Es bueno no conformarnos a pesar de lo mucho que tenemos, ya que no sólo todo es mejorable: es que además nunca salió nada bueno del conformismo. Sin embargo, hay motivos objetivos para considerarnos afortunados de vivir en estos tiempos, y uno de ellos es la tecnología. Por mi edad he tenido la ventaja de vivir la última gran revolución tecnológica y conocer de primera mano su impacto en la vida cotidiana ya que he trabajado en oficinas sin ordenadores, la mayor parte de mi vida transcurrió sin móviles y hasta recuerdo televisiones sin mando a distancia y con apenas dos canales que además sólo emitían unas pocas horas al día.
Los más jóvenes creo no son conscientes de las grandes ventajas de ocio y cultura que disponen en la actualidad, y que nadie imaginaba. Y es que si cuando el ejército norteamericano creó Arpanet conectando un ordenador con otro hubiera supuesto todo lo que vino después, seguramente no lo hubiera dejado escapar. Tampoco nadie profetizó el afán del ser humano por estar comunicado en todo momento, el auge de los móviles y las redes sociales. Si hay una empresa que ha sabido aprovechar el auge de internet y su uso desde tantos aparatos, esa ha sido Google.
Google nació del trabajo de dos estudiantes nacidos en 1973, uno en Michigan y otro en Moscú: Larry Page y Sergey Brin (que se trasladó con su familia a los Estados Unidos teniendo él seis años). Ambos coincidieron cursando un doctorado en computación en Stanford. Su proyecto conjunto nació como BlackRub, un sistema para ordenar los resultados de los buscadores. Pero fueron más allá, lanzando en agosto de 1996 www.google.stanford.edu, propiedad de la universidad de la que consumía la mitad de su ancho de banda. El por qué usaron ese nombre se debe al término matemático "gúgol", que es el número 10 elevado a la potencia de 100. Dado que el lenguaje informático utiliza ceros y unos, Page y Brin querían hacer referencia a su objetivo de organizar la inmensa información que puede encontrarse en la red con una palabra que estuviera asociada a una cantidad enorme. No fue hasta el 15 de septiembre de 1997 que no registraron como propio el domino Google.com, despertando el interés de varios inversores ya entonces.
No obstante, para los bancos seguían siendo unos desconocidos que trabajaban (sí, el tópico fue cierto una vez más) en un garaje (Susan Wojcicki, empleada número 18 de la empresa y actual directora ejecutiva de YouTube, fue la que se lo alquiló) lo que les impedía conseguir la financiación que necesitaban para sacar su versión Beta. Ésta fue presentada el 27 de septiembre de 1998 gracias al cofundador de Sun Microsystems, Andy Bechtolsheim, que les ofreció un cheque de 100.000 dólares un mes antes y a nombre de una empresa que aún no había sido fundada. Aunque seguían considerando que su web era una “versión de prueba” ya a finales de ese año contenía 60 millones de referencias a páginas y rivalizaba con los buscadores de entones: Yahoo!, AOL y MSN.
En 1999 dejan el garaje y se establecen en unas oficinas en Mountain View (California), donde aún tienen la sede principal. Hasta el año siguiente no se dan cuenta que la clave para sostener el negocio consistía en la publicidad y nace Google AdWords: es en el 2000 cuando empiezan a vender anuncios que aparecen en el buscador cuando el usuario tecleaba ciertas palabras clave. Hasta agosto de 2004 no salieron a bolsa, lo que les libró de la hecatombe bursátil post burbuja puntocom de comienzos de este siglo. Para entonces ya se había convertido en el mejor motor de búsqueda superando todo lo conocido hasta ese momento.
Pero su ambición no quedó colmada con eso, no decidieron vender la empresa y retirarse a disfrutar como quizás hubiera hecho la mayoría (o si un estado les hubiera limitado sus ganancias, ahora que se habla de esos temas) sino que se empeñaron en sacar más y más productos, aunque para ello tuvieran que renunciar a la mayor parte de la propiedad saliendo a bolsa para así conseguir más fondos. En unos años Google -que ahora se ha integrado en un holding llamado Alphabet- es un buscador, un traductor, una enciclopedia de libros, un GPS, un mail, un atlas, unas “páginas amarillas”, una agenda, un reproductor de videos (YouTube), un software para móviles (Android), almacenamiento en la nube, un navegador (Chrome)… etc. etc. y en casi todo eso es líder mundial y prácticamente todo es gratis a cambio de que veamos su publicidad, donde también es el número uno en la red, y de donde obtiene más ingresos.
En el año 2000 se dan cuenta de que la clave para sostener el negocio consistía en la publicidad. Con Google AdWords empiezan a vender anuncios que aparecen en el buscador cuando el usuario tecleaba ciertas palabras clave
¿Cuánto hubiera pagado alguien de hace apenas unas décadas por un servicio que nosotros recibimos desde hace años gratuitamente como si tal cosa? Y es que nadie puede medir cuánto ha mejorado nuestra productividad Google, cuánto tiempo nos ha ahorrado a todos. Estamos tan acostumbrados a esta herramienta que ni nos damos cuenta. Por ejemplo, no hace mucho oí a una periodista experta en entrevistas que recordaba como una tortura tener que informarse sobre los entrevistados antes de que existiera; y como éste hay mil ejemplos.
Si además sumamos la facilidad para acceder a todo lo que nos ofrece gracias a los móviles actuales, resulta que ni los propios economistas saben calcular su impacto real. De hecho, hace años que la productividad está saliendo más baja que la media histórica y hay quien cree que no es porque seamos menos productivos sino porque el método tradicional de medición no sabe medir el ahorro en tiempo y costes que han supuesto las nuevas tecnologías.
Como aspecto negativo de Google está su condición casi monopolística que le da un poder enorme. Aun así, no es una compañía dependiente de algún gobierno, sino que tiene miles de propietarios y esté constantemente vigilada por todas las autoridades que, de hecho, lo han multado varias veces. La única solución para que Google no tenga tanto poder, además de confiar en que “lo use para el bien” es que salgan otras compañías que puedan arañarle cuota como ha pasado en China, por ejemplo, con Baidu (aunque parece mejor una empresa privada controlada por varios reguladores que una estatal dependiente de una dictadura).
También se critica su elusión fiscal, algo que creo es más responsabilidad de los legisladores internacionales que de una multinacional que utiliza todas las armas legales, que aquellos le ofrecen, para pagar menos impuestos dentro de la legalidad.
Para mí, lo más positivo es que, a pesar de que tanto los móviles como Google han reducido la producción y venta de cámaras de fotos, agendas, diccionarios, despertadores etc., lo cierto es que estamos en el mejor momento de la historia en cuanto a personas empleadas y con las más bajas tasas de paro, lo que creo conlleva una reflexión positiva sobre nuestra capacidad de adaptación, que imagino también es aplicable a la inteligencia artificial que viene.