Podemos, partido que nació sobre las cenizas de la crisis de 2008, teme ahora que la crisis derivada del coronavirus se convierta en su catarsis. Pablo Iglesias ha lanzado una operación de marketing dirigida a inflar las medidas sociales del Gobierno (el llamado "escudo social") y su peso en el Ejecutivo para evitar convertirse en el traidor de los más necesitados después de haberse erigido en la voz de los indignados. Fuentes gubernamentales socialistas lo reconocen: "Estamos en una crisis nunca vista y solo hablan de 2008".
Iglesias lo lleva diciendo desde hace al menos una semana. En reuniones con su equipo, pero también en el Consejo de Ministros. "Hay que evitar comparaciones o analogías con 2008". Esta es la orden que ha dado a los suyos el líder de Podemos, quien en tan solo seis años pasó de la Complutense a tener una Vicepresidencia del Gobierno.
Se trata de una campaña bien orquestada que sirve para maquillar el escaso peso de Podemos en el equipo que lidera la lucha contra la crisis (la voz cantante en lo económico lo lleva Nadia Calviño, y en lo político Pedro Sánchez), y para inflar el tamaño de las ayudas lanzadas en España.
Si en Italia, por ejemplo, se han paralizado las hipotecas y se han bloqueados todos los despidos durante dos meses, en España se han agilizados los despidos temporales de los ERTEs ("pan para hoy y hambre para mañana", para muchos actores sociales) y la moratoria sobre la hipoteca se ha descafeinado. Si en Francia se actúa sobre los alquileres, en España todo apunta a que esa medida no se contempla. Y si Alemania prevé movilizar 500.000 millones de euros, España ha prometido 200.000 millones, aunque los fondos directos son solo 17.000. Incluso Italia movilizará más: 25.000 millones.
Hay que aprender de 2008 y garantizar que la gente afronta esta crisis con la máxima seguridad. Las medidas del martes son un paso importantísimo, y trabajamos en más. Y hay que aprender también de esta emergencia y fortalecer los servicios públicos para el futuro. pic.twitter.com/CukBjvobT2
— Pablo Iglesias ?{R} (@PabloIglesias) March 19, 2020
Propaganda a pesar de la cuarentena
Iglesias ha perdido casi todas sus batallas en el Consejo de Ministros. Pero goza de una ventaja. Se trata de su proyección en las redes sociales y la influencia en los medios de comunicación. Facebook, Twitter, radio, televisión y algunos medios digitales, útiles para difundir el mensaje de que él será "garante" de las políticas de ayudas, mientras que el PSOE es el responsable de la austeridad. "Decir que este virus lo paramos unidos es una declaración vacía si esto no significa que ninguna persona quede desamparada", lanzó el jueves a Sánchez.
El líder de Podemos obvia decir que su peso en el Ejecutivo es escaso. Sánchez le ha enjaulado en la atención a los sin techos y las personas que necesitan dependencia (tareas lideradas además por los Ayuntamiento). En lo económico, los socialistas ya casi ni discuten con los ministros de Podemos.
"Tomar o dejar", es el mensaje que envían. Una fuentes del Ejecutivo lo resume así: "Nadie lo cuenta, pero la verdad es que Podemos no tiene ideas económicas claras, y ha simplemente dicho que sí a lo que se le ofrecía". Podemos responde: "La política es relato". Y a este relato se ha entregado Iglesias.
El mitin del pasado jueves en la Moncloa ha sido la evidencia de esa estrategia. Tuvo que saltarse la cuarentena por el contagio de Irene Montero, su pareja y ministra de Igualdad, para entrar en los hogares de millones de españoles en la hora de la comida: "Hay que aprender de 2008 y garantizar que la gente afronta esta crisis con la máxima seguridad", dijo. Politique d’abord en la época del coronavirus, dirían los franceses.
No tengo coronavirus. Por delante me quedan 14 días de cuarentena cuidando a mi familia y trabajando por medios telemáticos. Gracias a los profesionales de la sanidad pública; sois los héroes y heroínas de nuestro país
— Pablo Iglesias ?{R} (@PabloIglesias) March 12, 2020
Lucha contra el tiempo
Para intervenir con solemnidad desde la Moncloa, Iglesias incumplió su promesa del pasado 13 de marzo de quedarse confinado durante 14 días para evitar posibles contagios. La enfermedad tiene un periódico de incubación que va de dos días a dos semanas, y por ello millones de personas esperan cerrados en su viviendas y los médicos --a los que llamó "mis héroes"-- reclaman que se cumpla con al estado de alarma.
El problema es que Iglesias sabe que la crisis del coronavirus tendrá efectos demoledores y no tardarán en verse. Los ministros de Podemos se han dado cuenta de ello en las reuniones técnicas y políticas del Gobierno. Y han concluido que dos semanas de reclusión pueden ser demasiado tiempo para estar fuera de los focos. Así que se han adelantado, lanzando el mensaje de que a diferencia de 2008, este gobierno actúa y actuará de manera diferente. Rafa Mayoral, Pablo Echenique, Yolanda Díaz difunden ese mismo mantra.
El 'fantasma' de Zapatero
El fantasma de José Luis Rodríguez Zapatero sobrevuela la casa morada. Esta vez la "condena" será la manifestación del 8-M de Madrid, convocada cuando la capital era un foco de transmisión. Sobre esa imprudencia, los socialistas se "guardan una bala", aseguran algunos. Relato contra realidad. Porque los efectos del coronavirus pueden ser peores que los de la última recesión. Los miles de ERTEs se pueden convertir en despidos y será más difícil modificar la reforma laboral de Mariano Rajoy.
Iglesias, de hecho, sabe que el plan de ayudas de Sánchez es una terapia de choque más psicológica que real para infundir "confianza". Y cruza los dedos. Como él, los miembros del gabinete de Sánchez esperan que la cuarentena no se prolongue más de tres semanas o un mes. De no ser así, el país entrará en una recesión con consecuencias impredecibles.
Así que la orden en el cuartel morado es acelerar y evitar que se vea que el famoso "escudo social" es en realidad un plan más modesto que el aplicado en otros países de la UE. Y, acto seguido, crear el caldo de cultivo para que cuaje la nueva consigna: que en 2020 se hizo todo lo que se pudo y que esta crisis no es comparable a la de 2008. Todo para evitar que la sociedad aplique a Podemos la misma medicina que sus dirigentes dieron a la “vieja política”.