La capacidad de las compañías demoscópicas para acertar en las encuestas preelectorales está en el punto de mira. Más allá del polémico CIS de Tezanos y su cocina, las empresas privadas también se enfrentan a dificultades a la hora de predecir los resultados de las elecciones en sus sondeos previos.
La subida de la volatilidad del voto y una menor fidelidad tienen, en parte, culpa de ello. "Los partidos políticos ya no son como los equipos de fútbol. El electorado no es tan fiel. Antes se publicaba un trabajo con varias semanas de antelación a los comicios y los resultados se ajustaban más", comentan fuentes de una conocida consultora de investigación sociológica.
Ahora, ni los sondeos publicados con tan solo una semana de antelación suelen dar en el clavo. Las sorpresas son más frecuentes y la disparidad entre unas firmas y otras es mayor. Así, la media de las encuestas preelectorales de los comicios del 20 de noviembre de 2011 se equivocaron relativamente poco en sus previsiones.
Todo cambió en las generales del 20 de diciembre de 2015. Desde la irrupción de los otrora partidos emergentes en la escena política, el número de opciones aumentó y las firmas demoscópicas vieron dificultada su tarea.
Aunque acertaron en términos generales en sus pronósticos porque el PP fue el más votado, con una amplia ventaja sobre el PSOE, ni siquiera las encuestas publicadas al cierre de los colegios electorales supieron calibrar la fuerza del eje de cambio articulado por Podemos y Ciudadanos.
Ni los sondeos publicados con tan solo una semana de antelación suelen dar en el clavo. Las sorpresas son más frecuentes y la disparidad entre unas firmas y otras es mayor
El 26 de junio de 2016 fue un desastre. Tres días después de la sorpresiva victoria del 'brexit', España estaba llamada a las urnas. Los resultados de aquellos comicios no dejaron en buen lugar a las encuestas previas y el reparto final de escaños estuvo muy alejado del pronosticado por los sondeos: subestimaron al PP y prácticamente daban por seguro el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE.
A la espera de comprobar lo que ocurra con las elecciones de 2019, la irrupción de VOX con 12 inesperados escaños en Andalucía invita a pensar que los aciertos serán reducidos. Fuentes del sector hacen hincapié en que la ley electoral no permite publicar los sondeos la misma semana de las elecciones y todos los trabajos tienen una semana de antelación. De lo contrario, añaden, acertarían más.
Ejemplo de ello fueron a su vez los comicios andaluces. Si bien es cierto que firmas no supieron calibrar el giro a la derecha en la región ni la debacle socialista, GAD3 hizo una encuesta la misma semana de las autonómicas y publicó los resultados con el cierre de los colegios. Estos se ajustaban más a lo ocurrido. "Cada vez hay más indecisos y los votos se deciden a última hora", defienden en una de las principales casas.
Incapacidad de ponderación
La profesora de la Universidad Camilo José Cela y coordinadora de CIGMAP, Gabriela Ortega, explica que existen dos factores técnicos que evidencian que la concepción de que las encuestas demoscópicas fallan más es cierta.
"En el sector de las encuestas, si existen dos partidos que históricamente han tenido un porcentaje determinado de votos, al introducir un tercer elemento nuevo en el mismo universo, no se puede saber a cuál va a quitar votos. Se da una incapacidad de ponderación ante los nuevos actores", apunta.
Según Ortega, también influye que ahora tienen derecho al voto un volumen de votantes que en las últimas elecciones del bipartidismo, las de 2011, tan solo tenían diez años. "Ahora votarán pro primera vez y PP y PSOE probablemente no son sus opciones, muchos no han decidido su voto", señala.
César Calderón, director de la empresa de consultoría Redlines, incide en que cabe preguntarse para qué sirven las encuestas. "Si los ciudadanos consideran que una encuesta es una especie de bola mágica cuya misión es adivinar, meses antes de que se produzcan, el resultado final de unas elecciones ajustado milimétricamente en escaños, lo que hay que decir es que esa percepción ciudadana no se corresponde a la realidad", considera. "La misión de una encuesta es ofrecer una foto fija del resultado en el momento en el que esta se produce", zanja.
Fenómeno mundial
Calderón reconoce que las estimaciones se acercan menos que antes a los resultados. "Hemos pasado de un ecosistema bipolar y básicamente estable en el que dos partidos se repartían la amplia mayoría de votos y escaños en nuestro país a otro multipolar, incierto y volátil: no existen patrones históricos de los que poder tomar patrones de comportamiento de la ciudadanía", explica.
Además, añade que hace pocos años la decisión de voto se tomaba meses antes de ir a las urnas, mientras que en este momento político la gente retrasa cada vez más su proceso de toma de decisión.
"Casi un 30% de ciudadanos toma esa decisión en las últimas 24 horas antes de votar", señala. Por todo ello, las previsiones electorales sean cada vez más complicadas.
¿Son los fallos en las encuestas un fenómeno mundial? Para el director de Redlines sí. El brexit, el triunfo de Trump o el resultado del referéndum por la paz en Colombia son tres ejemplos de ello. "El ciudadano ha comenzado a tomar decisiones de forma diferente a la habitual y atendiendo a otros factores y tempos", dice.
El ciudadano ha comenzado a tomar decisiones de forma diferente a la habitual y atendiendo a otros factores y tempos", dice Calderón
Sin embargo, la profesora Ortega apunta a que "más que fallos", en el caso de Reino Unido y EEUU, los errores tenían más que ver con la llamada "espiral del silencio". "Era políticamente incorrecto decir lo que realmente querías votar", opina.
No obstante, Calderón concluye: "Como no es lo mismo comprar una merluza de pincho en el puerto de Bermeo que hacerlo en un mercado del Sáhara; tampoco es igual atender a los resultados que nos ofrecen encuestadoras españolas excelentes como GAD3 -con tasas de acierto superiores al 90%- a comprar ciegamente el producto en mal estado que nos vende el CIS. Hay encuestas y encuestas".