Es uno de los modelos más importantes para la marca japonesa, sobre todo en nuestro mercado, en el que año tras año encabeza la lista de sus modelos más vendidos. Con más de 3,5 millones de unidades vendidas en todo el mundo desde su lanzamiento, Mazda renueva ahora por completo un modelo que, dentro de los conocidos como compactos, sigue manteniéndose como el de mayores dimensiones, aunque enmascaradas fruto de un diseño mucho más fluido y atractivo, inspirado claramente en su hermano mayor el Mazda6, y que le confiere una indiscutible personalidad. Resulta ligeramente más largo y ancho que la generación anterior, y también ligeramente más bajo, estrenando una nueva plataforma en la que destaca la mayor distancia entre ejes, seis centímetros más que antes, para rediseñar entre otras un interior que siempre le ha situado como uno de los más amplios compactos.
Y es que si por fuera evoluciona de forma muy notable, también lo hace por dentro, con un nuevo diseño del salpicadero, algo más sencillo en su configuración y con nuevos mandos para un manejo más cómodo e intuitivo de los mismos. Se ha retrasado ligeramente la posición del pilar A para lograr una postura de conducción algo más deportiva y ofrecer un capó alargado que marque la personalidad estética, manteniendo esas amplias proporciones interiores que siempre le han caracterizado. Los nuevos asientos delanteros, de estructura más sencilla y con respaldos más delgados, permiten ganar algún centímetro a las plazas traseras que, gracias a la amplia banqueta, logra que tres adultos se acomoden con cierta holgura, situándose entre los mejores en este sentido.
Una vez hechos a su nuevo interior, nos ponemos en marcha para adentrarnos por carreteras de todo tipo en las que descubrir a sus mandos que, gracias en parte a la mayor ligereza que exhibe ahora, unos 70 kilos menos que su antecesor, mantiene e incluso mejora sus cualidades dinámicas, con una dirección que transmite sobre el asfalto con precisión los movimientos de volante y lo hace además con rapidez suficiente para dotar al Mazda3 de una gran viveza en sus reacciones entre curvas. No es tan eficaz en este sentido como un Audi A3 o un BMW Serie 1, y está más en la ínea de modelos también nuevos o muy recientes como el Peugeot 308 o el Volkswagen Golf. Nada tiene que envidiar a este último en cuanto a confort de marcha y calidad de rodadura, sin duda uno de los aspectos más brillantes del Mazda3, heredados en buena parte del saber hacer de la marca en el desarrollo de la berlina Mazda6. Agradable en largos kilometrajes, da la sensación a sus mandos de estar viajando en un turismo de segmento superior.
Sobre todo si lo haces con las versiones con el motor de gasolina de 120 CV o el Diesel de 150, ambos perfectamente adaptados a este compacto. El pequeño 1.5 de 100 CV rinde bien, pero su refinamiento a bajo régimen no nos convence, con tirones entre marchas demasiado marcados. Aunque en Mazda apuestan por el primero de ellos como versión de más demanda, nos quedamos sin duda con el equilibrio del Diesel 2.2, con respuesta casi tan agradable a bajo régimen y una gran facilidad luego para moverse a alto ritmo. Eso sí, son casi 4.000 euros más a pagar que, sin duda, pueden hacer que la balanza en muchos casos acabe del lado del SKYACTIV de gasolina.
Y junto a la carrocería de cinco puertas, Mazda ha decidido también comercializar en nuestro mercado el Sedán de cuatro puertas, una carrocería no especialmente demandada en el segmento -de hecho Mazda prevé como mucho que represente apenas el 10 por ciento de ventas de la gama-, pero que dado el estilo dinámico y deportivo que exhibe -y sus casi 420 litros de maletero-, pueda llegar a seducir a algún cliente más que en el anterior modelo.
gama y precios desde
1.5 SKYACTIV-G 100 CV: 17.750 euros
2.0 SKYACTIV-G 120 CV: 20.600 euros
2.0 SKYACTIV-G 165 CV: 22.100 euros
2.2 SKYACTIV-D 150 CV: 24.100 euros
*Dto. adicional promocional de 1.900€
en gasolina y 2.900€ en Diesel