El sabio refranero español sostiene que las comparaciones son odiosas; tanto como necesarias e incómodas en ocasiones. Es lo que ocurre al confrontar la gestión del presidente Pedro Sánchez y la canciller Angela Merkel. A pesar de las semejanzas de dos estados descentralizados, como son la España de las autonomías y la Alemania de los 'landers', los gobiernos nacionales de estos países han afrontado con distinto talante la actuación frente a la segunda oleada del coronavirus que azota ya a Europa.
El anuncio de las nuevas medidas adoptadas en Alemania se produjo con una intervención de Merkel ante el Parlamento germano que contrasta con un Sánchez ausente en el Congreso de los Diputados, donde el pasado jueves no compareció -lo hizo en su lugar el ministro de Sanidad, Salvador Illa- para pedir la prórroga de un nuevo estado de alarma que se prolongará durante seis meses y que no requerirá de su ratificación en las Cortes cada 15 días, sino cada mes.
Más allá de la puesta en escena, la citada cogobernanza española tampoco queda en buen lugar. Pedro Sánchez ha impuesto el estado de alarma en toda España sin consensuarlo con todas las comunidades, mientras cada una de ellas sigue aplicando por su cuenta medidas que no responden a criterios comunes, sino ciertamente pensados en el interés coyuntural de cada región, que en muchos casos parecen actuar como entes totalmente independientes del resto.
Cada autonomía por su lado
Un claro y reciente ejemplo es la reunión a tres bandas que hace pocos días tuvo lugar entre la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, con sus homólogos de la Castilla y León y Castilla-La Mancha, Alfonso Fernández Mañueco y Emiliano García Page. El objeto del encuentro en Ávila no era otro que el de acordar el cierre perimetral de las tres regiones, especialmente la de Madrid, como vienen demandando las dos Castillas.
Y aunque los tres mandatarios comparecieran conjuntamente para dar una imagen de acuerdo, lo cierto es que las palabras de Ayuso no se correspondieron con lo hablado en la reunión: la presidenta ordenaba el cierre de la Comunidad de Madrid, pero solo durante los puentes, lo que contraviene el propio decreto del estado de alarma aprobado por el Gobierno central, que establece que las medidas sanitarias implementadas han de tener una duración mínima de 15 días.
Consenso de Merkel con los 'landers'
En cambio, la canciller alemana y los 'landers' fueron capaces de consensuar hace unas semanas una serie de medidas para garantizar una actuación efectiva y coordinada que evite un "aumento descontrolado" de contagios y otro confinamiento. La imagen de acuerdo dista de ser la confrontación que se ha instalado en España, a pesar de los parecidos razonables entre la distribución política de ambos países, pues también en el caso de Alemania son los estados federados los encargados de implementar las políticas sanitarias, e igualmente hay importantes diferencias entre la situación epidemiológica entre unos y otros.
Hubo consenso en Alemania para fijar las escalas de incidencia acumulada del virus, un dato que en España ha generado controversia entre los gobiernos autonómicos y el Ejecutivo central. Y pese a ese acuerdo, Merkel ha asumido que no es posible imponer su criterio. La canciller alemana ha tenido que ceder en su deseo de prohibir las pernoctaciones para los viajeros procedentes de zonas de riesgo: con más de 50 contagios semanales por 100.00 habitantes, de acuerdo al criterio del Instituto Robert Koch (RKI), competente en la materia.
Aunque 'landers' han implantado ya esa medida, no todos la han adoptado. Como ocurre en España, existe cierto desconcierto al respecto, aunque en este caso la canciller Merkel ha reconocido que las posturas eran tan divergentes que no era posible consensuar una medida que afectaría a buena parte del territorio y esta cuestión ha sido aplazada para una reunión que tendrá lugar el 8 de noviembre, pasadas las vacaciones escolares de otoño.