En España, a cierre de la primera mitad del año, buscaban trabajo un total de 2.755.300 personas, el 11,27% de la población activa, según la última Encuesta de Población Activa correspondiente al segundo trimestre del año hecha pública por el Instituto Nacional de Estadística. Son un 0,39% menos que en el mismo trimestre del año anterior. El 47,16%, casi 1,3 millones, son hombres, y 1,455 millones, el 52,8%, mujeres. La cara alegre del mercado laboral español es el número de ocupados, que sigue marcando récords: entre los meses de abril y junio subió hasta los 21,685 millones, un 2% más que un año antes.
A pesar de que atraviesa por uno de sus mejores momentos, no es oro todo lo que reluce en el mercado de trabajo de nuestro país. España tiene la tasa de paro más elevada de la Eurozona. Triplica, por ejemplo, el nivel de Alemania, y es casi el doble que la media de los países que tienen el euro como moneda nacional. Por si fuera poco, es el único de los 31 países analizados por la Oficina Estadística Europea (la UE más Islandia, Suiza, Noruega y Reino Unidos) con un paro de dos dígitos. Hasta Grecia ha reducido su nivel al 9,6%.
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el mercado de trabajo español es cómo reducir el tiempo de permanencia en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal. Con los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística sobre la base de los resultados de la Encuesta de Población Activa, 1.102.700 parados, el 40% de la cifra total de desempleados, lleva más de un año buscando un puesto de trabajo. Además, de esta cifra, 702.200 parados llevan en esa misma situación dos años o más: son el 25,48% del total, o lo que es igual, uno de cada cuatro parados.
Según la encuesta trimestral del INE, de los 2,755 millones de parados que había en España a cierre del primer semestre, 190.100 encontraron trabajo durante el tiempo de realización de la muestra; 233.900 llevan apenas un mes en situación de desempleados; otros 422.300, entre uno y tres meses; 404.200, entre tres y seis meses; otros 402.100, entre seis meses y un año; 400.500, el 14,53% del total, entre uno y dos años, y los 702.200 citados anteriormente, más de dos años.
La situación ha mejorado en los últimos ejercicios, pero ha chocado con la cruda realidad: parece misión imposible que el porcentaje de parados que llevan buscando empleo desde hace más de un año baje del listón del 40%. En el año 2022, en el mismo segundo trimestre, el dato estaba en el 47,7% y afectaba a 1,43 millones de parados. En el año 2023, se quedó en el 40,39% y en 1,134 millones, y en 2019, el año al que hay que referirse para realizar comparaciones más o menos homogéneas, la cifra estaba en el 45,13%, pero con un paro que sobrepasaba los 32,millones: el desempleo de larga duración era de 1,458 millones.
Uno de los mayores obstáculos con los que choca el mercado laboral español es la propia ineficacia del SEPE como intermediario a la hora de conciliar la oferta de desempleados con la demanda de los empresarios. El pasado año, apenas un 2% de los desempleados fue contratado a través de las gestiones de las oficinas de empleo. Benefició a poco más de 338.000 personas. Cerca del 60% de los desempleados acudió regularmente a familiares o amigos antes que al SEPE para tratar de encontrar trabajo. Y es que de los 2,755 millones de parados, 2,469 millones, cerca del 90% del total, han trabajado con anterioridad, y solamente 286.100, el 10,4%, buscan realmente su primer puesto de trabajo.
Como suele ser tradicional, el paro de larga duración repercute más en las mujeres que en los hombres. Según el análisis pormenorizado de los datos de la EPA, más de 625.000 mujeres figuraban como paradas a 30 de junio de este año, lo que supone cerca del 57% del total. El resto, algo más de 477.000, eran hombres.
Por edades, los desempleados más afectados, los que llevan dos años o más buscando trabajo, son los que tienen más de 50 años de edad. Son 339.000, lo que supone el 48,3% del total. En el caso de los que llevan entre uno y dos años buscando trabajo infructuosamente, la franja de edad baja bastante: uno de cada tres, tiene entre 20 y 35 años.