"Hay un triple empate con PP y Ciudadanos", "esto es una carrera de fondo", "queda mucho por delante" hasta las elecciones... Frases como estas se oyeron este martes en boca del secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, y de otros miembros del equipo de Pedro Sánchez nada más hacer público el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) su barómetro de abril, que relega a los socialistas a la tercera plaza por vez primera en 40 años de democracia.
La Ejecutiva Federal y las direcciones territoriales más afines se aferran a que el PP está "en caída libre" y a que la diferencia de populares y naranjas sobre ellos es igual o inferior al margen de error del sondeo -2%-; y eso siempre se ha considerado "empate técnico".
Siendo cierto, cuando uno se aleja de esos círculos y pulsa opiniones en el Grupo parlamentario o en distintas federaciones, la sensación más benévola es la de "desolación" porque "en el peor momento del PP, el PSOE no 'tira'".
Y ya si se consulta a los críticos ponen el foco en el secretario general elegido por primarias hace un año: "Pedro Sánchez no 'tira'; es verdad que la sigla está muy tocada pero él anda por los suelos. Solo hay que ver la confianza". Se refieren a lo insólito de que Mariano Rajoy provoque menos rechazo (82,1%) que su líder (85,5%) o a que la alternativa en ciernes, Albert Rivera, salga mucho mejor parada.
Ponen de relieve un dato que consideran definitivo: el 59,9% de los encuestados que se declaran votantes del PSOE dicen tener "poca" o "ninguna confianza" en Sánchez; en el caso de los electores del PP, ese rechazo respecto a Rajoy es tan solo del 39,7%.
"Es decir, nuestros votantes no confían en Pedro", concluyen las fuentes consultadas. Dato más significativo cuanto que esos mismos votantes PSOE son los que en mayor porcentaje declaran espontáneamente que su partido es más "cercano" y le tienen más "simpatía"; por encima de quienes se declaran votantes del PP respecto a su sigla (57,1%), y los de Ciudadanos (62,7%), o Podemos (35,3%).
El PSOE ha perdido ya tres de los cinco puntos que logró el secretario general por el 'efecto burbuja' que supuso su victoria sobre Susana Díaz en las primarias de 2017
Porque, si lo que importa es la "tendencia", como dicen los expertos, la de Pedro Sánchez un año después de las primarias que ganó a Susana Díaz es... hacia abajo; o, si se quiere, de estancamiento. Lo reconocía este martes hasta alguno de sus próximos, que se resisten a hablar de efecto Borrell, la fulgurante caída demoscópica que protagonizó el exministro en 1998 tras ganar en primarias al entonces secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, la candidatura socialista a la Presidencia del Gobierno.
La vuelta de Sánchez a la dirección en mayo de 2017 supuso un crecimiento de cinco puntos en el siguiente barómetro del CIS: el PSOE pasó del 19,9% en estimación de voto durante el mandato de la Comisión Gestora encabezada por Javier Fernández al 24,9% en julio. Pero, tras ese efecto burbuja, el principal partido de la oposición se fue desinflando; Cayó al 23,1% en enero y ahora al 22% con el peligroso añadido de perder el segundo puesto.
Para muchos de los consultados por Vozpópuli lo más grave es esto último, el efecto psicológico de ver que el partido que gobernó 21 años en democracia ya no es alternativa al PP; hasta el punto de que los números darían hoy para un pacto PSOE/C's de investidura... de Rivera.
"Me temo que con este CIS podrán suscitarse dudas de quien quede finalmente primero, PP o Ciudadanos... pero seguro que el PSOE es tercero", dice un exdirigente con mucho peso en Ferraz
"Me temo que con ese CIS podrán suscitarse dudas sobre quien quede primero, PP o Ciudadanos... pero seguro que el PSOE es tercero", señala a este periódico un exdirigente de mucho peso en la historia socialista preocupado por la tendencia más que por los porcentajes o cifras absolutas.
Y el problema no tiene fácil solución. Porque, mientras el PP sólo tiene un competidor electoral por la izquierda, C's, el PSOE tiene uno a derecha, Rivera, y otro a la izquierda, Podemos y Pablo Iglesias, que en este barómetro parecen haber cogido algo de aire. Todo ello compone un cuadro extremadamente complejo para los socialistas, que son los más damnificados de la consolidación del pluripartidismo y con el añadido de que su líder, Sánchez, no está en el escenario donde se dilucida la política, el Congreso.
Un presidente regional alude a este handicap con el siguiente argumento: "Como es una legislatura extraña en la que no se aprueba nada en las Cortes por falta de mayorías, la política es un inmenso plató de televisión" y eso perjudica el debate de "argumentos y proyectos" conveniente a la estrategia del PSOE. A lo cual otra fuente añade con ironía: "Y además no tenemos al actor principal en el escenario".
Pedro Sánchez, por su parte, reaccionó este martes desde Londres al barómetro de abril del CIS saliéndose de la polémica interna socialista sobre si el partido está estancado o no. El secretario general se limitó a resaltar que la derecha está "fraccionada" y que la única alternativa al PP es su partido.
Frente a una derecha fraccionada, el @PSOE es la única alternativa que puede activar el voto progresista para ganar al bloque conservador.#CIS
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) May 8, 2018