Mariano Rajoy apenas desvela sus planes de futuro. En estas fechas de incertidumbre, habla tan sólo del horizonte más próximo, de centrarse en la campaña electoral de unas elecciones anticipadas e intentar mantenerse en el Gobierno. Caso de que lograra mantener su continuidad en La Moncloa, abordaría la renovación del partido en un congreso nacional eternamente aplazado. Congreso que tendría un carácter ‘abierto’, como reclamaba este lunes Núñez-Feijóo, con diversos candidatos. No es asunto que preocupe demasiado a Rajoy. En Génova, sin embargo, las tensiones, pugnas y turbulencias apenas conceden un minuto de tranquilidad. Los aspirantes a la posible sucesión buscan su hueco. Quizás inútilmente. "Hay un clima prebélico al que Rajoy es absolutamente ajeno", comentan fuentes de confianza.
Circulan estos días versiones muy dispares sobre el futuro del PP si se da la circunstancia de que Rajoy siga en el Gobierno
Circulan versiones muy dispares sobre el futuro del PP si se da la circunstancia de que Rajoy siga en el Gobierno. Hablan incluso de que cedería la presidencia del partido y se mantendría exclusivamente centrado en los menesteres del Ejecutivo, que es lo que realmente le interesa. El PP le aburre y le crea demasiados conflictos, pese a que suma cuatro décadas de militancia. En su segundo mandato, buscaría la fórmula para teledirigir el proceso de relevo en su formación. Al estilo vasco, o ahora el catalán, un presidente para el Gobierno y otro en el partido.
El propio Feijóo es el candidato que más se menciona para ocupar el nuevo cargo. Reciente está su sacrificio al asumir por tercera vez presentarse candidato a las elecciones gallegas. Un gesto que merece recompensa. Incluso ya estaría hablado con el propio Rajoy, a quien el presidente le agradeció personalmente que abandonara sus planes de instalarse en Madrid o dedicarse a la empresa privada, al estilo de Basagoiti. Si Feijóo no logra un tercer mandato, saltaría al vértice de Génova, de acuerdo con esta estrategia.
Apellidos en pugna
La estrella del actual presidente de la Xunta había perdido algo de brillo. La aparición de nuevos jugadores en el partido de la sucesión le había eclipsado. Cifuentes, Casado, Alonso, Pastor, la propia Sáenz de Santamaría, fluctuaban con insistencia en las quinielas del relevo. El eterno delfín se quedaba en la cuneta. Una conversación a fondo con Rajoy podría haber despejado el panorama, de acuerdo con fuentes de Génova. El presidente del PP valora la lealtad y la experiencia. Sin ser grandes amigos, sin compartir familias comunes en el PP, se fía de Feijóo más que de muchos de los que ahora intrigan y brujulean para situarse en la cúspide. Es un profesional.
Cospedal sería la encargada de conducir este congreso de la regeneración
Dolores Cospedal, secretaria general de la formación conservadora, sería la encargada de conducir este congreso de la regeneración y el cambio. El presidente de la Xunta tiene enorme predicamento entre gran parte de la dirigencia. Algo en lo que falla la que sería quizás su rival más directa, Soraya Sáez de Santamaría, pese a que cuenta con el respaldo de las regionales de Andalucía, País Vasco y Castilla y León. Los últimos movimientos surgidos del entorno de la vicepresidenta, como la defenestración y apuntillamiento de José Manuel Soria, el ataque virulento a José María Aznar y la andanada a los ‘jóvenes cachorros’ de la cúpula de Génova, ha producido un movimiento de malestar y encono hacia la que sigue siendo la ‘candidata más previsible’.
El presidente en funciones no conversa de estos asuntos. “Quizás le dedica diez minutos a la semana”, apunta uno de sus fieles. Habla con la gente cuando sale de Madrid, con la militancia, con los simpatizantes, como este fin de semana que aparecerá por Córdoba con las Nuevas Generaciones, o el sábado último que estuvo en Zaragoza. Pero el futuro del PP no es asunto que le obsesione. “Si hay elecciones y no logra el apoyo suficiente para formar gobierno, todos estos planes se irían al garete”, mantiene esta fuente. Rajoy enfilaría el camino a casa y el partido se abriría en canal, con un futuro incierto y quizás sombrío. ¿A qué, entonces, darle tantas vueltas?