El año 2022 abrió la puerta a lo 'impensable': una guerra en Europa con Rusia como contendiente. Después del estallido de Ucrania en el viejo continente, lo impensable volvió a ocurrir en 2023, y vino de un conflicto que se remonta a hace casi un siglo. El 7 de octubre los relojes se detuvieron en Israel con, contra todo pronóstico, un ataque de Hamás que logró acabar con la vida de más de 1.200 personas y el secuestro de unos 240 rehenes. El 8 de octubre contuvo el aliento la Franja de Gaza: dio inicio una contraofensiva, la más dura en la historia del conflicto, que deja ya más de 20.000 muertos en el territorio palestino.
La guerra de Ucrania quedó en un segundo plano y, tras el trauma generado en 2022, el histórico conflicto de Tierra Santa volvió a primera plana, como ya lo hizo en la Guerra de los Seis Días, con el Yom Kippur, Sabra y Chatila y las dos Intifadas.
Una guerra congelada en Europa y el eterno conflicto de Oriente Medio -sin olvidar que Siria o Yemen siguen inmersas en sus propias batallas- son solo la punta del iceberg en un año que comenzó con una 'intentona' de golpe de Estado en Brasil, vio caer al euroescepticismo polaco y resurgir al holandés, sentó a Trump en los tribunales y acogió en la Casa Rosada de Argentina al 'loco de la motosierra', Javier Milei.
El conflicto entre Israel y Palestina en Gaza opacó la guerra de Ucrania
El motivo aún está por esclarecer. Lo único claro es que el 7 de octubre de 2023, la organización islamista Hamás -que gobierna en la Franja de Gaza-, logró burlar a los servicios de inteligencia israelíes, de los más eficaces del mundo, y perpetrar un ataque contra el país gobernado por Netanyahu que se saldó con el asesinato de 1.200 personas y la toma de unos 240 rehenes.
A más de dos meses del inicio de esta nueva y vieja guerra en Oriente Medio, aún 129 rehenes se encuentran atrapados en la franja, y se cree que al rededor de una veintena han muerto. La cifra de israelíes capturados tras el ataque se ha reducido gracias a la tregua de una semana que alcanzaron ambas partes a finales de noviembre, pero Hamás ya ha dejado claro que no pretende repetirla hasta que cesen las hostilidades.
Netanyahu, por su parte y con Joe Biden como mediador, sí ha dado algunos pasos para suavizar su posición ante las presiones constantes de la comunidad internacional al permitir un paso de ayuda humanitaria a través de territorio israelí. El único abierto hasta entonces era el de Rafah, en Egipto, donde miles de palestinos que huyen del norte de Gaza -la zona más afectada por los bombardeos y que Israel llamó a evacuar en previsión de los ataques que iba a ejecutar- se concentran a la espera de salir del territorio o recibir alimentos, que comienzan a escasear.
A las puertas de 2024, la guerra plantea un horizonte complicado. La ofensiva de Israel dibuja al norte de Gaza una notable pérdida de territorio para Palestina, especialmente tras la incursión de las tropas de las FDI. Dentro de sus fronteras nacionales, el mandato de Netanyahu se ve cada vez más en tela de juicio: por un lado, ante el mundo, cuando su principal aliado -Estados Unidos- ha comenzado a demandar una desescalada de la violencia tras una contraofensiva que deja más de 20.000 muertos en Gaza y cientos en Cisjordania. Por otro, en su propio país, ya que tras un año de protestas contra su reforma judicial, la gestión de los rehenes levanta ampollas entre sus familias en Israel y empaña su longevo mandato.
Mientras Oriente Medio ocupa las portadas, la guerra de Ucrania está cada vez más cerca de cumplir dos años. "¿Cuándo habrá paz?", le preguntaron a Putin en su primera 'rueda de prensa' desde la escalada el pasado 14 de diciembre. Entonces, el líder ruso disipó cualquier esperanza, asegurando que los objetivos de Moscú declarados a tres días de lanzar la invasión "no han cambiado".
