EH Bildu celebra este fin de semana en Bilbao su "asamblea nacional". Y el ambiente está caldeado porque no todos los socios de la coalición abertzale están cómodos. Arnaldo Otegi y sus compañeros de Sortu copan casi todo el protagonismo de la alianza. Estos días previos a la citada asamblea, en Eusko Alkartasuna, escisión del PNV que creó el exlehendakari Carlos Garaikoetxea, se libra una guerra fratricida entre dos sectores. El bando afín al expresidente del Gobierno vasco reclama tener una mayor autonomía para evitar la desaparición del partido.
En Bildu conviven varias sensibilidades políticas sólo unidas por su nacionalismo irrenunciable. La coalición está liderada por Sortu, marca de la antigua Batasuna, pero también están presentes EA, Alternatiba y no pocos independientes que no tienen carné de militante. El equilibrio de poderes de las diferentes facciones no ha generado demasiados problemas desde que Bildu se creó en 2011. Pero eso se acabó.
La refundación...que lidera Sortu
Ninguno de los socios de Bildu quiere cambiar de marca electoral. Todos consideran que sus resultados electorales son satisfactorios y aspiran a ser la alternativa al PNV. Hace dos años, la coalición inició un proceso de refundación que suponía que cada vez Bildu tendría más peso y sus socios perderían protagonismo.
Para ello, Bildu se dotaría paulatinamente de cargos propios, tanto de dirección como de militancia. Esa máxima se ha traducido, en lo referente a la dirección, en que los dirigentes de Sortu van fagocitando poco a poco al resto. Sin ir más lejos, cuando se creó la Mesa Política de Bildu -su dirección-, la antigua Batasuna copó 12 de los 19 puestos. Además, la identificación mediática y política entre Bildu y Sortu como si fueran la misma cosa es más que habitual fuera y dentro del País Vasco.
El precedente de Aralar y la guerra en EA
Uno de los partidos que fundó Bildu fue Aralar, una escisión de Batasuna creada en 2001 por Patxi Zabaleta -veterano dirigente de HB-. Dicha formación condenaba el terrorismo de ETA y, por ello, en la izquierda abertzale tradicional no se les veía con buenos ojos. Sin embargo, años después ambos socios volvieron a aliarse en el seno de Bildu. En 2017, Aralar anunció su disolución y sus dirigentes se integraron en Bildu. Ese precedente sobrevuela en EA.
Ahora mismo, en Eusko Alkartasuna se ha planteado una pelea sin cuartel entre dos corrientes. Uno de los asuntos que enfrenta a ambas partes es precisamente el encaje dentro de Bildu. El sector oficialista que mantiene el control del partido aboga por una mayor integración en la alianza con Otegi y los suyos. El sector crítico, cuya principal cara visible es la del fundador Carlos Garaikoetxea, reclama "voz propia" y más autonomía para no diluirse en Bildu, si bien este grupo quiere mantener la alianza con Sortu y el resto.
En junio, el hasta entonces secretario general, Pello Urizar, que ya dirigía el partido cuando se creó Bildu, anunció por sorpresa su dimisión. Las hostilidades se han desatado precisamente por su sucesión. Los dos sectores intercambian palabras gruesas y denuncias en los tribunales. Pero, de fondo, está esa lucha por saber qué papel jugarán en Bildu.