Mark Zuckerberg y Elon Musk compiten por hacerse con la opinión mundial en lo que a redes sociales se refiere. Musk compró hace unos meses Twitter y ha comenzado a restringir su uso. Esto ha provocado que Zuckerberg adelantara el lanzamiento de Threads, la plataforma con la que quiere competir con la red social del pajarito.
Hay dos factores que, pese a partir con desventaja -Twitter cuenta con casi 300 millones de usuarios frente a los 30 millones que tiene Threads en el momento en que se escribe esta información-, hacen que la nueva app tenga las de ganar en el medio, si no en el corto plazo.
La clave es Instagram, propiedad de Zuckerberg. Los usuarios de esta plataforma, con en torno a 2.000 millones de cuentas en todo el planeta, tienen prácticamente un acceso instantáneo a Threads a través de Instagram, y manteniendo el mismo nombre de usuario y perfil. Esto es un puente directo a la viralización de usuarios.
Al ritmo de crecimiento actual (como decimos 30 millones de nuevas cuentas en un día), en diez días la app tendría más usuarios que Twitter. Habrá que ver el aumento de cuentas en las próximas semanas para ver si este ritmo se mantiene, decrece o incrementa. Todo apunta a que la dirección será ascendente, toda vez que la app de Zuckerberg aún no ha sido lanzada en Europa, un continente con cerca de 450 millones de ciudadanos. Todo apunta a que la demora se debe a las estrictas leyes en materia de protección de datos por las que se rige el viejo continente. Además, Threads nace sin publicidad y con un diseño calcado prácticamente al de Twitter.
Las restricciones de Twitter tampoco allanan el terreno para Elon Musk. Se ha limitado el número de mensajes directos diarios a 500 y el número de tuits no podrá sobrepasar los 2.400 cada 24 horas. El límite diario de actualizaciones se subdivide en límites más pequeños con intervalos de media hora.
Monopolio de Zuckerberg
Las redes sociales han cobrado un peso inusitado en lo que a la información se refiere. Las campañas políticas se plantean teniendo muy en cuenta este tipo de plataformas, por el poder de influencia que tienen las conversaciones y la intensa viralización de contenidos. De hecho, ha habido casos, como el escándalo Cambridge Analytica, que pusieron en duda el triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas de 2017. El caso se resolvió con una multa de más de 4.500 millones de dólares a Facebook.
En lo que a mensajería instantánea y redes sociales se refiere, el poder de Zuckerberg es inigualable. Cuenta con unos 3.000 millones de usuarios en Facebook, 2.000 millones en WhatsApp, otros 2.000 millones más en Instagram y casi 1.000 millones en Facebook Messenger, los mismos prácticamente que la china TikTok y con ventaja sobre Telegram, que tiene 700 millones, según datos de la agencia londinense We are social.
Esto plantea interrogantes. El equivalente en medios de comunicación a esta concentración de redes sociales en un solo dueño es equiparable a los grandes grupos de comunicación que aglutinan diferentes cabeceras, canales o emisoras de radio. El peligro de que los mensajes vayan en una dirección, a pesar de que son los usuarios de esas plataformas los que mandan sobre los contenidos, es una realidad. El hecho de que en muchas de esas redes sociales se sirva publicidad o no haya un correcto control de las cuentas que se dan de alta permite difundir fake news de una forma relativamente sencilla.