arsenal que este jueves anunció Mario Draghi para combatir los riesgos deflacionistas de la eurozona y reactivar la economía han sorprendido al mercado. Y sin que sirva de precedente lo ha hecho positivamente. La reacción en las bolsas fue inmediata, aunque más contenida de lo que cabía prever después de que el Banco Central Europeo (BCE) haya tirado la casa por la ventana con la compra de deuda soberana y corporativa (QE) por 1,14 billones de euros entre marzo de este año y septiembre de 2016. Serán, por tanto, 60.000 millones de euros al mes. El banquero italiano subrayó el papel de esta medida para reavivar la inflación hacia el objetivo del 2%, una meta prioritaria para el organismo que preside, pero no el único. Porque la institución pretende que esta vez sí esta megainyección de dinero se resienta en la economía real a través de un mayor acceso -y demanda- al crédito.
La mayoría de expertos, sin embargo, duda de que esto vaya a ocurrir y consideran que en una proporción muy alta se quedará en los mercados de capitales. Los ciudadanos, por tanto, apenas lo notarán, al menos, de forma directa. Para hacerse una idea de la magnitud de la cifra que insuflará el BCE, los 1,14 billones representan prácticamente el Producto Interior Bruto (PIB) de España, y en un ejercicio hipotético de que la autoridad monetaria los repartiera por a los ciudadanos europeos, cada uno de ellos recibiría la nada despreciable cifra de 3.384 euros -o 178 euros cada mes durante los 19 que durará, previsiblemente, el programa-.
Las compras se repartirán entre los distintos países de la eurozona en función del peso que cada uno de ellos tenga en el capital del BCE. Esta proporción se aproxima a la del PIB individual sobre el de la zona euro. De esta forma, a España, que es el cuarto Estado con un porcentaje del 12,6% sobre el capital, le corresponderán hasta 143.640 millones de euros. Por delante se sitúan Alemania, que tiene el 25,7%, lo que equivale a 292.980 millones, Francia, con el 20,3% y 231.420 millones e Italia, con el 17,6% y 200.640 millones.
A gran distancia de España aparece Países Bajos, con el 5,7% del capital, lo que se traducirá en hasta 64.980 millones. Le siguen Bélgica, con el 3,5% y 33.060 millones; Austria, con el 2,8% y 31.920 millones; Portugal, con el 2,5% y 28.500 millones; Finlandia, con el 1,8% y 20.520 millones; Irlanda, con el 1,7% y 19.380 millones; Eslovaquia, con el 1,1% y 12.540 millones; Eslovenia, con el 0,5% y 5.700 millones; Letonia, con el 0,4% y 4.560 millones; y Luxemburgo y Estonia, ambos con el 0,3%, lo que implica hasta 3.420 millones para cada uno.
En estos calculos no figuran Grecia y Chipre, cuyo peso en el capital del BCE es del 29% y el 0,2%, respectivamente, lo que supone que tienen derecho a 33.060 millones y 2.280 millones. Sin embargo, de momento, la autoridad monetaria les deja fuera, ya que el el plan contempla la compra de deuda con grado de inversión, es decir, con calificación superior a BBB-, una nota que no alcanzan ni Grecia ni Chipre, cuyos bonos se mantienen con la consideración de basura. Ahora bien, Draghi dejó la puerta abierta a negociar en los próximos meses y, de hecho, a partir de julio podría haber un replanteamiento.
El BCE, que coordinará las operaciones, encauzará las compras hacia activos con un plazo de vencimiento muy amplio, de entre 2 y 30 años. Eso sí, el banquero italiano insinuó que se producirán fundamentalmente en los de mayor plazo, que tienen rentabilidades más altas. La institución asumirá el 20% de los riesgos de forma directa e indirecta en caso de pérdidas de los activos adquiridos. El 8% lo hará a título individual y el 12% restante estará mutualizado. El 80% restante les corresponderá a los bancos nacionales centrales.
La asunción de los riesgos era una de las mayores preocupaciones de Alemania, que había exigido todo recayera en cada país, sin embargo, el BCE ha flexibilizado esta demanda, apoyado además en el dictamen que emitió hace una semana el abogado general del Tribunal europeo Pedro Cruz Villalón en el que avalaba que “el programa de adquisición de títulos de deuda pública (OMT) es compatible con el Tratado de la UniónEuropea”. Ahora bien, en el mercado no descartan que Alemania intente recurrir el plan de Draghi.
A continuación se exponen las claves del programa de Draghi:
¿Qué es lo que ha anunciado?
Por primera vez en su corta historia, señala Selfbank, el BCE anuncia una compra masiva de deuda tanto soberana como corporativa. A razón de 60.000 millones de euros mensuales, comenzará a comprar bonos con grado de inversión (excluyendo bonos basura) desde este mes de marzo hasta al menos septiembre de 2016.
¿Ha pillado por sorpresa a los mercados?
Las expectativas eran altas, pero Draghi las ha batido. A pesar de que desde los últimos días ya se venía descontando una intervención contundente, el montante de la operación ha superado las expectativas. Ha sorprendido que se hayan incluido los bonos corporativos dentro del paquete de activos. También el hecho de que no vaya a comprar bonos basura, por lo que se excluyen por el momento los de Grecia.
¿Cuál ha sido la reacción de los mercados?
