Si resulta vencedor este domingo en las elecciones en Francia, Emmanuel Macron se convertirá a sus 39 años en el presidente más joven de la República. Al que fuera durante dos años ministro de Economía del presidente François Hollande le gusta definirse como alguien que rompe moldes pese a tener un currículum de élite. Considera que la división entre derecha e izquierda que caracteriza la historia política de Francia ha quedado superada y el año pasado formó su propio movimiento político, En Marche!, con el que consiguió entusiasmar a una parte del electorado, algo que en cambio no lograron sus rivales de los dos partidos tradicionales franceses, los conservadores y los socialistas.
Macron es un político de centro que simpatiza con el sector empresarial y con Europa, aunque su candidatura no deja de ser un experimento con muchos interrogantes. Durante la campaña hubo quien lo bautizó como el “Kennedy francés”, por su estrategia muy “a la americana”, con golpes de efecto y una nueva organización que busca superar las estructuras de los partidos tradicionales. Su manual electoral se llama, sin más, 'Revolución'.
Formó su propio movimiento político, En Marche!, con el que consiguió entusiasmar a una parte del electorado, algo que no lograron sus rivales de los dos partidos tradicionales franceses
El movimiento lo es todo. El candidato lideró su campaña como si se tratara de una empresa emergente. Macron promueve una renovación del poder y en caso de imponerse en la segunda vuelta gran parte de sus ministros no procederán de los estamentos tradicionales de la política.
Sin embargo, no hay duda de que uno de los secretos del éxito de Macron fue también la debilidad del candidato conservador, François Fillon, y del socialista, Benoît Hamon, que quedaron fuera en la primera vuelta del 23 de abril. Fillon está acusado de haber proporcionado un empleo ficticio en el Parlamento a su esposa y Hamon no consiguió aglutinar al centro-izquierda en torno a su persona.
El duelo entre Macron, antiguo alumno de los jesuitas procedente de Amiens, en el norte de Francia, y la ultraderechista Marine Le Pen es a la vez una especie de referéndum sobre Europa, porque la Unión Europea (UE) divide a los candidatos. Mientras que Le Pen quiere salir del euro e incluso del bloque a menos que se reforme -ya se habla por ello del 'Frexit'- Macron defiende la permanencia y la alianza tradicional con la vecina Alemania.
Con Macron todo es diferente, incluso su vida privada. Desde 2007 está casado con Brigitte Trogneux, más de 20 años mayor que él y que fue profesora suya en Amiens. La pareja no tiene ningún problema en aparecer en bañador en la playa en las revistas del corazón, en contraste con su padre político Hollande, que desde hace tiempo aparece siempre solo y cuyas vacaciones son mantenidas en secreto.
Macron ha hecho carrera tanto en la economía como en la política, destacando en ambos campos. Hasta 2012 fue un banquero de inversiones bien pagado en Rothschild & Cie. Debido a la enorme desconfianza que genera en el país el sector financiero, tiene que justificarse una y otra vez por su pasado. En la política se autoproclama en cambio un”outsider” y, de hecho, jamás se había presentado hasta ahora para un puesto electivo. También le falta el clásico aparato partidario con anclaje en las distintas regiones.
Su candidatura entraña muchos riesgos, opinan los observadores políticos, porque hay temores acerca de que podría ser incapaz de gobernar en caso de ganar, al no tener una mayoría parlamentaria. Macron se limita a restar importancia a las dudas y anuncia que su movimiento “En Marche!” presentará 577 candidatos a las elecciones legislativas en junio. Su asesora política para Europa, Sylvie Goulard, confía en que con los comicios presidenciales surgirá una nueva dinámica que “lleve al poder a una nueva generación”.