Los grandes empresarios también son personas. No parece tenerlo tan claro el presidente del Gobierno, o eso aparenta, al estrenar el curso político con una imagen tan simbólica: la suya propia rodeada de 'gente normal', que ocupa el mismo hueco que llenaban hace justo un año directivos y banqueros del Ibex, a quienes Pedro Sánchez llama ahora despectivamente “señores con puro”.
Así arranca la nueva temporada en La Moncloa, con guiños efectistas al electorado, con un ataque desmedido al líder de la oposición en el Senado. Y con propuestas tan alocadas como el tope de precios de la cesta de la compra, que detonan ansiedad preelectoral y ausencia de pragmatismo político. Esa virtud que tan bien explotó Isabel II durante su larguísimo reinado.
La Reina de Inglaterra se movía como pez en el agua entre las multitudes de 'gente normal'. Pero también -o sobre todo- sabía desenvolverse en los “cenáculos” que tanto detesta el presidente español: esos círculos restringidos donde los poderosos moldean el futuro de un país. Los banqueros, los empresarios y, por supuesto, los líderes políticos. Como Winston Churchill, que también fumaba puros. O Harold Wilson, Margaret Thatcher o Tony Blair. Mandatarios con los que la difunta reina podía compartir mucho o nada, en las formas y en el fondo, pero a los que soportaba y sabía llevar. O lo intentaba.
A Isabel II, con sus luces y sus sombras, le sobraba el olfato que a Pedro Sánchez le falta. Lo demuestra el viraje del líder socialista, que ha optado por afrontar el -probablemente- último tramo de su 'reinado' tirando mucho de ideología y poco de sentido común. Evidencia el giro la hemeroteca. En septiembre de 2020 y de 2021, el presidente del Gobierno inició el curso político en el mismo auditorio (la Casa de América de Madrid) y con los mismos asistentes (empresarios, líderes sindicales y representantes de la sociedad civil). Era una invitación a arrimar el hombro en tiempos difíciles, oscurecidos aún por las consecuencias de la pandemia.
Las dificultades económicas siguen marcando hoy la vida de los españoles. Pero los 'VIP' ya no tienen cabida en la foto. Con su política de exclusión, Sánchez y sus asesores intentan reforzar la imagen del enemigo común para el electorado de izquierdas, a quien endosar responsabilidades y a quien pasarle las facturas. El propio líder socialista abrió fuego antes de marcharse de vacaciones. En junio, en una entrevista en La Sexta, puso el punto de mira en los "cenáculos de la típica villa de Madrid de los señores con puro”, a quienes acusó de intentar desalojarle del poder.
El pasado fin de semana, horas antes del acto en La Moncloa con los ciudadanos de a pie, volvió a la carga. Esta vez alertó de que “el PP y la derecha mediática obedecen a una serie de intereses particulares y minoritarios muy poderosos». Los de los señores del puro. El presidente del Gobierno remató la jugada el miércoles en el Senado, cuando le recordó a Alberto Núñez Feijóo que en España “manda la voluntad popular que se expresa en las elecciones y no en algunos cenáculos madrileños».
España avanza desorientada por los bandazos de un Gobierno que ha acabado atizando a autónomos y empresarios sencillos por su afán de castigar a los que fuman puros
El lenguaje belicista, las proclamas al más puro estilo de Cristina Kirchner, serán la tónica predominante en un otoño gris y un invierno probablemente negro para la economía, a juzgar por el pesimismo que se respira en Fráncfort. El Banco Central Europeo sacó de su envoltorio este jueves lo que los 'brokers' llaman “bomba atómica”: una subida de los tipos de interés de 75 puntos básicos para intentar atajar la inflación.
Es artillería pesada por los efectos colaterales que conlleva. Levantar tamaño dique contra los precios puede frenar la demanda de los hogares y la inversión de las empresas, abocando a la economía a la recesión. De momento, Christine Lagarde y Luis de Guindos hablan ya claramente de estancamiento a finales de año y principios del que viene.
La creciente carga ideológica de los movimientos gubernamentales impedirá, salvo sorpresas, que Sánchez adopte algunas de las políticas que defiende Feijóo. Como el recorte del gasto público superfluo o las rebajas fiscales (deflactación del IRPF o reducción de impuestos). Por el contrario, el presidente del Gobierno ha avalado con su silencio una propuesta tan improvisada y plagada de riesgos como el tope del precio de algunos productos de la cesta de la compra.
La medida, apadrinada por Yolanda Díaz, choca frontalmente con el mandato de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, porque atufa a cártel empresarial. Además, supone una amenaza evidente para el pequeño comercio, con capacidad ínfima o nula para responder a una bajada de precios generalizada en las grandes cadenas de supermercados.
Es el mundo al revés. La España desorientada por los bandazos de un Gobierno que ha acabado atizando a autónomos y empresarios sencillos -gente normal- por su afán de castigar a los que fuman puros.
Karl
Ningún gobierno tiene "afán de castigar a los que fuman puros", pues saben que, sin "los ricos", se les acaba el chollo. Tan sólo creen poder hacerle creer a la plebe que los problemas que padecen son culpa de "los ricos", y no del bobierno, para demagógicamente, hacer como que les castigan, y así conservar el voto populista.
Pelosi
¡Ya está bien de anglos!¡Que les den dos duros a ellos y a sus reyes masones y antiespañoles!