El presidente estadounidense, Donald Trump, presionó al primer ministro australiano, Scott Morrison, para facilitar la investigación del fiscal general William P. Barr que según la Casa Blanca podría desacreditar la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, tal y como ha revelado este lunes el periódico The New York Times.
El diario asegura citando dos fuentes diferentes conocedoras de la conversación telefónica entre Trump y Morrison que la llamada se produjo en las últimas semanas y que en la misma Trump pidió explícitamente a Morrison ayuda. Barr habría pedido a Trump que hablara con Morrison, según una de las fuentes.
Australia habría informado al FBI estadounidense de que el Gobierno ruso insinuó a la campaña de Trump que podría publicar información dañina para su rival, Hillary Clinton.
La petición supone que Trump solicitaba en la práctica a Morrison indagar en la investigación abierta por las autoridades estadounidenses sobre la injerencia rusa en los comicios que llevaron a Trump a la Casa Blanca, destaca el NYT.
La noticia de las presiones de Trump sobre el mandatario australiano coinciden con el lanzamiento de un proceso de destitución contra Trump por una llamada similar en la que Trump felicitó en julio por su elección al nuevo presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y le amenazó con bloquear la ayuda militar estadounidense a Ucrania si no presionaba a la Fiscalía ucraniana para que investigara al hijo de uno de sus posibles rivales en las elecciones de 2020, Joe Biden.
Barr lanzó una revisión de la investigación de Mueller con el objetivo declarado de averiguar si algún miembro de las fuerzas de seguridad o los servicios secretos actuó de forma inapropiada al abrir una investigación sobre una posible conspiración entre la campaña de Trump y Rusia. El propio Trump ha afirmado abiertamente que el objetivo final es validar su victoria electoral y ajustar cuentas con los enemigos que tienen en lo que llama "Estado profundo".
La investigación de Mueller no encontró suficientes pruebas para establecer si Trump y su equipo de campaña estuvieron implicados en una conspiración criminal con Rusia pero no llega a una conclusión sobre si el mandatario había incurrido en un delito de obstrucción a la justicia. El documento de conclusiones fue tomado por Trump como su "total y completa exoneración".
En los 22 meses que duró el trabajo de Mueller, apuntó a Australia como elemento central en el origen de la investigación inicial del FBI, aunque el informe final no menciona a este país explícitamente.
Además, medios y comentaristas de la derecha afines a Trump han lanzado un contrarrelato que señala al predecesor de Trump, Barack Obama, por utilizar a los servicios secretos australianos para espiar la campaña de Trump y favorecer a Hillary Clinton.