Uno de los efectos de la crisis ha sido revelar la dependencia de las pequeñas y medianas empresas europeas de la financiación bancaria para desarrollar su negocio. Aunque la media europea muestra que el 35% de las pymes no obtiene los créditos que necesita de los bancos, hay un dato revelador sobre el escaso desarrollo de los mercados de capitales en el Viejo Continente: tanto en Holanda como en Grecia el porcentaje asciende al 68%, mientras que en Alemania se rebaja hasta el 13%. Y cuando el grifo del crédito se cierra, bien por la crisis financiera, bien por los propios problemas de solvencia de las entidades, son las empresas quienes sufren las consecuencias.
Esta falta de financiación bancaria para las empresas, incluso para las grandes en un primer momento, se ha traducido en un desarrollo espectacular durante los últimos años de la denominada banca en la sombra o ‘shadow banking’. Hedge funds, el private equity y otros fondos de inversión alternativos han visto crecer su influencia hasta acaparar el 200% de la intermediación financiera en la zona del euro.
Pero no sólo estos vehículos se agrupan en la concepción de banca en la sombra, que recibe este nombre por ejercer las atribuciones de la banca tradicional pero con una menor supervisión. Los mercados monetarios, las titulizaciones, las plataformas de crowdfunding o los préstamos son algunos ejemplos de intermediación financiera que se realizan cotidianamente en distintos niveles según cada país.
La Unión Europea ha tratado de regular algunos de estos vehículos para homogeneizarlos, generando una avalancha normativa.
La Unión Europea ha tratado de regular algunos de estos vehículos para homogeneizarlos, generando una avalancha normativa de la que no se conoce todavía su impacto. Pero el desigual desarrollo que presenta en los diferentes países representa una traba a la hora de crear un mercado único. Por esta razón, para CFA Institute, una de las organizaciones de profesionales del mundo de la inversión más prestigiosas globalmente, es más importante la supervisión que lanzar nuevas leyes al mercado.
En un encuentro con periodistas, Josina Kamerling, responsable de Asuntos Regulatorios de CFA Institute, señaló que la banca en la sombra es fundamental para favorecer el crecimiento de la economía europea mediante la atracción de inversores internacionales, en un momento en que la capitalización de los mercados bursátiles ha pasado de representar el 85% del PIB de la Unión Europea en el año 2007 al 64,5% en 2013.
Por volumen, la participación de la banca en la sombra en la intermediación financiera en Europa es similar a la de Estados Unidos. La diferencia se encuentra en la facilidad de las pymes de acceder a estos instrumentos. Según Kamerling, habría que unificar antes que nada que se entiende por pequeña y mediana empresa para la Unión Europea, pues cada organismo de Bruselas tiene una definición distinta, a lo que habría que añadir lo que en cada estado miembro se considera pyme. Un asunto que parece menor pero que podría permitir la creación de titulizaciones de un conjunto de empresas de tamaño medio o una base de datos con información fiable sobre crédito. O la armonización de las emisiones de los bonos corporativos, para que tengan un folleto equiparable.
La responsable de Asuntos Regulatorios de CFA Institute también puso el acento en un cambio de nombre del shadow banking por la connotación negativa que conlleva y porque de hecho muchas entidades financieras 'tradicionales' están incorporando prácticas 'umbrosas'.