El ex primer ministro de Reino Unido, Tony Blair, ha salido al paso del informe Chilcot, un documento realizado por una comisión constituida para analizar la implicación británica en la guerra de Irak, en donde se concluye que el Ejecutivo del laborista se precitió al sumarse a la alianza liderada por Estados Unidos y esgrimió la supuesta amenaza de las armas de destrucción masiva "con una certeza que no estaba justificada". Blair ha asumido este miércoles la "plena responsabilidad" por los errores asociados a la invasión de Irak en 2003, la decisión más "agónica" de su mandato, pero ha alegado que se produjo en una "atmósfera" muy diferente a la actual por la cercanía de los atentados del 11S.
El ex líder de los laboristas ha comparecido públicamente después de la difusión del contundente informe oficial que confirma que el Gobierno británico se precipitó y exageró la amenaza. El responsable de este grupo, John Chilcot, ha explicado ante los medios que durante estos años ha tratado de analizar si la intervención británica fue "adecuada y necesaria" y si el país debería haber estado "preparado" para el largo conflicto que vino después. El informe encuentra fallos antes incluso de la intervención, en el proceso de toma de decisiones. "Reino Unido eligió unirse a la invasión de Irak antes de que se hubiesen agotado otras opciones pacíficas de desarme", ha explicado Chilcot, quien ha apuntado que "la acción militar no era en ese momento el último recurso".
"Estábamos en un nuevo mundo y, en ese momento, no sabíamos de dónde vendría el siguiente ataque", ha declarado Blair
Blair ha asumido la "plena responsabilidad" por los errores y ha pedido que todas las críticas recaigan en él, descargando por tanto a las Fuerzas Armadas y los servicios de Inteligencia, a pesar de que las informaciones recabadas por estos últimos resultaron ser "erróneas" en lo referente a la presencia de armas de destrucción masiva. Además, ha explicado que la intervención militar en Irak fue "el momento más duro y la decisión más agónica" de su mandato (1997-2007) y, con "humildad", ha insistido en que hizo "lo correcto", ya que "el mundo es mejor sin Sadam Husein". Asimismo, el antiguo dirigente laborista ha argumentado que entonces existía una "atmósfera" especial, la del "mundo post 11-S". "Estábamos en un nuevo mundo y, en ese momento, no sabíamos de dónde vendría el siguiente ataque", ha declarado -una argumentación que ha repetido en varias ocasiones-.
No hubo "conspiración"
"Sabía que no era una decisión popular, que tendría costes políticos", ha añadido Blair, quien instado a la ciudadanía a ponerse "en sus zapatos" teniendo en cuenta las circunstancias de 2003. "La principal responsabilidad de un primer ministro es proteger a su país", ha insistido. Blair ha querido dejar claro durante su comparecencia que en todo momento actuó "de buena fe" y que no mintió. En este sentido, ha afirmado que el Informe Chilcot da por descartada cualquier "teoría de la conspiración" en torno a la toma de decisiones que derivó en la invasión iraquí.
La comisión no entiende los argumentos de Blair y sus aliados
En este sentido, ni el régimen de Sadam Hussein suponía una "amenaza inminente" ni una mayoría de países del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas apoyaba la acción que finalmente tuvo lugar. De hecho, estos países eran partidarios de "seguir con las inspecciones y la vigilancia" antes de tomar cualquier decisión. Tampoco entiende los argumentos esgrimidos por Blair y sus aliados internacionales sobre la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Sadam. En este sentido, Chilcot ha advertido de que Blair presentó evidencias "con una certeza que no estaba justificada". El propio ex primer ministro reconoció en 2015 por primera vez por los "errores" de la guerra de Irak y admitió, entre otros aspectos, que las autoridades británicas no disponían de información de Inteligencia certera sobre la presencia de armas de destrucción masiva en el país árabe.
"Las circunstancias en las que se decidió que había base legal para una acción militar de Reino Unido distan mucho de ser satisfactorias", ha asegurado Chilcot
La debilidad del argumentario pone también en entredicho la legitimidad de la invasión. "Las circunstancias en las que se decidió que había base legal para una acción militar de Reino Unido distan mucho de ser satisfactorias", ha asegurado Chilcot, según la BBC. Respecto a la intervención en sí, la investigación conocida este miércoles -y elaborada a lo largo de los últimos siete años- ha detectado errores en materia de planificación militar, hasta el punto de calificar de "humillante" las negociaciones que el Ejército británico llegó a mantener con milicias locales para evitar ataques.
Consecuencias
La comisión también ha cuestionado la preparación de Reino Unido ante las consecuencias que podrían derivarse de la invasión y ha dicho que Londres subestimó los riesgos. Asimismo, ha determinado que el Gobierno "fracaso al alcanzar los objetivos" que se había marcado antes de enviar tropas a Irak. "Blair había sido alertado de que la acción militar aumentaría la amenaza de Al Qaeda para Reino Unido y los intereses británicos. También fue advertido de que una invasión podría llevar a que las armas y los equipos de Irak terminaran en manos de los terroristas", ha añadido Chilcot. Asimismo, ha lamentado la angustia vivida por los militares y sus familias por un conflicto que se cobró la vida de más de 200 ciudadanos británicos y que tuvo sus consecuencias más graves entre los propios iraquíes, con al menos 150.000 fallecidos y más de un millón de desplazados.
"De buena fe"
Blair ha respondido al informe reiterando que, al margen de cualquier tipo consideración política o militar, tomó la decisión de invadir Irak "de buena fe" y en base a lo que creía que más beneficiaba al país. El antiguo dirigente laborista ha recalcado en un comunicado que las conclusiones no detectan mentiras por parte de su Administración. El ex primer ministro ha defendido de esta forma que derrocar a Sadam Hussein era la mejor opción, al tiempo que ha descartado que la caída del mandatario iraquí pudiese ser el detonante "del terrorismo que hoy existe en Oriente Próximo en otras partes del mundo". Sin embargo, sí ha admitido las "graves críticas" recogidas y ha prometido dar respuesta a las mismas, así como asumir "la plena responsabilidad por todos los errores sin excepciones o excusas". Blair confía en que los actuales y futuros líderes "puedan aprender de la experiencia".