Pedro Sánchez, María Jesús Montero y Santos Cerdán están subidos en el podio de mando del Partido Socialista Obrero Español. Y los tres fueron sentenciados este jueves por el empresario Víctor de Aldama. El comisionista del 'caso Koldo', la trama corrupta con epicentro en el Ministerio de Transportes que dirigió el ex secretario de organización socialista José Luis Ábalos, tiró de la manta ante el juez de la Audiencia Nacional que la investiga. Su declaración, que la Justicia determinará si se ajusta a o no a los hechos, es, en culquier caso, una bomba que deja a la cúpula dirigente del PSOE muy tocada en vísperas del Congreso Federal que la organización celebrará en Sevilla la próxima semana, del 29 de noviembre al 1 de diciembre.
El cónclave congregará a cerca de 3.000 miembros del partido, de los que 1.095 serán delegados territoriales, y no puede llegar en peor momento. Por los pasillos del Palacio de Congresos y Exposiciones de la capital andaluza se escuchan ya, como una cacofonía premonitoria, las conversaciones sobre la situación en la que queda el PSOE tras las "insinuaciones", como las calificó el propio presidente del Gobierno, vertidas por Aldama en sede judicial. En esas charlas se colará también la refriega política por la gestión de gubernamental de la crisis que desató la riada mortal que anegó la provincia de Valencia, y otras zonas del litoral mediterráneo, y que segó la vida de al menos 220 personas. Sánchez es el gran señalado por Aldama. El presidente insiste en que no le conoce de nada. Pero Aldama intentó dejarle en evidencia y contó que llegó a agradecerle sus gestiones en favor del Gobierno.
Hace meses que las casas del pueblo de toda España son un hervidero de rumores sobre los cambios que acometerá el líder socialista. Y todo parece indicar que el secretario general, que saldrá reelegido por aclamación, moverá varias sillas en la dirección del partido. Tanto María Jesús Montero como Santos Cerdán -números dos y tres de Ferraz- están en la diana. La titular de Hacienda está tocada por la última negociación del paquete fiscal del Gobierno -que finalmente logró sacar adelante-, por la defensa del cupo catalán -que niega que sea un cupo- y porque su nombre salió de la boca de Aldama al situarla en una cena, planeada junto a otros ministros en 2020 -Fernando Grande-Marlaska, Teresa Ribera, Salvador Illa y José Luis Ábalos-, con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, y a la que Sánchez también estaba convocado, siempre según el relato del comisionista.
Santos Cerdán es un capítulo aparte. La mayoría de los socialistas consultados le meten en el bombo de salidas. El secretario de organización lleva casi todo el año en el ojo del huracán, porque fue él quien introdujo en el circuito de poder de Madrid a Koldo García procedente de Navarra, su federación. El estallido del 'caso Koldo' le arrojó a los leones. Cerdán está manchado por la trama y, desde este jueves, por una grave acusación de Aldama, quien dijo que le dio 15.000 euros en un sobre a través del propio Koldo. Los señalados por el empresario -Sánchez, Montero y Cerdán niegan su versión y le acusan de mentir para "tapar ciertas actividades delictivas", como dijo el propio Sánchez a los medios.
El secretario general del PSOE está decidido a convertir el Congreso Federal en un revulsivo para el partido en mitad de una tormenta perfecta. Y, aunque los cambios se dan por hecho, lo cierto es que se dará un baño de masas, porque pondrá en pie a todos, que saldrán a defenderle con una larga ovación. El patio del Congreso de los Diputados fue el ensayo general. Los diputados socialistas, nada más terminar el pleno, se quedaron para esperar a su líder y arroparle durante su comparecencia ante la Prensa. La mayoría no dan credibilidad alguna a la declaración de Aldama. "De momento, la sensación que tenemos todos es que todo es falso. La declaración, sin pruebas, de un presunto delincuente...", explica un destacado socialista. Pero nadie en la formación duda de que la mancha es imborrable. "Vaya jaleo", sintetiza otro dirigente del partido.
Nadie entendió la salida de José Luis Ábalos de Moncloa hace tres años. Fue una inexplicable sorpresa para la mayoría. Pero ahora que su nombre se maneja en la Audiencia Nacional como protagonista necesario de la trama que involucra al empresario Víctor de Aldama, cabe preguntarse si el presidente del Gobierno era conocedor o no del vendabal que se desató en el Ministerio de Transportes y si fue ese o no el motivo por el que cesó a su extodopoderoso hombre de confianza en un intento de cerrar una ventana que ha abierto de nuevo el demoledor informe de la UCO sobre la trama Koldo.
Sánchez vive su peor momento desde que llegó al Palacio de la Moncloa hace más de seis años. El presidente del Gobierno prosigue su huida pese a los obstáculos, cada vez mayores, que se le ponen en un camino de incierto final. Pero por difícil que lo tenga, por mucho que la ética de la asunción de responsabilidades le demande volver a reflexionar sobre su dimisión -como le pide la oposición-, está obcecado y dispuesto a agotar los mil días de legislatura. La situación es insostenible. El estallido del caso, a principios de año, abrió la caja de Pandora. Desde entonces todos los males se han propagado por Moncloa y por Ferraz. La supuesta trama de cobro de mordidas en la compra de mascarillas está detrás de casi todo. De Koldo García -exasesor de Ábalos en el ministerio- se saltó a Begoña Gómez.
La mujer del presidente del Gobierno mantuvo varias reuniones con Aldama, y el CEO de Globalia, Javier Hidalgo, poco antes de que el Ejecutivo aprobara el rescate de la aerolínea Air Europa. Pese a que la Audiencia Provincial de Madrid ya explicitó al juez Juan Carlos Peinado que se limite a investigar las conexiones de Begoña Gómez con el también empresario Juan Carlos Barrabés y la Universidad Complutense, aquellas citas de Aldama con Begoña Gómez, que volvió a corroborar este jueves, sirvieron para poner el foco en su actividad profesional por si es constitutiva de hasta cuatro delitos. El telón se abre en Sevilla.