El Partido Comunista chino (PCCh) dará este domingo el pistoletazo de salida a su XX Congreso Nacional, que abrirá un nuevo ciclo político para los cinco próximos años en los que se espera que el actual presidente, Xi Jinping, continúe como líder indiscutible del país.
Xi aspira a ser reelegido secretario general del PCCh y a encabezar de nuevo el Comité Permanente del Politburó, la cúspide del poder, para controlar el régimen con un tercer mandato quinquenal inédito entre sus predecesores.
Bajo la tutela de XI
El Congreso despejará la incógnita de quiénes formarán este todopoderoso Comité Permanente, compuesto actualmente por 7 miembros, y el Politburó, de 25: en el cónclave anterior, de 2017, entraron cinco nuevas caras en la cúpula, todos ellos aliados de Xi y mayores de 60 años.
El líder chino aspira a que sus leales copen los principales cargos dentro del Estado, del Ejército y del Partido, especialmente de su temida Comisión Disciplinaria, al tiempo que se cuestiona si colocará entre los puestos más altos a un potencial delfín.
No en vano, alrededor del 60% de los miembros del Comité Central -unos 300 miembros- suelen ser recién llegados para evitar la gerontocracia, y si se cumple la norma no escrita de que los dirigentes deben tener 67 años o menos para escalar puestos, habría una renovación total en la cúpula del poder.
Una norma que no se aplicará a Xi, de 69 años, pero sí al actual número dos y primer ministro, Li Keqiang, que ya avanzó que dejará el cargo y para quien se busca sustituto.
El "Xiismo", a examen
El Congreso no solo servirá para elegir altos cargos y reformar la estructura de la formación, sino que los casi 2.300 delegados presentes revisarán los logros del último lustro y establecerán las "orientaciones ideológicas y políticas" del PCCh para el próximo quinquenio.
Un posible cambio destacado afecta a la Constitución interna del Partido, en la que la actual mención al "Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era", aprobada en el último Congreso, se sustituiría simplemente por "Pensamiento de Xi Jinping".
Este pequeño "detalle" situaría a Xi, según los expertos, a la altura de Mao Zedong en el panteón ideológico del PCCh, y le emplazaría a presentar el año que viene la fórmula con la que ejercerá su liderazgo durante el próximo quinquenio, sea solo como secretario general o también como presidente, cargo este último para el que ya abolió el límite de mandatos en 2018.
Desequilibrios internos
Las tensiones geopolíticas entre China y Occidente, la insistencia en la política de covid cero o los planes para conseguir la autosuficiencia tecnológica y mantener la estabilidad social, santo grial del PCCh, serán el telón de fondo sobre el que se celebrará el Congreso.
El reto de la nueva cúpula china será, según el investigador español Xulio Ríos, decidir "si aplica y en qué medida recetas liberales o si, por el contrario, persiste invariablemente en su modelo", es decir, la eterna búsqueda por adaptar el marxismo al contexto chino.
Este nuevo ciclo podría también terminar con el llamado "liderazgo colectivo" y terminar de apostar todo a una carta que, marcada por el nacionalismo, pueda "completar la modernización del país" y "reducir los desequilibrios y desigualdades que aún caracterizan el modelo chino", apunta Ríos.
Pero un tercer mandato de Xi también levanta suspicacias entre quienes auguran "un empeoramiento de los derechos civiles y políticos, los cuales ya estaban gravemente restringidos, dado que las autoridades responden a las quejas con más censura, detenciones arbitrarias y represión", según denunció recientemente la ONG Human Rights Watch (HRW).
Covid cero y conflictos, ¿talón de Aquiles?
El futuro de la estrategia de "covid cero" para controlar la pandemia -que implica cuarentenas obligatorias para los llegados del exterior, test masivos a la población o el cierre de ciudades enteras- podría estar también sobre la mesa, aunque ni las voces oficiales ni los expertos auguran cambios a corto plazo.
China alega que su política es "sostenible" y que ha sido "superior" a la de Occidente tras registrar poco más de 5.000 fallecidos, según las cifras oficiales.
Pero las estrictas medidas también han levantado malestar en la población y problemas para una economía incapaz, por ahora, de recuperar su brío habitual tras el frenazo provocado por las restricciones, así como por otros factores como el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.
El Congreso llega además en un momento internacional convulso agravado por la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones con Taiwán, que harán que el nuevo liderazgo tenga no solo que contentar a sus propios ciudadanos, sino decidir si reconciliarse con un Occidente que recela cada vez más de las intenciones del gigante asiático.