Ha defendido durante semanas que dimitir sería rendirse al acoso y derribo de la extrema derecha pero al final Mónica Oltra, la política tenaz, ambiciosa y más mediática de la política valenciana actual, no ha tenido más remedio que renunciar al cargo de vicepresidenta, consellera y portavoz del Gobierno, así como a su escaño como diputada.
La imputación judicial por la actuación de su Conselleria en el caso de abusos sexuales a una menor tutelada por su exmarido ha truncado una trayectoria política ascendente que le ha llevado a ser, hasta este martes, la número dos y la cara de un Gobierno valenciano tripartito en el que ha ejercido de portavoz siete años, y uno de los pilares de Compromís, el partido que contribuyó en 2015 a desalojar al PP de la Generalitat.
Oltra, política desde la juventud
La política ha marcado desde bien joven la vida de Oltra, quien nació hace 52 años en Neuss (Alemania), ya que su padre estaba casado cuando se enamoró de su madre y, a falta de una ley de divorcio en España, se fueron a vivir su historia de amor a Alemania.
A los 15 años volvió a Valencia, donde inició una militancia política que arrancó en el Partido Comunista y que posteriormente le llevaría a Esquerra Unida y finalmente a Compromís, coalición en la que se integra su partido, Iniciativa del Poble Valencià (IdPV).
Abogada de profesión, accedió en 2007 a un escaño en Les Corts como diputada de Esquerra Unida dentro de la coalición Compromís, si bien al poco de comenzar la legislatura participó en la defenestración de la portavoz, Glòria Marcos, a la que sustituyó en el cargo, y tras ser expulsada de EU pasó a formar parte de IdPV.
Durante dos legislaturas protagonizó una dura oposición a un PP que gozaba de mayoría absoluta y al que se enfrentó sin tregua con vehemencia -también con lemas en sus camisetas- y denunciando su corrupción, lo que le llevó a ser la diputada más veces expulsada del pleno y la primera suspendida temporalmente de la condición de parlamentaria.
De política oposición a política de Gobierno
Su visceralidad en los discursos la hicieron cada vez más conocida fuera del Parlamento valenciano y en las redes sociales, hasta el punto de que en 2015, en las elecciones en las que concurrió como candidata a la presidencia de la Generalitat, se convirtió simbólicamente en una de las caras del cambio político, junto a Manuela Carmena (Madrid) y Ada Colau (Barcelona).
Las urnas dieron entonces un papel decisivo a Compromís, ya que aunque los socialistas fueron el partido de izquierdas más votado en la Comunitat Valenciana, poner fin a veinte años de gobiernos populares en la Generalitat estaba en la mano de este partido valencianista, y así lo peleó Oltra a cara de perro.
En ese primer Gobierno valenciano, integrado por PSPV y Compromís y con el apoyo parlamentario de Podem, y al que se dio el nombre del Botànic por el lugar donde se firmó el pacto (el Jardín Botánico de València), Oltra asumió la vicepresidencia, la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas y la portavocía, y demostró que además de ser política de oposición lo era de gobierno.
Hubo que recurrir a los equilibrios internos entre los partidos del Gobierno Botánico -como la fórmula del ‘mestizaje’, con cargos de las dos formaciones en cada Conselleria-, pero pese a algunos desencuentros personales siempre primó la necesidad de que el cambio no fuera solo un paréntesis de cuatro años.
Una pequeña revolución social
Las elecciones autonómicas de 2019 -que fueron convocadas por Puig de manera anticipada, para disgusto de Oltra y su partido- permitieron reeditar el Pacto del Botànic, esta vez con la entrada de Unides Podem en el Consell, donde la dirigente de Compromís mantuvo las mismas responsabilidades.
Al frente de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas ha reivindicado haber aplicado estos años una “pequeña revolución social” tras asumir unos servicios sociales que el PP dejó “desmantelados”, de la que destaca el impulso del sistema de la dependencia o el Pacto valenciano contra la violencia machista.
Las fricciones políticas entre los socios se han hecho más evidentes esta segunda legislatura, cuando Oltra ha discrepado públicamente de cuestiones lideradas por los socialistas como las medidas contra el coronavirus, la forma de elaborar los presupuestos o la abolición de la prostitución, aunque siempre se han reconducido.
Cacería política
Su imparable trayectoria política ascendente -de la que en los últimos meses había levantado recelos el posible impulso de una plataforma de izquierdas junto a Yolanda Díaz, Ada Colau o Mónica García- empezó a cambiar, sin ella saberlo, un viernes de agosto de 2017 que, según confiesa, no olvidará nunca.
Asegura que fue entonces cuando conoció una citación judicial que afectaba a su entonces marido y que cinco años después, tras un proceso impulsado por denuncias de la extrema derecha -lo que le ha llevado a decir que es una “cacería política” de esos partidos para lograr en los tribunales lo que no pueden en las urnas- ha acabado en su imputación judicial.
Pese al "nunca caminarás sola" o al "si nos tocan a una, nos tocan a todos", proclamadas por sus compañeros de partido en los últimos días y tras una "fiesta" de Compromís del pasado sábado donde fue la gran homenajeada, Oltra, finalmente, ha claudicado.