Política

Las feministas lo tienen claro: “El verdadero coronavirus es el patriarcado”

No hay duda de que el concepto de igualdad es omnipresente y poco le falta para alcanzar la omnipotencia. El feminismo se ha convertido en un arma arrojadiza en política

  • Pancarta de la manifestación feminista del 8 de marzo

No hay duda de que el concepto de igualdad es omnipresente y poco le falta para alcanzar la omnipotencia. El feminismo se ha convertido en un arma arrojadiza en política y en la excusa perfecta para que los más avispados hagan negocio o limpien su imagen ante la opinión pública.

En la tarde de este domingo, cientos de manifestantes se aproximaban hacia la plaza del Emperador Carlos V por la cuesta de la calle de Atocha. A la altura de la plaza de Antón Martín, podían observar un cartel morado que afirmaba: “Si no me entras en la cabeza, no me entras en la vagina”. Era de la empresa Badoo, que promocionaba de esa forma una aplicación de citas de las de 'aquí te pillo, aquí te mato'. En los tiempos del 'sólo sí es sí', el capitalismo que tanto repudian los convocantes ha sabido sacar provecho de una de sus proclamas.

Demuestran cierta obsesión las manifestantes por el área genital, pues eran decenas de pancartas y cánticos las que este domingo aludían -en Madrid- a esa parte de la anatomía. En concreto, a la femenina. A pocos metros del restaurante El Brillante, que está junto a la estación de metro de Las Artes, una niña de no más de 10 años portaba una pancarta que decía: “Hasta el coño”.

Manifestación 8-M en Madrid

A diez minutos a paso ligero de allí, en la plaza de la Bolsa, una mujer con una melena morena y rizada, de estilo afroamericano, gritaba, megáfono en mano que está “hasta los ovarios” de los contratos precarios. En la plaza de Callao, un grupo de feministas que reclamaban que la prostitución no sea legalizada, mostraban una pancarta con el siguiente texto: “Ni cis ni privilegiada, si tienes vagina eres explotada”. Para los no iniciados, cabe aclarar que “cis” hace falta a los individuos “cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual”. Cosa importante, al parecer.

La boina de Calvo

Como a este marzo le ha dado por 'mayear', los termómetros rondaban los 20 grados cuando ha comenzado la manifestación, a la que no ha faltado Begoña Gómez, encantada de figurar siempre que sea menester; y varios ministros. Entre ellos, la vicepresidenta Carmen Calvo, adalid de causas que quitan el sueño a las mujeres, como la lucha por imponer el 'lenguaje inclusivo' en los textos legales. Para la ocasión, había cubierto su cráneo con una boina castellana, chulapa ella, pese a todo.

Varios miembros del Gobierno en la manifestación del 8-M.

La afluencia de esta edición de la huelga feminista ha sido bastante menor que en 2019, algo que se percibía desde el principio de la marcha y, en especial, en el escaso público que a media tarde se congregaba en la esquina más elegante de la ciudad, que es la que gobierna el Edificio Metrópolis y parte la calle de Alcalá y la Gran Vía.

La afluencia de esta edición de la huelga feminista ha sido bastante menor que en 2019, algo que se percibía desde el principio de la marcha

Quizá haya sido por el efecto disuasorio del coronavirus -había varias pancartas que hacían referencia al patógeno, entre ellas, la del titular de este artículo- o quizá porque era domingo y no suele ser un buen día para la movilización. Pero lo cierto es que el año pasado costaba desplazarse a lo largo del recorrido y, en esta ocasión, se hacía con relativa facilidad.

A lo largo del Paseo del Prado, a las 17.00 horas, cuando la marcha arrancó, había un rosario de siglas y reivindicaciones. Una parte de ellas, correspondientes a ese feminismo de zafarrancho que apuesta por el “machete al machirulo” o por “erradicar el capitalismo patriarcal”.

"Manolo, hoy te haces la cena solo"

Entre las consignas que recitaba una muchacha del Sindicato de Estudiantes, de peinado punky y voz estridente, estaba la que expresaba “basta ya de justicia patriarcal”. Un poco más adelante, las manifestantes de la CGT exclamaban: “obrera acosada, patrón colgado”. Poco después, otra compañera avisaba a su marido, pareja o lo que fuera: “Manolo, hoy te haces la cena solo”. Y continuaba: “Estoy hasta las tetas de hacerte las croquetas”.

Pese a que los partidos de la derecha política traten de hacerse hueco dentro de este movimiento, lo cierto es que está comandado por la izquierda, que claramente lo ha patrimonializado. De hecho, los portavoces de Ciudadanos -entre ellos, Begoña Villacís- han sido insultados y abucheados antes de iniciar el recorrido. El episodio ha recordado al que se produjo el pasado verano durante el desfile de la fiesta del orgullo gay, cuando una parte de los asistentes les exigió a voz en grito que se fueran de allí. En este caso, han tenido que hacer lo propio.

La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís (c) y la líder de Ciudadanos en Cataluña Lorena Roldán (i), entre otros, en la manifestación por el Día de la Mujer, este domingo en Madrid.

También ha sufrido la reacción contraria de los manifestantes un tipo calvo y de ojos claros, con un llamativo tatuaje en las cervicales, que portaba varios carteles en favor de la custodia compartida, al considerar que las mujeres salen mejor paradas que los hombres cuando los matrimonios se rompen y toca repartir los bienes y el cariño de los vástagos. “Igualdad de condiciones, trato y recursos ante la ley”, decía una de sus pancartas.

Un manifestante contra la Ley de Igualdad

A mitad del recorrido, fueron cuatro policías los que rodearon, le pidieron la documentación y le advirtieron del riesgo que implicaba el confrontar a varios miles de personas. No opuso especial resistencia, pese a que algún reproche se llevó por parte de los manifestantes más quisquillosos.

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