La designación de Alfonso Alonso para sustituir a Ana Mato en Sanidad es algo más que un relevo. Es un mensaje. El Gobierno 'se politiza', en la irónica expresión de uno de sus miembros. Más carga política para un Ejecutivo de tono gris y anodino, mustio y adocenado. Rajoy pidió este martes a su Comité Ejecutivo que acudan a las teles, a las radios, a las tertulias, a los debates, a las mesas redondas. Ministros y dirigentes del partido tomaron buena nota.
Por los diferentes platós han desfilado esta semana Jorge Fernández, García Tejerina, Ana Pastor, Dolores Cospedal, González Pons... La ministra de Fomento, zamorana con brumas gallegas, comentó: "Yo no voy a cambiar mucho, pero a lo mejor tenemos que dedicar más tiempo a la comunicación". No es precisamente su caso. Pastor es la ministra con más sensibilidad mediática del Gobierno. Es su propia directora de comunicación y su propia relaciones públicas. Conoce a todos los periodistas que se ocupan de política, de economía y del área de su ministerio. Con todos se lleva bien. Hace declaraciones, ejerce de fuente, filtra con astucia... Es decir, todo lo que habitualmente no hacen sus compañeros de gabinete, mayoritariamente torpones, sosos o camuflados en la penumbra para no quemarse.
Este Gobierno no comunica bien, nunca lo ha hecho, ni le ha preocupado demasiado
Es costumbre cargarle el muerto a los problemas de comunicación cuando las cosas apuntan bravas o complicadas. En efecto, este Gobierno no comunica bien, nunca lo ha hecho, ni le ha preocupado demasiado. Los ministros y sus adláteres actuaban como marcianos, semovientes, silentes, abstraídos y lejanos.
Los únicos ministros cien por cien 'políticos' de Rajoy eran el dimitido Ruiz-Gallardón y el incontinente García-Margallo. Como a su jefe, a los miembros del Ejecutivo les espantan los micrófonos, las preguntas, las comparecencias. Cuestionarios previos, áreas acotadas... Acuden a los encuentros periodísticos más blindados que el caballo de un picador.
En el partido ocurre algo parecido. Dolores Cospedal espacia sus comparecencias cuanto puede. Es directa pero nadie la calificaría de simpática. González Pons, la sonrisa del régimen, se ha ido a Bruselas y se le añora. Floriano pone empeño. Sólo se ofrecen al combate Rafael Hernando, portavoz adjunto en el Congreso y Arenales Serrano, diputada por Valladolid y demoledoramente vistosa. Brujuleaba antes Francisco Granados, pero cayó en desgracia con sus inconvenientes aventuras suizas.
Explicarse mejor
Hasta las antípodas tuvo que viajar Rajoy para, desde Brisbane, reconocer que en adelante intentaría explicarse mejor. Al volver a Madrid, puso deberes a sus capitanes. Hay que salir a la calle, acudir a los medios, vender el producto, insistir en los logros, subrayar los éxitos, airear la recuperación económica. Hablar más y ocupar espacios. "No deja de tener gracia, los de Podemos se esconden y nosotros saltamos a la palestra", bromeaba la mencionada fuente.
Nadie duda de que la incorporación de Alfonso Alonso al Gobierno va por esta línea. El jefe de filas del grupo parlamentario del PP es un excelente comunicador, activo y buen dialéctico. Se ha partido la cara tanto por el PP como por el Gobierno en miles de ocasiones. Nunca se pone de perfil. Así los quiere Rajoy, al menos ahora. Hace unos meses, al presidente más bien le agradaban los ministros silenciosos o taciturnos. Así no metían la pata. El libreto ha cambiado. Dice Pedro Arriola, el gurú de las encuestas del Gobierno, que hay que movilizar a tres millones de votantes que piensan quedarse en casa en los próximos comicios de mayo.
El jefe de filas del grupo parlamentario del PP es un excelente comunicador, activo y buen dialéctico
La tonadilla de la recuperación
Ahora se trata, también, de 'hacer política'. La tonadilla de la recuperación apenas entusiasma. Se burlaba Montoro, este viernes tras el Consejo de Ministros, de esta teoría: "Ahora nos dicen que toca hacer política. Y Rajoy nos comentaba que él la lleva haciendo desde hace 35 años, je, je...".
La reforma fiscal de Montoro ha perecido mediáticamente antes de nacer. Alonso toma el relevo. Su ministerio lo permite. No con la sanidad, transferida, que no da más de sí, sino con las políticas sociales. Es la nueva muletilla, el nuevo mantra. Ya nadie habla, ni en el PP, de 'mayorías suficientes' o 'mayorías holgadas' para gobernar. Se habla de 'mayorías sociales'. Efectos de la podemización. Alonso es también el ministro de la dependencia, la discapacidad, la inclusión social, la igualdad, la infancia, la ONG, los mayores... Un área de efectos directos en la población y de un impacto notorio en tiempos electorales. Cuando la ministra Mato, de ese área se encargaba Moreno Bonilla, ahora parachutado al PP andaluz. Un desastre, no hizo nada. Pero Alonso lo tiene claro.
"Dadme un poco de presupuesto y moveré las encuestas", le ha venido a decir a Montoro, para que muestre cierta generosidad en los apartados de Sanidad y Dependencia. El Gobierno se moviliza. Sin demasiados aspavientos, pero lo intenta. No se pude pasar del estancamiento al acelerón en dos días. Pero pasadas las navidades, el cambio deberá ser ostensible. Más movimiento y más política. Es lo que les ha pedido Rajoy.