Luz Guilarte, presidenta del grupo de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Barcelona, es una mujer arrolladora. Cargada de energía, pasa de un tema a otro lamentando constantemente la "falta de gestión" que, en su opinión, sufre la capital catalana con el Gobierno de Ada Colau. Guilarte, politóloga, socióloga, especialista en Ciencias de la Administración y titulada en Protocolo de Estado y Relaciones Internacionales, llegó al Consistorio tras pasar como diputada por el Parlament. Sin embargo, ya en 2007 fue la candidata naranja a la Alcaldía de Barcelona. Se mantuvo en la empresa privada hasta que consideró que había llegado el momento de saltar a la arena de lo público. Un salto del que no se arrepiente en absoluto. Tampoco lo hace de su pacto con Manuel Valls, a pesar de que la coalición saltó por los aires cuando el líder de Barcelona pel Canvi decidió, sin consultar a Ciudadanos, facilitar que Colau gobernara el Consistorio.
La alcaldesa Ada Colau ha acusado a su grupo de generar “una falsa polémica lingüística” por el vídeo contra el machismo en el que el machista habla en castellano. Ustedes solicitaron la retirada de la campaña, pero Colau no les ha hecho caso. ¿Qué alternativas les quedan?
El Ayuntamiento se niega a hacer cualquier cosa que suponga sacarlos de su sectarismo y de las políticas absolutamente cargadas de ideología que es con lo que ellos desgobiernan. Nosotros decimos que, desde una institución pública que debe representar a la totalidad, no se puede hacer un vídeo como ese. La campaña tiene más acciones. Pero en uno de sus vídeos se presenta a un machista hablando en castellano. Hay una clara intención de señalar y estigmatizar al castellanohablante. Y no es algo que digamos solo nosotros. Nuestra obligación es denunciarlo y es lo que hemos hecho. La propia Laia Bonet (tercera teniente de alcalde de Barcelona y del PSC) ha reconocido que el vídeo daba lugar a interpretaciones. ¡Nos daba la razón! Pero también decía que si en el 5% del contenido de una campaña pudiera llevar a esa interpretación, tampoco es para tanto. A mí se me ponen los ojos como platos.
Podían haber presentado a un machista catalanoparlante y no lo hicieron.
¡Claro! Pero es que, además, a mí me preocupa cómo el PSC ha asumido todas las tesis y todos los mantras independentistas. A Laia Bonet le parece bien que el 5% del contenido de una campaña sea sectarismo ideológico, racismo idiomático. Le parece justificable. Y esto es absolutamente abominable. No es aceptable. Hay que ir más allá de la campaña. Hablar de machismo y poner acciones sobre la mesa para acabar con esta lacra está muy bien. En eso hay consenso, afortunadamente. Pero apropiarse de eso para aplicar una ideología es dramático.
Pero ustedes no pueden ir más allá de la denuncia pública de los hechos.
Nosotros empleamos todas las vías que están a nuestro alcance. Nunca descartamos ir por la vía legal. Tenemos temas en muchos ámbitos que son auténticas barbaridades. Si hablamos de contratación pública, lo que está haciendo este Ayuntamiento es increíble. Vulneran el propio código ético del Ayuntamiento, la Ley de Contratación Pública, asignaciones a dedo, vulneración de derechos de esta oposición… Llevamos presentadas casi 30 preguntas desde septiembre hasta ahora y solo nos han contestado dos. Están aplicando contra nosotros una especie de cordón sanitario. Entorpecen especialmente la labor de nuestro grupo. Nos votan cosas en contra que, tres días más tarde, sí le votan a otro grupo de la oposición. Nosotros hablamos con los otros grupos y logramos que presenten algunas de nuestras propuestas. De otra manera, pero son las nuestras. Y ante eso, o se abstienen o medio pasa. Pero, si las presentamos nosotros, las rechazan.
Apropiarse de la lucha contra el machismo para aplicar una ideología es dramático.
¿Me está diciendo que sus propuestas las presentan otros grupos para que no sean rechazadas por el Gobierno de Colau?
