"La violencia entre los menores de bandas se ha incrementado. No tanto por la cantidad pero sí llama la atención la intensidad y los daños que se producen". Son las reflexiones que realiza una fuente policial a Vozpópuli sobre las últimas actuaciones de los menores integrantes de las bandas latinas. En los que llevamos de año en Madrid se han producido al menos cinco ataques entre miembros de estos grupos en las inmediaciones de los centros escolares.
Los agentes del área de Información de la Policía Nacional son los encargados de vigilar y controlar los pasos de estos jóvenes. "Son más los casos que evitamos que los que salen a la luz", advierten estas fuentes sobre la problemática de las bandas.
Los colegios son los principales epicentros de reclutamiento de estos grupos criminales. Allí, seducen a los menores para que formen parte de sus bandas y también son los lugares donde les ponen retos para iniciarse en el mundo delictivo: desde no ir a clase hasta acudir a otros centros para agredir a rivales.
En lo que llevamos de año, solo en la ciudad de Madrid, se han producido al menos cinco de estos ataques en las inmediaciones de las instalaciones escolares. Llama la atención que en un colegio de Usera se han repetidos los hechos de estos grupos.
El primero de estos sucesos se produjo el pasado 10 de febrero en el Instituto Pedro Salinas de Usera. Un grupo de chicas dio una paliza a otra menor de 13 años. En las imágenes que revisaron los agentes se comprueba como las atacantes reprocharon a las víctima que pertenecía a una banda. Fue calificada de "pencos", la forma despectiva de referirse a los miembros de los Dominican Don't Play (DDP).
"Se ganan el respeto y el miedo en las redes"
"Tienen la necesidad de que todas estas batallas se difundan por redes sociales. Necesitan ese reconocimiento para granjearse el respeto y el miedo de las bandas rivales. Es toda una estrategia", apuntan estas fuentes en referencias a los múltiples vídeos de pandilleros que se divulgan en Tik Tok o en Instagram.
El siguiente ataque se produjo el 23 de mayo en el distrito de Puente de Vallecas. Un joven español de 14 años salió de su instituto, el Centro Cultural Salmantino, para comprar en una tienda. En este establecimiento fue agredido por cuatro jóvenes con dos armas blancas que le hirieron en el glúteo y en el cuello.
Las investigaciones dilucidaron que fue una venganza entre bandas. La víctima era simpatizante de los Ñetas y sus agresores cuatro Trinitarios, de entre 13 y 15 años. Todo fue en respuesta por un ataque previo del joven que resultó herido. Sabían donde estudiaba y fueron a buscarle.
Dos veces en el mismo instituto de Usera
Igualmente grave fue el apuñalamiento de un chico de 15 años en el abdomen el pasado 15 de septiembre a las puertas del Colegio Vedruna en Carabanchel. A plena luz del día y frente a la mirada de decenas de niños. Fue otro episodio de bandas y la Policía Nacional detuvo al presunto agresor. Los atacantes fueron a buscarle a su centro educativo.
El Instituto Tierno Galván de Usera ha vivido este años dos episodios de similares características. El primero de ellos fue el 16 de junio. La víctima, un joven de 15 años, recibió un machetazo. Sufrió una herida abierta en el brazo izquierdo.
La semana pasada, el viernes en concreto, un joven de 17 años de edad resultó herido leve tras recibir varios pinchazos por la espalda. Los hechos ocurrieron cuando salía de ese instituto en Usera. En ambos casos los responsables fueron los miembros de bandas. Varios adolescentes lo acorralaron y apuñalaron con un objeto punzante, posiblemente unas llaves, sobre las 14:00 horas. El herido pudo huir a tiempo y refugiarse en el colegio, donde avisó a los servicios de emergencia.
"¿Mártires o héroes?"
Los expertos policiales avisan que estos chicos no vienen todos de familias desestructuradas. "Son jóvenes de cualquier tipo que se encuentran solos, desubicados y tienen carencias afectivas. No solo se da en las zonas más deprimidas", advierten.
Este estereotipo que se ha alimentado está alejado de la realidad. Estos menores buscan la lealtad a un líder, el afán de pertenencia a un grupo que les proteja y que les cubra su necesidad de ser y sentirse importante. "Les ofrecen entidad y vinculaciones como mártires o como héroes", explican.
Las tres bases sobre las que se asientan son las drogas, el alcohol y las redes sociales. Todas van en conjunción y todas son necesarios en este tipo de organizaciones criminales. El abuso de estas adicciones les convierten en personas sin personalidad: manejables para ser usados en las bandas.