Antonio Brufau, presidente de Repsol, ha puesto en cuestión la ambición del Gobierno español para situarse a la cabeza de Europa en la lucha contra el cambio climático, al considerar que sin la colaboración de economías como Alemania será muy complicado que la Unión Europea alcance las metas que se ha planteado en aspectos como la reducción de emisiones.
En el discurso que ha pronunciado en la junta de accionistas de la compañía, Brufau ha calificado como loable el hecho de que el Plan Integrado de Energía y Clima (PIEC) español haya triplicado el objetivo de reducción de emisiones de gases contaminantes que le asignó en su día la UE pero también manifestó sus dudas sobre la repercusión que este esfuerzo puede tener en la industria del país y que sea suficiente para servir como tractor de Europa en este ámbito.
"El liderazgo de España no es suficiente, no somos tan relevantes en Europa para tener tanta influencia", aseguró Brufau, que añadió que el Gobierno debería ser algo más prudente ante unos objetivos tan ambiciosos. El presidente de Repsol recordó que hasta once países en la UE no están dispuestos a abandonar el carbón en 2030 y que, entre ellos, se encuentra Alemania, que lo mantendrá hasta 2038.
El PIEC establece un objetivo de reducción de emisiones de 114 toneladas de CO2 para 2030, el triple de lo asignado por la UE. "Me pregunto, y no encuentro respuesta, si la industria, la movilidad y los hogares españoles serán capaces de recortar tanto las emisiones".
El peligro para la industria
Además, también puso en duda la capacidad de Europa en general para la descarbonización de la economía mundial. "El teatro de las emisiones no está en España ni en Europa; la UE tan sólo es responsable del 10%; sólo China acapara el 28%", apuntó el presidente de Repsol, que recordó que "los países emergentes están ahora mucho más enfocados en crecer y sacar de la pobreza a parte de su población que en reducir emisiones, lo que es totalmente comprensible".
Brufau también expresó su temor de que los esfuerzos para lograr los ambiciosos objetivos medioambientales vayan en detrimento del tejido industrial español. "Si trasladamos la producción a otros países no estamos reduciendo las emisiones globales, porque serán esos países los que las asuman, pero sí estaremos empobreciendo nuestra industria".