Nosotros hablamos con el resto de la oposición. Ahora quieren aplicar un impuestazo a todos los barceloneses y es algo que nos parece insostenible. Hablamos con la oposición para buscar consensos y hacer algo razonable. Estamos abiertos a hablar con todos. Los temas de actualidad son los que son. Y, en muchos casos, lo que no logra uno, miramos a ver si uniendo esfuerzos, se puede conseguir. Hay un intento de aislar a Ciudadanos porque, en realidad, somos la única oposición a día de hoy. Si usted ve un Pleno, se dará cuenta de lo que los únicos que fiscalizamos somos nosotros. Comunes, PSC y ERC tienen un tripartito de facto que nosotros estamos denunciando desde el primer día. Y aquí vemos a diario que hay cesiones y concesiones continuas a ERC.
¿Como cuáles?
Todo lo que tenga que ver con el separatismo, desde el lazo amarillo hasta la acampada de Plaza Universidad. Hemos aguantado durante 20 días ese fastidio por imposición del separatismo al resto de la ciudadanía y con perjuicios de todo tipo. Ahora hay una guerra contra el ocio y con todo lo que supone económicamente y el PSC permanece callado. Jaume Collboni está escondido y así permanecerá hasta el verano de 2022. Entonces, hará como en el mandato anterior, y criticará todo lo que ahora le parece bien. También hemos visto cómo, incluso, se daban órdenes a la Guardia Urbana para no actuar. Pero, curiosamente, esto es lo que ha elegido Pedro Sánchez para sus pactos. Yo recuerdo cuando entré como diputada en el Parlament y lo primero que me llamó la atención fue ver al líder del PSC, Miquel Iceta, pidiendo, prácticamente de rodillas, un tripartito. Ellos no han dejado nunca de estar en ese esquema de gobernar y necesitar al independentismo para mantenerse en el poder. Pero es que yo creo que el PSOE ya ni siquiera aspira a gobernar, sino a mantenerse en el poder.
La verdad es que el peso del PSC apenas es apreciable en Barcelona. Además, este es un Gobierno o un Ayuntamiento muy personalista. Todo gira en torno a Ada Colau.
Collboni prefiere no cargar con el lastre de la pésima gestión de Colau que criticaba en el anterior mandato. Y en el verano de 2022 despertará y empezará a criticar cosas. Pero lo cierto es que aquí se hacen todo tipo de concesiones al separatismo. Ya sabemos que Colau tiene espíritu y alma independentista. Ha asumido e interiorizado el independentismo. Visto así, Colau hubiera preferido tener un gobierno con ERC. Y Manuel Valls permitió que ahora tengamos un gobierno igual de sectario y antidemocrático. Entre lo que hace Colau y lo que hace Ernest Maragall no hay diferencia.
Jaume Collboni no quiere cargar con el lastre de la pésima gestión de Ada Colau.
¿Se aprecia en otras áreas de la vida municipal la imposición del catalán?
En todo. Podemos hablar del funcionamiento interno del propio Ayuntamiento. Yo he presentado varias quejas porque, aunque soy bilingüe y me desenvuelvo a la perfección en ambas lenguas, cuando me expreso en español en alguna comisión o Pleno, veo que traducen todo mi discurso. Y, muchas veces, interpretando a conveniencia mis palabras. Esto lo he denunciado y les he pedido por activa y por pasiva que no me traduzcan. El español es un idioma oficial en Barcelona y, por lo tanto, el Ayuntamiento no puede permitirse ni traducir mis palabras, ni interpretarlas. ¡Es absurdo! En cuanto a las comunicaciones con la ciudadanía, el Ayuntamiento tiene la obligación de hacerlo en ambos idiomas. Eso no ocurre y hay muchas quejas. Vemos carteles de determinadas campañas por toda la ciudad impresos en varios idiomas, pero nunca en español. Para bien o para mal, el español es la lengua mayoritaria de los barceloneses. Y lo primero que tiene que hacer el Ayuntamiento es respetar la cooficialidad del español y el catalán. Y, segundo, entender el contexto. Si la mayoría de la ciudadanía habla español, tendrás que respetarlo.
¿Es una concesión más a ERC o es que los comunes son también partidarios de la inmersión?
Ambas cosas. Lo que ellos no quieren es molestar al más violento. El independentismo va por la fuerza y se salta las leyes. Y Ada Colau les cede todo. Y, además, porque ella ha asumido los mantras independentistas. Hay que tener claro que Colau gobierna a golpe de populismo. Y van haciendo cosas en el día a día, no tienen un plan claro, ni un modelo de gestión.
