La lava del volcán de La Palma ha comenzado a ganarle terreno al mar hasta formar un delta de unos 500 metros de ancho y, de momento, el viento mantiene alejada de la costa la columna de vapor de agua y de gases posiblemente tóxicos generada por el contacto entre el magma y el océano.
Por si acaso, y hasta que no haya resultados definitivos de un estudio de seguimiento de los gases emitidos, se mantiene en vigor el confinamiento de la población de los núcleos de San Borondón, Marina Alta, Marina Baja y La Condesa, así como la zona de exclusión de navegación de dos millas.
Los científicos que monitorizan la actividad del volcán no aprecian evidencias de que la dinámica del proceso eruptivo sea estable. La erupción no está "estabilizada" y existe una dinámica "que se escapa a nuestro control", ha admitido Rubén Fernández, director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca).