"¿Dónde se encontraba el presidente de la República el pasado 3 de agosto cuando en el marco de una visita a la abadía de Flaran, situada a unos 30 kilómetros de la mansión campestre que tienen los padres de la actriz Julie Gayet en el suroeste francés, todo el mundo le estuvo esperando más de una hora y media?", se preguntaba hace unos días el periódico francés 'Sud Ouest'.
La respuesta apunta a que François Hollande aprovechó un viaje oficial el pasado verano para visitar a los padres de su amante, Julie Gayet, en su castillo particular, catalogado monumento histórico en 1973.
Después de que la revista 'Closer' publicara que el presidente de Francia mantiene una relación extraconyugal con Gayet que se ha saldado finalmente con la ruptura sentimental entre Hollande y la hasta ahora primera dama, Valérie Trierweiler, estos días ha salido a la luz este nuevo episodio del 'affaire' Hollande-Gayet a raíz de que un diputado de la oposición planteara una pregunta dirigida al ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian, responsable de la flota aérea presidencial.
El diputado conservador desea conocer el coste del desplazamiento en helicóptero del presidente francés, los medios utilizados aquel 3 de agosto y si se pasó esa factura a El Elíseo. La pregunta, según informa Finanzas.com, figura en el diario oficial de la Asamblea Nacional.
El viaje fanstasma de François Hollande se enmarcó en un viaje al departamento de Gers que incluía una visita al barrio de Garros para presentar varios proyectos urbanísticos. Estaba previsto que Hollande se dejara caer por las localidades de Condom y por la abadía de Flaran para descubrir tanto el lugar como algunas colecciones.
Además, el presidente de la República también sacó tiempo para visitar el castillo de Cadreils, situado en el término municipal de Berac, que poseen los padres de la actriz Julie Gayet, un cirujano reconocido a nivel mundial y una anticuaria que escogieron Gers para descansar.
Según el alcalde de Berac, Jeal-Paul Laban, "los Gayet son encantadores, dulces, amables, adorables. Viven con gran discreción. Están voclados en devolver la belleza al castillo. Vienen a menudo y desde que llegan no se quitan las botas de trabajo".