Parece difícil tener un modelo de gestión claro cuando los gobiernos se forman con acuerdos postelectorales. El ciudadano, en esos casos, nunca sabe realmente ni qué se ha acordado ni cómo se piensa llevar a cabo.
Yo les he preguntado por activa y por pasiva qué piensan hacer en determinados temas. Y ves que no tienen nada claro. Eso sí, te reponden con, por ejemplo, políticas turismofóbicas o antieconómicas. Van en contra de todo aquello que, en el ámbito de la gestión, ha de tener una planificación, una racionalización de recursos. Esto para ellos es incomprensible. Hoy toca hablar del clima y te sacan una zona de bajas emisiones, con los hospitales dentro. Y eso es un tema crítico. Nosotros presentamos una enmienda diciendo que sí, que queremos un aire más respirable, pero eso hay que hacerlo a medio y largo plazo. Y, a partir de ahí, que haya consenso y desarrollar esas políticas. Pero, por populismo y autopropaganda, que es de lo que viven los comunes, se deciden cosas sin ninguna consistencia ni ninguna solidez.
El Ayuntamiento de Barcelona tiene que respetar la cooficialidad del español y el catalán.
El Pesebre de Colau ha vuelto a ser noticia, un año más. ¿Hay algo extraño en el contrato? Parece raro que se le adjudique a una empresa y que esta, a su vez, se lo encargue a una artista poco conocida que tendrá que hacerse cargo de todos los gastos. Además, esta misma empresa es la adjudicataria del espectáculo pirotécnico de Fin de Año para este año y el que viene.
El de las adjudicaciones es uno de los frentes que tenemos abiertos con la alcaldesa. Esto afecta al dinero de todos los ciudadanos y eso para nosotros es prioritario. Queremos saber en qué se gastan el dinero. Por ejemplo, piden informes a entidades afines para los litigios que mantiene abiertos el Consistorio pero son informes que no sirven de nada porque los tribunales le tumban todo. Es una pérdida de recursos de todos los ciudadanos. Vemos que, en la contratación pública, hay determinadas actitudes que, a día de hoy, estamos investigando. Y tomaremos las medidas que consideremos necesarias en su momento. Vemos cómo se trocean contratos, cómo se hacen asignaciones a dedo, cómo hay una absoluta falta de transparencia… Es curioso que, cuando la alcaldesa saca a concurso algo que tiene que ver con lo público y lo privado, no se presenta nadie. Sus políticas ahuyentan a cualquier inversor. Y, en lo que a ella le interesa, hay total opacidad. Pienso que el modelo de Ada Colau para Barcelona es el del subsidio. Es un modelo que se aplica en países menos avanzados y menos desarrollados democráticamente. Para ella la gestión es hacer lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Nosotros tenemos certeza de que ha vulnerado hasta su propio código ético. Y, a la hora de contratar, hay irregularidades notables en muchos tipos de contratos y en muchos ámbitos. Hay muchas cosas que nos parecen sospechosas. Pero nosotros preferimos trabajar los temas a fondo y no adelantarnos hasta no encontrar pruebas fehacientes para llevarlo a donde corresponda.
El procés lo ha invadido todo en Cataluña. ¿Qué consecuencias ha tenido esto para Barcelona como ciudad?
¡Lo ha invadido absolutamente todo! Las consecuencias han sido tremendas. Vemos que Barcelona es una ciudad en la que la cohesión social ha desaparecido. Aquella ciudad abierta, transversal y que atraía talento ya no existe. Yo tengo contacto con muchos expatriados que se quieren ir. Gente que está trabajando aquí, que tiran de servicios de aquí, y que se quieren volver a sus países. Dicen que se quieren ir por el tema de la educación. Son personas que vienen de ámbitos más abiertos, con una visión más plural. Critican también que todo son barreras. A eso hay que sumar toda la ola de violencia por la sentencia del 1-O. Al final, todo son ataques a la inversión, al comercio, al ocio… El independentismo está ahuyentando a la gente. No podemos olvidar que están dispuestos hasta a parar la economía. Y tú no puedes amar Barcelona y, a la vez, decir eso. Para ellos, el lema es cuanto peor, mejor. Y se lo aplican canónicamente.
