¿Tiene España capacidad de reacción para hacer frente a un corte del suministro de gas que importa desde el exterior? ¿Cabe el riesgo de un apagón total? Las crecientes tensiones entre Marruecos y Argelia, -y el consecuente cierre del gasoducto que atravesaba el estrecho de Gibraltar para llegar a nuestro país- afloraron esas dudas. Y la inquietud llegó hasta el Congreso de los Diputados, donde se registró una batería de preguntas dirigidas al Gobierno para conocer el plan ‘B’ que manejaba el Ejecutivo ante un corte repentino de todas las importaciones. La Moncloa ofrece cifras concretas en su respuesta: España tiene reservas estratégicas de gas para autoabastecerse durante 20 días.
El dato figura en una respuesta parlamentaria redactada por el Gobierno y recogida en el Boletín Oficial de las Cortes, ante preguntas formuladas por diputados del grupo parlamentario Vox. “El sistema gasista español dispone de 20 días de consumo almacenados en los almacenamientos subterráneos que podrían ser movilizados por el Gobierno en caso de que se produjera una situación de emergencia”, afirma el Ejecutivo en su escrito. Así, en caso de que se produjera cualquier incidencia en el suministro, el Gobierno tendría un margen temporal para buscar alternativas de generación o importación del gas.
A esa cantidad habría que sumar el gas licuado que, por ley, deben almacenar las empresas comercializadoras durante el invierno. Se trata de una cantidad variable, en función de los meses en los que se ofrece una mayor demanda del suministro: las reservas de noviembre alcanzan el equivalente a 1,5 días de consumo, mientras que en enero deben guardar una cantidad idéntica a la que España gasta durante 5,5 días.
Y España, en los últimos tiempos, ha atravesado circunstancias excepcionales que han obligado a desbloquear esa reserva estratégica de gas. Ocurrió durante la borrasca Filomena, cuando se disparó la demanda para calentar los hogares y las empresas que mantenían su actividad. En esas fechas, el Gestor Técnico del Sistema Gasista -órgano supervisor de esas cantidades almacenadas- liberó el equivalente a 1,5 días de consumo.
La crisis del gas
Los datos cobran especial relevancia en el contexto de ‘tormenta perfecta’ que ha vivido nuestro país en materia energética en los últimos meses: de la subida de los precios al consumidor, a la crisis de seguridad vivida en el norte de África, con una escalada de la tensión entre Rabat y Argel que afectó al funcionamiento del gasoducto procedente de Argelia. Un movimiento que desató la inquietud en España, teniendo en cuenta que el 29,1% del gas importado por en todo 2020 procedía de aquel país.
La crisis obligó al Gobierno a enviar a dos ministros -José Luis Albares y Teresa Ribera- para garantizar el suministro de gas a España. Ambos lanzaron un mensaje de tranquilidad y aseguraron que, pese a los exabruptos geopolíticos que se vivían en el Magreb, nuestro país seguiría recibiendo los suministros necesarios para su funcionamiento; y que si no llegaban por gasoducto, se compraría gas licuado transportado por barcos adaptados para su almacenamiento.
Y al igual que el gas, España dispone de reservas de otros recursos energéticos para hacer frente a situaciones de emergencia o ante inesperados cortes de suministro. "Garantizar el abastecimiento" es uno de los objetivos señalados por el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) en sus informes anuales: "En el ámbito de la Inteligencia, se realiza un seguimiento de las acciones e intereses de terceros Estados en todo aquello que pueda afectar a la estabilidad del sector energético nacional". Así, el país mantiene un repositorio de crudo y productos petrolíferos equivalentes a 92 días de consumo, sumando todas las reservas de las empresas privadas (42 días) y la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (50 días).
La posible escasez de recursos energéticos es una amenaza compartida por otros países miembros de la Unión Europea. Cabe recordar que el Ministerio de Defensa austriaco difundió un manual entre sus ciudadanos donde daba instrucciones sobre cómo actuar ante un apagón total y activó un simulacro para poner en marcha las lecciones aprendidas. Buena parte del gas empleado en el Viejo Continente procede de Rusia, y Bruselas y Moscú se culpan mutuamente de un aumento de las tensiones que ha amenazado con alterar el flujo del suministro.
Problemas con la importación de gas en el flanco sur y en el flanco oriental de Europa. Todo ello en un escenario de convulsión geopolítica y con una gran dependencia energética del Viejo Continente. Francia ya ha reabierto el debate sobre la posibilidad de reactivar la energía nuclear para garantizar el autoabastecimiento, pero el Gobierno español, esgrimiendo motivos medioambientales, se cierra en banda a esa opción.