El pasado 28 de mayo, el candidato socialista a la Alcaldía del municipio soriano de Ágreda, Jesús Manuel Alonso, retuvo la vara de mando con una holgada victoria en las urnas, hasta el punto de doblar en resultados al PP, principal fuerza de la oposición. Lleva al frente del Ayuntamiento desde 2007. Ahora, el regidor del PSOE, también exsenador, ha adquirido notoriedad nacional por su acerba discrepancia respecto a la deriva negociadora de su partido con Junts y ERC dirigida a amarrar la investidura de Pedro Sánchez.
Habituado a gestionar a la sombra de las estrecheces ligadas a la denominada España vaciada, Alonso hace un juicio moral de la amnistía acordada por su partido con los independentistas de Cataluña al considerar que la iniciativa "no es ética".
En el fondo, sin embargo, sus críticas tienen también que ver con el peligro que el munícipe, como tantos otros gobernantes locales de las filas del PSOE, advierte en una estrategia que puede acabar desarbolando por mucho tiempo el poder territorial de los socialistas. El caso de la aritmética electoral de Ágreda es solo un ejemplo, pero muy elocuente: de once ediles que integran la corporación, los socialistas que encabeza Alonso han obtenido seis, por tres del PP y dos de Vox.
Eventuales efectos en los gobiernos con partidos locales
Estos resultados nada tienen que ver con el dictamen de las urnas durante las elecciones generales del pasado 23 de julio, donde la penalización de los vecinos al PSOE de Sánchez fue inmisericorde: el PP se impuso con nada menos que el 44% de los votos, frente al 26% que obtuvieron los socialistas.
Los ejemplos similares son múltiples, y casi todos ellos se localizan en pequeños municipios de la España interior que los socialistas pudieron retener gracias al apoyo de formaciones locales independientes.
También ese equilibrio puede quebrarse por la ley de amnistía y el trato privilegiado que Sánchez está dispuesto a dispensar al soberanismo catalán a expensas del resto de España. El caso más flagrante en este sentido es el del Ayuntamiento de Palencia, donde Vamos Palencia, que facilitó el gobierno de la alcaldesa socialista de la ciudad, Miram Andrés, medita retirar su apoyo a la regidora, nada afín a Sánchez por otra parte, si finalmente se traspasa la línea roja de aprobar una ley de amnistía.