¿Qué opina de los altercados por la sentencia del 1-O?
Hace unos días, en un debate con gente de varios partidos, un diputado de JxCat decía que los disturbios en Barcelona estaban justificados, que sus consecuencias eran asumibles y debían serlo por la sociedad. ¡Claro que ellos pueden protestar! Pero siguiendo los cauces legales que tiene que seguir cualquier ciudadano que ha de pedir los permisos necesarios para manifestarse. Lo que no pueden hacer es lo que han hecho, saltarse las normas, quemar contenedores, utilizar la fuerza, la violencia y el chantaje. A ellos les parece que toda la sociedad tiene la obligación de aguantar las consecuencias de sus protestas. Y pagarlas. En el caso de Barcelona, hay que ver quién va a pagar algo tan elemental como que la ciudad pudiera volver a funcionar y con unas condiciones mínimas de salubridad. Todo eso nos cuesta un dinero. Y ellos entienden que los demás estamos obligados a pagarlo, comulguemos o no con su ideología. Si eso no es cargarte la economía… En el fondo, subyace la idea de que el que crea riqueza debe cargar con todas las obligaciones y correr con todos los gastos.
No puedes decir que amas Barcelona y, a la vez, querer parar su economía.
Usted habla de una guerra contra el ocio. ¿En qué consiste y a qué cree que obedece?
No es más que sectarismo ideológico. Hay una clara voluntad de anular todo aquello que crea riqueza o empleo. El populismo, por definición, es antieconómico. No entienden ni la economía global ni la gestión. Pero es que, además, no es algo que les preocupe. Hacen promesas vanas y vacías de contenido y no se preocupan de trabajarlo. En esta guerra contra el ocio, el primer paso fue, en el caso de las terrazas, restringirles metros de ocupación y horarios. La segunda fase ha sido abrir expedientes para cerrar locales. En zonas como Sarrià querían cerrar comercios en base únicamente a futuribles, a supuestos. Sin tener ninguna base jurídica ni ningún hecho probado. Y siguen en ello. Quieren una ciudad muerta, sin vida y en la que la empresa sea el enemigo. No entienden la gestión porque ninguno de ellos se ha trabajado una nómina en la vida.
Tal y como lo describe, parece que Ada Colau creció con ‘La bola de cristal’, la Bruja Avería y su “viva el mal, viva el capital”.
(Risas) ¡Exactamente! Ese modelo económico, si es que se le puede llamar así, lleva al fracaso y a la miseria. La actividad comercial de Barcelona es la que da vida a la ciudad. Y, además, nos ha ayudado en épocas muy duras porque, gracias al turismo, hemos podido salir adelante. Es verdad que necesitamos un modelo de turismo sostenible. Pero eso hay que trabajarlo, gestionarlo, consensuarlo. No podemos dejar que el que venga de fuera decida qué modelo de turismo vamos a tener. Para eso están las administraciones y no para poner lazos amarillos. En definitiva, su guerra y su odio contra la creación de riqueza les lleva a querer matar la actividad económica.
El presupuesto de Barcelona está a punto de ser llevado a Pleno y, al parecer, contempla una subida de impuestos notable. ¿Es necesaria o se puede evitar?
Sí, hay una subida muy alta. En el caso del IBI, el Ayuntamiento dice que han bajado los tipos pero, al eliminar los topes, lo que hacen es una subida para todos. Es verdad que no será igual para todos. Pero mienten cuando dicen que esto va a bajar. También van a subir la tasa de alcantarillado, que está dentro del recibo del agua y que la vamos a pagar todos los barceloneses. En el caso de las terrazas, el impuesto puede llegar a subir hasta un 800%. Terrazas cuyos propietarios pagaban, a lo mejor, 10.000 euros anuales, ahora van a tener que pagar 40.000. La diferencia puede llegar a ser el sueldo de un trabajador. ¿Qué va a hacer el empresario en este caso? ¿Cobrar 7 euros por un café o tener menos personal? Hay una falta de lógica económica en todo. Es verdad que en estos establecimientos habría que hacer más inspecciones, hacerles cumplir las ordenanzas, pero lo que no puedes hacer es atacar así a toda esa economía. En realidad, es un ataque a todos los barceloneses. Suben el IBI, lo de las terrazas, el agua, las zonas azul y verde… Viven en el permanente tasazo. Y el PSC se lo traga y aquello que criticaba en el mandato anterior ahora le va bien. Defienden las bondades del comercio de proximidad y, a la vez, en el presupuesto para 2020, bajan la partida dedicada a potenciar este tipo de comercio. ¿Cómo tienen ese cinismo? Por otro lado, detrás del presupuesto no hay ni plan financiero ni plan de inversiones. Todo se basa en una subida indiscriminada de impuestos para hacer lo que les de la gana, pero sin explicar nada. Les hemos pedido acceder al desglose de las partidas y poder valorar y nos lo han negado. Nosotros queremos un presupuesto y hacer propuestas.
