El Club Tocqueville cumple su primer aniversario con el objetivo de continuar afrontando con seriedad el debate contra el independentismo desde las ideas y no desde las movilizaciones. La empresa no es fácil, con numerosas trabas y sin herramientas institucionales -renuncian a subvenciones y es silenciado por TV3, el principal altavoz mediático de cualquier protesta, por pequeña que sea, en pro del independentismo-.
El Club está formado por diversos perfiles ideológicos, desde una derecha liberal hasta un catalanismo moderado y constitucionalista. Todos ellos tienen en común la defensa de un debate de ideas dentro de la Carta Magna, incluidos los mecanismos de su reforma, como principal eje vertebrador y transversal.
También defienden la Monarquía y tratan de desmontar con argumentos el empecinamiento de una España construida bajo la premisa de "nación de naciones", "federalista" o cualquier otra alternativa similar.
Albert Gibernau, secretario de este club fundado por el escritor Valentí Puig, doctores universitarios, profesores y abogados, entre otros, se definen como un "Think Tank" constitucionalista, ha respondido a las preguntas de Vozpópuli, mostrando los principios de este desconocido club entre el gran público y centrado en las ideas que respaldan la Constitución.
No tienen predilección entre las formaciones no independentistas, ni piden el voto por un partido político concreto. Su única premisa es el respeto a la Constitución y a las leyes establecidas.
Silenciados por TV3
En TV3 no hay constancia de entrevistas a ninguno de sus fundadores como miembros de este Club, pese a que la cadena pública catalana sí recoge pequeñas protestas independentistas, independientemente del número de personas que las protagonicen. Las cámaras de TV3 no han aparecido más que algún acto del Club, pero para entrevistar al ponente invitado, y no a los anfitriones.
La principal premisa de la que parten es que "Cataluña es una parte sustantiva de España". "El manifiesto fundacional es un gran argumentario", ha indicado Gibernau cuando se le pregunta respecto a debatir con los independentistas. "El progreso en Cataluña y el resto de España se ha conseguido gracias a la unidad, y no tomando caminos separados", ha recordado el secretario del Club Tocqueville, quien ha admitido una "fractura latente" en la sociedad catalana. En este sentido, ha comentado que el continuo desprecio a la ley por parte de los independentistas es un "flaco favor a la democracia", precisamente una de sus principales reivindicaciones. "Los independentistas no dan por buenas las resoluciones judiciales contrarias a su pensamiento", ha afirmado. "La única sentencia en el juicio del procés que aceptarían sería la absolución", ha rematado.
Tumbar las mentiras del independentismo
También ha explicado los motivos por los que falta autocrítica en el independentismo. El primero es que no existen voces contrarias entre los principales dirigentes, tampoco entre subalternos. "El miedo a ser tachado de 'botifler' pesa", ha señalado. 'Botifler' es el peor insulto que puede recibir un independentista, su significado es "traidor a la patria catalana".
El segundo motivo, es la fábrica de excusas de los independentistas con las llamadas 'jugades mestres' -jugadas maestras-, como la polémica declaración de Carme Forcadell en el juicio, cuando afirmó que el 1-O era un "gesto", una mentira. Los separatistas salieron en tromba a defenderla asegurando que sus palabras eran parte de su estrategia de defensa. Ninguna de las voces autorizadas clamó al cielo, nadie quería creer la veracidad de sus palabras, pese a que el 1-O era la principal premisa para declarar la "independencia fake", que apenas duró unos ocho segundos, otra de las grandes 'jugades mestres' de una Generalitat entonces presidida por Carles Puigdemont.
Como ejemplos de ello se encuentran Santi Vila como máximo exponente. Vila es uno de los investigados en el llamado juicio del procés y marginado por el resto de acusados y testigos, como ocurrió con Gabriel Rufián, que saludó a todos menos al exconsejero de Empresa. También aparecen los nombres de consejeros que hicieron las maletas antes de promulgarse las llamadas leyes de desconexión o quienes sopesaron antes las consecuencias de los actos a los principios separatistas -desobediencia, transgredir la Constitución, alentar a la ciudadanía a un referéndum ilegal, para después destapar el engaño.
"Defender la Constitución con orgullo"
Sin embargo, pese a esta mentira, los votantes independentistas no tienen opciones políticas que les puedan seducir. El Club Tocqueville considera que este debe ser otro de los ejes de lucha para minar al independentismo. Según ha señalado Gibernau, los constitucionalistas deben dar la batalla en ese sentido, poniendo en valor a la Constitución Española, sin que ésta sea una arma electoral.
"Antes de 2012, CiU era una alternativa a los catalanistas moderados, sin exigir la independencia alcanzaron los 62 diputados", ha recordado Gibernau. Con el cambio de estrategia y ante la falta de una oposición catalanista que aglutine a estos votantes, CiU se fue radicalizando para acercarse a los votantes de ERC, abiertamente separatista desde su fundación. Esta estrategia fue el inicio de el proceso de autodestrucción de CiU.
La búsqueda de la unidad constitucionalista, el objetivo
Primero con la ruptura de la antigua Convergència, cuyo núcleo duro, el llamado 'pinyol', sucumbía a la catástrofe, de los 62 diputados pasaron a solo 34, y ahora ERC trata de dar por primera vez el 'sorpasso', y la escisión primero de Unió, cuyo líder Josep Antoni Duran Lleida, pasó de ser respetado a defenestrado por no respaldar la separación de Cataluña del resto de España.
