Moncloa se desmarcó con rapidez: "Estos hechos no afectan en modo alguno al Ejecutivo". La 'bomba Bárcenas acababa de estallar en forma de sentencia condenatoria en la Audiencia Nacional. Sáenz de Santamaría nunca ha aparecido en los vericuetos tóxicos de la Gürtel. En Moncloa no saben nada, es cosa de Génova, comentan sin disimulos. Núñez Feijóo, tampoco. El barón gallego apuntaba una distante autocrítica: "Hay cosas que se hicieron mal".
Dos voces discordantes en plena turbulencia política. Dos aspirantes netos a la carrera sucesoria. Dos competidores de primera línea. Dolores Cospedal ha perdido mucho fuelle en las últimas semanas. El PP está convulsionado en plenos preparativos para la carrera electoral del año entrante. Municipales, autonómicas y europeas. "El drama es ignorar si va a parar, si esto tiene un punto final", comentan desde la región valenciana, donde sufren ahora los cimbronazos del 'caso Zapalana'.
"La corrupción hace mucho daño". Mariano Rajoy había abierto la mañana con estas palabras en la Cope. Y añadía, posiblemente conocedor de la sentencia del caso Gürtel: "Es evidente que el PP es mucho más que diez o quince casos aislados". Argumentos preventivos ante la gran marejada de la Audiencia.
Poco que ver con lo escuchado en boca de Núñez Feijóo, el barón con más predicamento en las filas populares. "Acatar, cumplir y seguir garantizando que esto no va a a suceder de nuevo". Y añadió que "no fue un tesorero muy ejemplar y eso pudo contaminar al PP". El presidente de la Xunta amagó al menos con un apunte de contrición general, al afirmar que "hemos de mandar un mensaje de seguridad de que las cosas que se hicieron mal, no volverán a suceder". Algo se hizo mal y una sección del partido quedó 'contaminada'. A buen entendedor...
"No nos han dejado disfrutar a la aprobación de los presupuestos ni un día", comentaban en las reuniones internas de la dirección popular. El martes, el inesperado sobresalto del caso Zaplana. El jueves, el de la sentencia de Gürtel, en el que dos de los tres jueces del tribunal le complican la vida al PP y al propio presidente del Gobierno.
Génova, en las antípodas de la Moncloa y de Feijóo, reaccionó con un comunicado a la defensiva. Fernando Maíllo y Rafael Hernando, dos de sus portavoces más significados, salieron a ornamentarlo y defenderlo los pasillos del Congreso al tiempo que García Margallo, a pocos metros, clamaba que 'esto es un desastre'. El exministro de Exteriores mantiene una difícil relación con Rajoy desde que se le animó a abandonar el Gabinete para no volver.
Una indemnización y punto
Aquí no pasa nada, decía Maíllo, el coordinador general y número tres de Génova. El PP no ha sido condenado, tan sólo es responsable a 'título lucrativo', lo que conlleva tan sólo el abono de una indemnización. Es una cuestión estrictamente civil y no penal, añadían ambos, con más vehemencia que su presidente. En las antípodas de Feijóo, eso sí.
En la columna vertebral del partido se leía el voto particular y discrepante del juez Hurtado. "Los otros dos se han pasado tres mil kilómetros de frenada", se decía en estos círculos. Julio de Diego y José de Prada, los otros dos magistrados de la terna, se empeñaron en llevar a Rajoy a declarar como testigo, "una medida sin precedentes, ni justificación", añaden. Tuvo que ir en persona, no le permitieron el plasma.
El presidente espanta votos
En el vértice de la formación conservadora la indignación es enorme. En otros niveles, hay bronca, preocupación y desánimo. "Cada día hay algo, este goteo es mortal", aseguraba un alto cargo regional. La ofuscación aumenta. "En dos meses estamos cerrando las listas y, enseguida, ya, nos metemos en campaña", añaden. "¿Cómo se puede ir a unas elecciones con semejante panorama?".
Vuelve a hablarse de la continuidad de Rajoy, un asunto recurrente. El protagonista confesaba en la mencionada entrevista que "se siente con ganas". Hay gente en su entorno que no lo ve así. Al menos, en estos momentos. Nadie lo comenta en abierto, pero por los pasillos del PP es una mercadería que circula sin fatiga. "Rajoy sigue siendo nuestra mejor marca, pero empieza a enviar signos perniciosos", señalan algunos de sus seguidores. "Espanta más votos de los que trae, estos son otros tiempos", deslizan en el invisible sector crítico.
El debate se amplía. La dirección Nacional apenas amaga alguna reacción. "No somos unos chorizos, hay que hacer algo", añaden. En estos círculos la queja se expande. Consideran que la bonanza económica, con enormes picos de crecimiento, ya no es la puerta de entrada a la victoria. Los escándalos pesas, y no se advierte una estrategia clara desde el PP. "Algo habrá que hacer, si seguimos así, nos toparemos con una serio revés en las urnas".