Pero el presupuesto aún no está aprobado.
Está claro que lo van a aprobar porque Colau y el PSC lo tienen ya pactado con ERC. Lo acabamos de ver en un acto con los propietarios de las terrazas. Cuando cada partido dio a conocer su posicionamiento, el representante de ERC dijo que había unos pactos y que se está trabajando en estos pactos en diferentes niveles de la Administración. Lo que vino a decir es que este sacrificio es más que asumible para ellos. Ese sacrificio para poder ejercer ese tripartito de facto con mucha más autoridad y que viene desarrollándose desde el principio del mandato lo hacen los ciudadanos. Empezamos con determinadas concesiones de Colau y el PSC a ERC y han acabado incorporándolos al Gobierno. Pero es que esto lo busca el PSC desde hace mucho tiempo.
No tiene sentido usar dinero de los barceloneses para litigios en Argentina.
Barcelona parecía este último verano una ciudad sin ley. Luego, con la sentencia del 1-O, se deja de hablar de lo que estaba sucediendo. Ustedes presentaron un plan para mejorar la seguridad de los barceloneses. ¿Cuáles eran las líneas básicas? ¿Aceptó el Gobierno de Colau alguna de sus propuestas?
No aceptaron nada. Entendemos que, aunque es un área en manos del PSC, las instrucciones las sigue dando Ada Colau y, por lo tanto, se hace lo que ella dice. El PSC tiene representatividad oficial para cócteles y bienvenidas y, en lo demás, se hace lo que dice la alcaldesa. Nosotros, ante esta situación, hemos ido presentando una a una las medidas. El problema sigue ahí aunque la prensa ya no se haga eco. Si sales a determinadas horas de este Ayuntamiento, te puedes encontrar en la misma calle con tres delitos. Nosotros no vamos a cejar en la voluntad de dar solución al primer problema de los barceloneses, que es la inseguridad. Ellos no han aceptado nada porque lo hemos presentado desde Ciudadanos. Pero luego ves que, en otros foros, si les preguntan por estas medidas, no les parecen tan mal. Pero volvemos a lo de antes, no hay gestión. ¿Qué hace el Ayuntamiento de Barcelona interviniendo en litigios de países sudamericanos? Tenemos que preocuparnos de la seguridad de los barceloneses.
¿En países sudmericanos?
Sí, en Argentina, por delitos sucedidos durante la dictadura. Obviamente, son sucesos terribles y condenables. Pero han prescrito y, por lo tanto, tienen cero recorrido jurídico. No tiene sentido que el Ayuntamiento utilice dinero público en sumarse a estos litigios. Como propaganda, les va muy bien. Pero no les corresponde como gobernantes de Barcelona. Ya hay organismos internacionales que se ocupan de estos temas. Y eso no puede condicionar el bienestar de los barceloneses.
¿Qué proponían ustedes exactamente para mejorar la seguridad en Barcelona?