Con estos antecedentes, el Club Tocqueville piden a los partidos constitucionalistas estar orgullosos de la Constitución, haciendo una "defensa no electoralista" de la Carta Magna, apelando a los pactos conseguidos en la Transición. "Si dos partes tan antagonistas como Manuel Fraga y Santiago Carrillo pudieron encontrar numerosos puntos de encuentro, se podrán acuerdos por el bien de España y Cataluña", ha indicado Gibernau.
Para Cataluña no hay solución rápida
También ha señalado que "no hay una solución rápida" ni mágica para el problema en Cataluña, pero sí se pueden exponer distintas vías para poder encontrarla, como debatir ideológicamente al independentismo. "No con ideas de que la independencia no es posible", sino desde otra óptica: "No es deseable" por las consecuencias, efectos negativos, mientras anima a los partidos constitucionalistas a tejer una mayoría alternativa a los independentistas, pero explicando con "claridad" que se trata de una opción no separatista. "Se puede ser catalanista y constitucionalista", ha indicado Gibernau, un hueco que ahora mismo está vacío de propuestas.
"El catalanismo constitucionalista está huérfano", ha advertido. Los votantes de este grupo siguen votando a opciones independentistas ante el vacío dejado por el resto de partidos. Por este motivo, cree que debe existir esta opción, que restaría votos al PDeCat. "Es un drama para los votantes moderados de PDeCat", ha señalado.
Por este motivo ha señalado que el PSC debe mostrarse con transparencia y defender la constitución, evitando expresiones como indultos a los procesados por el referéndum ilegal, reformas constitucionales para contentar a los independentistas, y defender la Carta Magna.
"El PSC puede recuperar votos de CiU"
"El PSC puede recuperar votos CiU", ha indicado Gibernau. Pese a la caída de los separatistas, los socialistas liderados por Miquel Iceta tan solo recuperaron un escaño, aunque la previsión era obtener entre cinco o seis más en las pasadas autonómicas.
Si bien es verdad que existe una falta de unidad entre los constitucionalitas, es deseable recuperar el espíritu del 8-O, cuando miles de catalanes llenaron las calles de Barcelona para defender la unidad de España. "Hay que volver a esta unidad", ha emplazado Gibernau, mostrando su preferencia personal por una formación nacida en Cataluña, sin que tenga que acatar órdenes de Madrid.
Una idea sería la línea transversal de Manuel Valls, que ha congregado a expesos pesados del PSC, de Unió y de otras plataformas catalanistas no independentistas, mientras descartan la solución de Podemos, que ya han pedido un reférendum vinculante en Cataluña.
La apuesta por una sociedad "estable, bilingüe y plural"
Entre los miembros fundadores de este Club se encuentran Josep Maria Castellà, el historiador Jordi Canal, la doctoranda en Derecho de la UE (Universidad de Oxford) Núria González, el doctor en Derecho y profesor de IESE Ricardo Calleja, la profesora titular de Ciencias Políticas (UAB) Ana Mar Fernández, el economista Albert Guivernau, el crítico literario Ponç Puigdevall y el abogado Arnau Guasch.
Estos miembros promueven "el intercambio de ideas y no la confrontación de identidades, la prosperidad y no la incertidumbre económica, la seguridad jurídica y no la ruptura, un sistema de opinión que corresponda a una sociedad compleja y no al reduccionismo populista", y apuestan por "una sociedad catalana abierta y estable, una sociedad bilingüe y plural".
Carta de Valentí Puig, escritor y fundador del Club
En abril del año pasado lanzamos el Club Tocqueville. Eran tiempos confusos. Siguen siéndolo. El inminente proceso electoral es una incógnita. Desde el espíritu constitucionalista que es la razón de ser del Club Tocqueville el diagnóstico era y es de inestabilidad. Entendemos que el “procés”, y más aún dada la evolución del juicio en el Tribunal Supremo, ha consumado su autodestrucción pero no sabemos con qué consecuencias para las instituciones y para el orden constitucional. La volatilidad del voto se prevé intensa.
En la medida en que sabíamos de la hostilidad ambiental al constitucionalismo, un año más tarde de su primera aparición la presencia del Club Tocqueville –actos públicos, intervenciones, seminarios- parece garantizada plenamente. Lo avalan los nuevos miembros, el éxito de nuestras convocatorias, las colaboraciones institucionales o las conexiones con asociaciones afines. Desde el primer día nos dirigíamos a una sociedad catalana que sabe que la fractura constitucional dañaría la cohesión y convivencia en Cataluña.
Algo ha cambiado: puede hablarse de un repliegue del secesionismo, aunque instituciones públicas como TV3 o Catalunya Ràdio todos los días distorsionen y manipulen. El plan del “procés” ha fracasado. Incluso sus instigadores más destacados declaran que el 1-O fue tan solo un gesto, como si eso les procurase impunidad. Veremos cómo son enjuiciadas aquellas irresponsabilidades al tiempo que ratificamos que el mejor futuro de Cataluña es seguir siendo parte sustantiva de una España constitucional, una monarquía parlamentaria que es miembro de la Unión Europea y actor influyente en Iberoamérica.
Aquí estamos. Creemos en las minorías creativas y en su aportación al capital intelectual de un país. A la vez vivimos en una época de cambios acelerados. Alexis de Tocqueville es más que nunca una referencia frente al antisistema, la demagogia populista, la transgresión institucional y el oscurantismo político. Queda mucho por aprender de su inteligencia de la complejidad, como cuando decía que un tiempo no se ajusta bien a otro tiempo, y esos cuadros antiguos que por la fuerza tratamos de encajar en marcos nuevos producen siempre un mal efecto. Seguimos a disposición de una sociedad catalana plural y convencida de su capacidad de convivir, a pesar del tribalismo de la secesión.