En Bolsa se registraron subidas generalizadas en Europa, especialmente en las compañías que se ven más favorecidas: bancos, empresas altamente endeudadas y exportadoras. En el mercado de divisas, el euro pasó de 1,161 a 1,147 dólares. Mientras, en los mercados de deuda se produjeron caídas de las rentabilidades, especialmente en economías periféricas. El bono español cayó a mínimos históricos hasta el 1,40%, al tiempo que prima se situó por debajo de los 100 puntos básicos (94,7 pb)
¿Por qué se ha lanzado este ‘quantitative easing’ (QE)? El plan anti deflación de Draghi
El único mandato del BCE es la estabilidad de precios. Al contrario que otros bancos centrales como la Fed, que además tienen la función de controlar el mercado laboral y la divisa. Si bien es cierto que buena parte de la culpa de la baja inflación es de la bajada del petróleo (que lleva más de un 50% de caída desde julio de 2014), éste no es el único factor que presiona a la baja los precios. A esta conclusión se puede llegar analizando el IPC subyacente, que excluye precisamente los dos elementos más volátiles del IPC: los combustibles y los alimentos frescos. Este indicador acumula una tendencia claramente a la baja. El último dato publicado, correspondiente al mes de diciembre, fue de tan solo el 0,7%.
¿Cómo se consigue elevar la inflación?
Inyectando liquidez en el sistema, es decir, aumentando la base monetaria. Se trata de crear dinero con el que comprar bonos soberanos y corporativos, pero no para financiar a los países o empresas directamente, si no para comprarlos en el mercados secundario, principalmente a bancos de la eurozona. Ante esta entrada de liquidez, los bancos verían con mejores ojos la concesión de crédito a la economía real: préstamos a empresas para que inviertan y a las familias mediante préstamos al consumo. Es precisamente estimulando el consumo como se podría lograr elevar la inflación.
Además, el hecho de que haya más base monetaria provoca una depreciación de la moneda única al haber más oferta de euros. Así pues, nos saldrá más caro adquirir bienes procedentes del extranjero: petróleo, dispositivos electrónicos, etc…lo que derivará en un aumento de precios y por tanto del IPC. "Se podría decir que seremos ‘importadores de inflación", señala Victoria Torre, de Selfbank. Otra manera de elevar el nivel de precios es aumentando salarios. En este sentido, si el euro baja, nuestras empresas serán más competitivas y aumentarán sus exportaciones, por lo que tendrán que invertir en el negocio y contratar trabajadores. El poder de negociación de éstos aumenta conforme baja la tasa desempleo, por lo que los sueldos tenderían a subir.
¿Cuánto tardarán en hacer efecto estas medidas?
La repercusión de estas medias en la inflación no será inmediata. Se verá a medio plazo, a medida que se vayan comprando activos, que los bancos empiecen a dar crédito, y que aumente el consumo.
Y si están todos tan contentos, ¿por qué el BCE no había implementado esta medida antes?
Aunque haya sido interpretada como una buena noticia para los mercados financieros en general, no debemos olvidar el trasfondo de esta medida y la razón por la que se ha tenido que implementar: existe un riesgo real de deflación, que en caso de producirse durante un tiempo prolongado podría tener graves consecuencias para la economía de Europa. Los riesgos son que la inflación que genere esta medida a largo plazo se exceda incluso del 2% que tiene como objetivo el BCE y que se generen burbujas en determinados activos como la deuda soberana y corporativa.
Además, es prácticamente la última bala que le queda al BCE para revertir la situación después de haber bajado los tipos de interés a prácticamente 0 (ayer los mantuvo en el 0,05%) y la tasa de depósito al -0,20% y de haber analizado que comprando cédulas hipotecarias y activos titulizados (algo que lleva haciendo desde septiembre) nunca llegarán a tener el volumen de balance deseado: niveles de 2012, es decir, algo más de 3 billones de euros. De igual forma, el plan se implementa tras constatar que el programa TLTRO no ha tenido todo el éxito que cabría esperar, y que únicamente con esta medida tampoco lograrían alcanzar su objetivo de volumen de balance.
¿Por qué se dice que Alemania estaba en contra de esta medida?
Alemania hizo un esfuerzo importante hace unos años al impulsar duras reformas sobre su economía. El gobierno de Merkel no quiere que naciones como Francia e Italia se duerman en los laureles en este aspecto. Asimismo, "tiene un miedo absoluto a la elevada inflación tras haberla sufrido finalizadas las dos guerras mundiales, explica Torre. "Hoy día vemos muy lejana esta posibilidad pero en economía nunca se puede descartar nada", añade.
Hay que recordar que graves crisis económicas en Alemania han sido provocadas por situaciones de hiperinflación en el pasado. Su deuda tiene una calificación de AAA, la más alta posible. Cuando el BCE compre bonos de Portugal, España, etc… estará asumiendo un riesgo importante de impago. Mientras, dentro de que toda la zona euro tiene un problema de inflación, el IPC de Alemania todavía no estaba en terreno negativo.
Además, uno de los efectos de la medida que ha anunciado el BCE es la bajada de las rentabilidades de los bonos. Es decir, los Estados se podrán financiar más barato que antes. Alemania no tiene precisamente problemas para financiarse en los mercados. De hecho, la deuda que emite Alemania está en rentabilidad negativa desde los vencimientos a más corto plazo hasta los bonos a 5 años. Y por sus obligaciones a 10 años apenas paga el 0,50% anual…
¿Qué cabe esperar del futuro?
A partir de ahora el debate se centrará en la efectividad de esta medida. En si cumple o no su objetivo. En caso de que no sea así, no es descartable que el BCE, o bien prorrogue más allá de 2016 la compra de bonos, o bien anuncie la compra de otro tipo de activos.