El mandatario insiste en que es Kiev la que no quiere negociar mientras Zelenski y los suyos atraviesan una crisis política que resquebraja los cimientos de la resistencia ucraniana. El líder nacional vive una ruptura visible con el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Valeri Zaluzhni, que sus ciudadanos pudieron ver en directo a través de los medios. Mientras este último sentenciaba en noviembre el conflicto como una guerra "estancada" y sin progresos a la vista en una entrevista con The Economist, Zelenski salió a desmentir sus palabras para hablar de "dificultades" y de "opiniones diferentes". El presidente lucha por mantener la guerra que asola a su país en una agenda internacional que cada vez apunta más hacia la "Tierra Santa".
Terremoto político en Argentina: Javier Milei destronó al peronismo
El año comenzó en Latinoamérica con un sismo político: Lula da Silva volvía al Gobierno de Brasil tras su paso por la cárcel. El país se despedía de la etapa bolsonarista, brutalmente afectada por su gestión de la pandemia, y abría la puerta de nuevo al líder izquierdista. El cambio, sin embargo, no iba a ser fácil. En un eco del asalto al Capitolio de Estados Unidos, miles de simpatizantes Bolsonaro invadieron el Congreso de Brasil, el Palacio presidencial y la Corte Suprema del país durante casi tres horas, en una 'intentona' de golpe de Estado que acabó con miles de detenidos. No sólo fueron arrestados civiles, ya que parte de la cúpula policial y militar está siendo investigada por su participación en la insurrección.
La comparación con lo sucedido en la toma del Capitolio fue inevitable: las fechas eran prácticamente las mismas; la ideología tras ellos, similar; ambos asaltos se hicieron en defensa de líderes parejos como eran Trump y Bolsonaro y tuvieron un hostigador en la sombra común, el ideólogo del alt-right Steve Bannon.
Si Latinoamérica empezó a agitarse en enero, la réplica empezó a sentirse en agosto. Argentina celebró las elecciones "PASO", unas primarias para todos los partidos previas a las elecciones presidenciales. Es entonces cuando se produjo la sorpresa: un conocido y excéntrico tertuliano televisivo y diputado conocido como "El loco de la motosierra" fue el más votado con un 30% del balotaje. Se alzó por encima de los candidatos de formaciones clásicas como el peronismo encarnado por Sergio Massa -el hasta entonces maltrecho ministro de Economía en un país con picos de inflación de hasta el 160%- o el centroderecha de Patricia Bullrich, la sucesora del expresidente Macri.
El loco de la motosierra no era otro que el 'libertario' y conservador Javier Milei, y su ascenso meteórico terminó por colocarle en la Casa Rosada como presidente de la nación. El primer economista al cargo del país se impuso al peronismo de Massa con el apoyo de Bullrich bajo una promesa de austeridad que se ganó a los argentinos. Un Estado con un intervencionismo mínimo, un recorte radical del número de ministerios -de 18 a 9- y una propuesta de privatizaciones masivas plantearon vientos de cambio en una Argentina agotada por el vaivén económico.
Al líder de La Libertad Avanza se le plantea una legislatura compleja. La austeridad no va a ser bien recibida en un país con sindicatos fuertes como Argentina, en el que ya se han convocado numerosas manifestaciones contra el ajuste de cinturón de Milei. Su primera 'batalla' al mando del país no ha tardado en despertar suspicacias al haber amenazado desde su Ministerio de Capital Humano a los manifestantes con retirarles las ayudas sociales bajo el lema "el que corta no cobra", en referencia a los piquetes.
Cambian las tornas del euroescepticismo en una Unión Europea a vueltas con la inmigración
El viejo continente ha visto al euroescepticismo en auge desde la crisis financiera transformarse. La derechista Giorgia Meloni en Italia ha tenido que suavizar sus posturas para encajar en el club de los Veintisiete, a vueltas con su ley de inmigración; el ultraconservador gobierno de Polonia cayó para dar paso a un más moderado Donald Tusk mientras que en Países Bajos ocurría lo contrario y era el polémico Geert Wilders quien se hizo con más votos tras la salida de Rutte.
Solo Viktor Orban, el líder húngaro, resiste impasible en la que es ya su cuarta legislatura al cargo del país a pesar de encontrarse siempre bajo el juicio europeo, próximo a aplicarle el artículo 7 del Tratado de la Unión -aquel que le retira los privilegios como miembro del grupo- por su radicalismo, que rompe con los preceptos europeístas. A lo largo del año, la cercanía de Orban con Rusia y su oposición frontal al envío de ayudas a Ucrania o sus trabas al nuevo acuerdo migratorio han hecho de él, junto al líder polaco, la horma del zapato de la Unión Europea.
