Repetición. Una y otra vez. Y vuelta a empezar. Porque la clave de un desactivador de explosivos del Ejército español está en repetir los procedimientos. Enfrentarse a tantas situaciones como sea posible para responder a cualquier amenaza. Cada una de ellas es diferente. “Esto no son matemáticas”, advierte el subteniente Cabello en conversación con Vozpópuli desde Eslovaquia. Junto a su equipo, forma parte del contingente que España ha desplegado en este país, liderando este contingente multinacional de disuasión de la OTAN en su flanco este.
“Este es el equipo de desactivación de explosivos de la Brigada Paracaidista”, resume el subteniente Cabello, conocido bajo el nombre de guerra Tururú, a medida que presenta a sus compañeros: cabo Pestaña, caballero legionario paracaidista Del Corral y sargento primero Martín Calvo. Luce el sol y una densa alfombra de hierba atravesada por caminos embarrados cubre hasta donde alcanza la vista, salpicada en ocasiones de zonas boscosas.
“Nuestro trabajo simplemente es neutralizar la amenaza explosiva en las zonas de operaciones que desplegamos. Tenemos bastante experiencia y es un trabajo que dependiendo del sitio es mas movido o menos movido”.
El equipo de desactivadores de explosivos de la Brigada Paracaidista se instruye estos días en la base militar de Lešť, donde se concentra el grueso de las fuerzas de la OTAN en Eslovaquia. En total, 1.200 efectivos, de los que España aporta 800, además de ser la nación líder del contingente multinacional: los propios eslovacos, además de eslovenos, checos y portugueses, completan la fuerza.
Esta misma semana han conducido unas ambiciosas maniobras en las que simulaban la irrupción de un enemigo en el territorio para hacerse con el poder de un hub logístico. El objetivo era contener estas acometidas, contraatacar y, en la medida de lo posible, expulsar a todas las fuerzas hostiles de la región. Todo ello para fomentar la interoperabilidad de todas las naciones participantes y reforzar la seguridad en el flanco este de la OTAN.
Un IED en el helipuerto
Los desactivadores de explosivos de la Brigada Paracaidista también pusieron a prueba sus capacidades. Lo hicieron desde su vehículo EOD, de reciente adquisición por parte del Ejército de Tierra; construido sobre la base de un VAMTAC, ofrece blindaje a los cuatro miembros del equipo y permite operar desde dentro a los robots desactivadores, uno del modelo Avenger y otro correspondiente al Theodor.
En el simulacro, los especialistas han detectado un paquete sospechoso junto a un helipuerto. Se trata de un artefacto explosivo improvisado, conocido bajo el nombre técnico de IED, por sus siglas en inglés.
“Que no es que sea simulado, es que nos ha pasado en la vida real en otras zonas de operaciones. Es una zona de aterrizaje, nos han puesto un artefacto, el pelotón de zapadores lo ha identificado y es cuando nos llaman a nosotros para encargarnos de la amenaza”, explican a este diario. Con el robot Avenger y desde una posición segura, se aproximan hasta el IED y lo neutralizan sin desactivarlo. Porque si lo detonan, perderían la oportunidad de obtener información valiosa de la carga, y así aprender para futuros artefactos y tratar de obtener información sobre su autoría y colocación.
"Cada situación es distinta"
¿Se puede neutralizar una carga sin desactivarla? “Esto no son matemáticas. Hay que ver lo que tenemos y valorarlo, cuál es la forma más segura. Lo puedo neutralizar en un momento para que no detone y más tarde, en zona más segura, desactivarlo completamente”, detalla el subteniente Cabello. “Cada situación es totalmente distinta”.
Pero se trata de un trabajo que cuenta con el apoyo de otra unidad. Son los zapadores, que realizan labores de reconocimiento y les advierten ante cualquier amenaza que puedan detectar. “Hemos visto explosivos simulados hasta temporizados, con doble y triple iniciación. Me he encontrado de todo. En Afganistán, Irak… En Líbano, menos; en Líbano más con municiones convencionales. Nos hemos encontrado de todo. Nos adaptamos, pero el que pone estas cosas también se adapta”, desvela el subteniente Cabello, de 50 años y una vida dedicada a la desactivación de explosivos.
“Igual que neutralizamos IEDs, también municiones reglamentarias que se lanzan, caen y no detonan. O que están en mal estado, o lo que pueda ocurrir”, añade. De ahí su importancia en esta misión de la OTAN en Eslovaquia, liderada por España, y donde de forma constante se ponen a pruebas las capacidades del contingente multinacional.
“Atendemos toda amenaza explosiva que haya, excepto la nuclear [sonríe con una mueca]. Las minas terrestres, las contrapersonal, las contracarro... Ya sabemos que España, las contrapersonal, no las puede poner; pero hay otros países que sí y nos tenemos que instruir para ello. Nuestro trabajo en el día a día consiste en eso. Tenemos programas de instrucción que van de menos a mas. Y se repite. Se repite mucho. Porque en la repetición esta la clave del éxito”.