Es un plan que tiene seis ejes. El primero es la actuación en defensa de los menores. A estos niños se les hace venir y, cuando llegan aquí, se les abandona. Hay que hacer un plan organizado para que tengan un seguimiento y no supongan un peligro ni para ellos ni para los demás. El segundo eje es la erradicación de la ocupación ilegal. Tenemos barrios como La Verneda, donde han tenido que montar guardias los propios vecinos para evitar ocupaciones. Es necesario también erradicar la venta ilegal, el tema del top manta. Es algo que perjudica al comercio y lanza un mensaje de que en esta ciudad se puede hacer de todo. Provoca, además, un problema de seguridad por las estampidas y por las mafias y la trata de personas. Pedimos también prevención y un plan de civismo. Una campaña para que se respeten las ordenanzas, para que residentes y visitantes tengan claro que en esta ciudad hay que respetar las normas y que todos tenemos que convivir. Pedimos, por otro lado, un modelo de seguridad basado en la proximidad, recuperando determinadas figuras en los barrios. Que haya más patrullas en los barrios y que sean más cercanas al ciudadano. Ellos pusieron en marcha la figura del agente cívico pero, a día de hoy, nadie sabe cuáles han sido sus resultados, a pesar de que se los hemos pedido. Y, finalmente, pedimos que se incremente el número de agentes. Pero ellos, incluso, quieren hasta echar a la Policía Nacional de Barcelona.
En Ciudadanos no hemos sabido explicar la decisión de no apoyar un gobierno del PSOE.
¿Y no les han aceptado ninguno de estos puntos?
Ninguno. Incluso nos reunimos con el concejal Albert Batlle para intentar llegar a algún tipo de acuerdo. Yo pedí un pacto por la ciudad, que mejorar esto fuera un mérito de todos. Pero no hubo manera. Aquí solo hay sectarismo ideológico y falta de planificación y gestión.
Es evidente que Ciudadanos está atravesando un mal momento a nivel nacional. ¿Cómo se contempla esa situación desde Barcelona?
Yo conozco muy bien mi partido. Hemos trabajado con mucha más voluntad que medios, pero siempre con consenso. Ha habido un proceso de crecimiento natural en el que nos hemos equivocado, pero también hemos evolucionado. Pero sigo teniendo la confianza porque conozco el trasfondo del partido y por lo que estamos. Nosotros tenemos la voluntad de crecer y seguir trabajando. Hay baches, como en todo. Pero a nosotros no se nos perdona como a otros. Mire el PSOE, es ya el partido más corrupto de esta democracia y, sin embargo, se les perdona. Con Ciudadanos se ha sido tremendamente exigente.
¿Cuál ha sido para usted el error que explica la debacle?
Básicamente, que no hemos sabido hacer llegar a la ciudadanía nuestra decisión de no apoyar al PSOE. Nosotros hemos actuado conforme a la responsabilidad que teníamos. Y ahora, viendo los pactos que está intentando cerrar Pedro Sánchez, se ve también que teníamos razón. Sánchez siempre ha elegido a sus socios de antemano. Y nunca hubo una posibilidad mínima de pacto con Ciudadanos. Muchas proclamas, muchas frases, mucho hablar del pasado… pero la realidad es que no quería buscar ningún consenso con nosotros. Ahora se confirma que Ciudadanos era más necesario que nunca porque éramos el partido que podía llevar a España al centro, a las reformas que hacen falta. Y eso no se supo explicar bien. Además, había una campaña de acoso y derribo contra Albert Rivera. Él es una persona responsable que ha decidido dar un paso atrás y permitir que el proyecto siga adelante renovado y espero que con un liderazgo fuerte y potente en la persona de Inés Arrimadas. De todos modos, creo que ya hay mucha gente que nos está echando de menos.
¿Debería volver Ciudadanos a centrar su atención en Cataluña, regresar a los orígenes? Ustedes lideran la oposición pero la verdad es que, tras la marcha de Arrimadas, parece que falta liderazgo.
Esa es su valoración. La verdad es que siempre que hemos ido a las urnas en momentos críticos hemos obtenido buenos resultados. Lo que ha pasado a nivel nacional es una cosa muy puntual y muy marcada. Nosotros siempre hemos sido un partido de vocación nacional. Nacimos aquí diciendo que lo que sucedía en Cataluña podía pasar en España. Y otra vez hemos tenido razón, lamentablemente. Nosotros tenemos un proyecto para España. Gobernamos en Andalucía, Madrid, Castilla-La Mancha y Murcia. Por lo tanto, nuestra vocación nacional está clara. Donde gobernamos, hemos acabado con la corrupción del PSOE. Somos un partido de avance, de progreso, con ideas innovadoras. Pero lo que tenemos de bueno y de malo es que somos unos valientes. No nos cansamos y aquí seguiremos.