Los Veintisiete han atravesado un año marcado por las negociaciones del acuerdo migratorio. Un 2023 en el que las posturas respecto a la inmigración de los Estados se han endurecido, con una Alemania que apuesta por "deportar más y más rápidamente", un Reino Unido que ha fletado un barco en el que confinar a los inmigrantes para que no lleguen a pisar suelo británico o una Francia cuya nueva norma en esta materia ha supuesto la victoria ideológica de Marine Le Pen.
Tras meses de negociaciones, llegó el acuerdo en la UE: una "solidaridad a la carta". Por 20.000 euros, los Estados podrán rechazar cada traslado de inmigrantes.
Donald Trump contra la Justicia y Joe Biden en tela de juicio
En Estados Unidos, los actuales símbolos de los republicanos -Donald Trump- y los demócratas -Joe Biden-, calientan motores para las elecciones presidenciales de 2024 desde los tribunales.
Al magnate le asedia la justicia por varios frentes. Por un lado, se enfrenta al juicio por el caso Stormy Daniels sobre el presunto soborno a una actriz porno para que no filtrara la relación extramatrimonial que mantuvo con ella. Por otro, la causa por fraude fiscal con su patrimonio. Le sigue también el caso de los papeles Mar-a-Lago sobre la tenencia ilícita de documentos clasificados de su época en el Gobierno en una residencia particular de Florida. La última es la causa más grave: el intento de revertir los resultados electorales que le arrebataron el Ejecutivo y desembocaron en el asalto al Capitolio. En esta última causa se le acusa de los delitos de manipulación de testigos, obstrucción de un procedimiento legal y conspiración para defraudar al gobierno estadounidense y para violar derechos civiles. Trump denuncia que todos los procesos judiciales se tratan de una campaña para acabar con su carrera presidencial el año que viene.
Mientras que al magnate su epopeya judicial no le ha arrebatado la condición de favorito de cara a las primarias republicanas y las elecciones, a Biden sus constantes caídas, despistes y confusiones le convierten en un candidato cada vez más cuestionable a ojos de los estadounidenses.
El actual presidente de Estados Unidos también se encuentra, a través de su hijo, en una delicada situación judicial. El pasado 14 de diciembre, la Cámara Baja de EEUU -de mayoría republicana- aprobó formalizar la investigación de juicio político (impeachment) que los conservadores lanzaron contra el gobernante. Le acusan de beneficiar a su hijo Hunter y otros familiares en negocios irregulares con países "enemigos" cuando era vicepresidente de Barack Obama. Los comités concluyeron que la familia Biden recibió más de 15 millones de dólares de empresas y gobiernos extranjeros de Ucrania, Rusia, Kazajistán, Rumanía y China entre 2014 y 2019. Además, Hunter Biden se declaró culpable en junio por irregularidades en la declaración de la renta que incluye el impago de impuestos.
En este clima, tanto Trump como Biden tendrán que afrontar las primarias de sus respectivos partidos si quieren volver a la Casa Blanca.
Los terremotos de Turquía y Siria
La mayor catástrofe natural del año y una de las más graves del siglo se produjo el 6 de febrero. A las 4:17 de la madrugada, un terremoto de magnitud 7,8 sacudió la tierra a 34 kilómetros de la localidad de Antep, al sur de Turquía, aunque sus efectos se extendieron hasta el noroeste de Siria. Estas regiones amanecieron ente escombros, con miles de muertos y desaparecidos. Junto con el sismo de 1939, acababa de producirse el segundo terremoto más violento de la historia del país, sólo superado por el de Anatolia del Norte de 1668.
Nueve horas después ocurrió la catástrofe: un segundo sismo de magnitud 7,5 asolaba de nuevo a la región desde un nuevo epicentro, más al norte, próximo a la localidad de Ekinözü. Los edificios que habían resistido a duras penas el primer temblor cedieron con el segundo, sentenciando la cifra de víctimas a subir exponencialmente. En total, los dos terremotos y sus mil réplicas dejaron al menos 48.000 muertos en Turquía y más de 3.600 en Siria.