En carnavales hay licencia para casi todo: olvidarse del sentido del ridículo, acostarse a la hora de los churros y el chocolate, que la fiesta acabe yéndose un poco de las manos... Por algo es la celebración del exceso y el libre albedrío. Tanto que hay acérrimos defensores de que la frase “Lo que pasa en Las Vegas... se queda en Las Vegas” no es más que una variante de otra mucho anterior: “Lo que pasa en carnavales... se queda en carnavales”.

El fondo mexicano Fibra Uno, controlado por el inversor Moisés El-Mann, ha puesto en venta un lote de oficinas del Banco Sabadell que forman parte de un paquete de cerca de 300 sucursales que había adquirido apenas hace cinco meses. El inversor, uno de los más destacados en el sector inmobiliario mexicano, ha sacado al mercado las joyas de la cartera que compró al fondo británico Moor Park, entre las que destaca una en Madrid valorada en más de 22 millones de euros.

Lleva solo cinco meses al frente de la Junta de Andalucía y ya se ha entrevistado con los grandes del Ibex, aprovechando las puertas que le ha abierto el expresidente Felipe González. En la ejecutiva federal del PSOE se ha instalado la idea de que Susana Díaz aspira a algo mucho más importante que a quedarse con mando y plaza en su tierra.

En la montaña rusa de las contradicciones de Palacio en este caso –desde aquel “la justicia es igual para todos”, hasta la decisión de apoyar el recurso del fiscal contra la primera imputación- lo que el Monarca y su entorno han conseguido ha sido congregar ayer a más de 300 periodistas de todo el mundo en torno al juzgado de Palma, es decir, han convertido las angustias judiciales de la familia real española en un trending topic mundial.

Dos de los abogados llegaron con más de 20 minutos de retraso al interrogatorio porque los servicios de seguridad del juzgado les hicieron desmontar cada uno de los bolígrafos que introducían al juzgado. La Policía inspeccionó hasta los relojes de los letrados para que no colaran cámaras ocultas a la sala de vistas. Pese a todo, alguien colgó en wouzee.com imágenes en directo de la declaración.

El mítico Club 31 de Madrid en la calle Alcalá número 58 tuvo que cerrar sus puertas, como tantos otros restaurantes de lujo de la Villa y Corte, porque los clientes de estos exclusivos locales se quedaron sin sus corporate de empresa y sin ganas de que les metieran un hachazo cada vez que iban a comer o cenar.