Pedro Sánchez superó este lunes el número máximo de avales necesarios para ser designado candidato a la reelección al frente del PSOE. Pero el partido no da el número exacto. Se limita a informar de que ha obtenido más del 6% del censo. Fuentes oficiales detallan que "al alcanzar el máximo permitido, se detiene el recuento adicional de apoyos, siguiendo las normativas establecidas". El problema es que la dirección tampoco aclara el total de militantes y simpatizantes para obtener el dato exacto.
La última cifra de militantes publicada data de noviembre del año pasado, cuando el PSOE consultó a la militancia el acuerdo de Gobierno que selló con Sumar: 172.000 afiliados. En caso de que el número se haya mantenido estable en este tiempo, Sánchez habría conseguido alrededor de 10.300 avales. Pero el partido no ofrece el dígito exacto. Lo cierto es que es difícil conocer al detalle los datos de afiliación, porque los gestiona directamente la planta noble del partido. Y cuando ofrecen la información a las federaciones, dan a cada una la suya. La discreción es total dada la sensibilidad de los datos.
El PSOE se prepara ya para reunir en Sevilla al máximo órgano de dirección: el Congreso Federal, que se celebrará los días 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre, y que es el foro encargado de marcar la línea política de la organización para los próximos años. Y el runrún de cambios ya atraviesa al partido. Sánchez guarda en secreto los retoques que hará, pero se dan casi por descontados, según coinciden varios cargos del partido y miembros del Ejecutivo de coalición.
Por el momento, todo son meras especulaciones. Se comenta que puede afectar a los rostros de la comunicación del PSOE, como la portavoz de la ejecutiva, Esther Peña, quien no habría terminado de cuajar como esperaba el presidente. O a su colega en el Congreso de los Diputados, Patxi López. También se apuesta la entrada en la ejecutiva del partido del recién nombrado secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, Antonio Hernando, nuevo número dos del ministro Óscar López. También ha ganado muchos enteros para salir del organigrama de Ferraz el secretario de organización, Santos Cerdán. Pero solo el presidente sabe qué piezas moverá.
En cualquier caso, en el PSOE esperan que Sánchez acompase los cambios en el organigrama socialista con el (o los) retoque(s) en Moncloa que se producirán con la salida de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, rumbo a Bruselas, donde se incorporará en el gabinete comunitario de la conservadora alemana Ursula von der Leyen.
En este tiempo no ha surgido un liderazgo alternativo que intente competir con el presidente del Gobierno. Ni si quiera se ha obrado la farsa de aupar un candidato de apariencias. Y todo esto tiene a buena parte del PSOE sumido en la resignación. "El partido está controlado por los contratados", explica un líder territorial a este diario. Las antenas socialistas emiten en más bandas que la oficial. Cada vez hay más indignación en las federaciones y en las casas del pueblo con el liderazgo de Pedro Sánchez, porque más allá de las prebendas al independentismo -cupo catalán incluido-, creen que está fusionándose con un partido que tiene más de 140 años de historia.
Quizá, como comentan las fuentes consultadas, aún no hay una némesis que contrarreste el hiperliderazgo del 'gran jefe', porque hace mucho frío fuera del Gobierno central. El Ejecutivo se ha convertido en un refugio para multitud de cuadros socialistas. Y eso es, precisamente, a lo que se agarran. "Nadie muerde la mano que da de comer", sintetiza un socialista con dos décadas de cargos dentro del partido.