Aparición inesperada. Aplausos rebosantes. Emoción a raudales. Envidia y audiencia desatadas. Una canción sentida. Lágrimas felices. Y un beso apasionante. No, amigos, no hablamos de Sorpresa, sorpresa, Tengo una carta para ti o El diario de Patricia, programas felizmente desaparecidos. Los protagonistas de esta secuencia entre romántica y absurda son el futbolista Sergio Ramos y la periodista Pilar Rubio. Él apareció por sorpresa en El Hormiguero para dedicarle una canción a ella. Pablo Motos acompañó con la guitarra. Y un millón de adolescentes, calculo, se derritieron en su casa viendo el momento. Es cierto que Ramos desafinó bastante y que bajó al lodazal de la cursilería al llamar “diamante” a su pareja, pero no me negarán que fue el momentazo de la semana.
La entrevista a Rubio tampoco va a anidar en las retinas para siempre. De todo lo que dijo la presentadora, lo más jugoso televisivamente hablando fueron sus palabras sobre su salida de 'Sé lo que hicisteis'. Reconoció su sonoro fracaso en Operación Triunfo y alabó a Paolo Vasile. El todopoderoso italiano, capaz de renunciar a los premios de la Academia de Televisión y de merendarse un programa de actualidad sin explicación en la misma semana, tiene motivos para estar contento. Su modelo, por decir algo, de hacer televisión sigue triunfando. La entrevista en Sálvame Deluxe a Belén Esteban batió todos los récords. Ese programa es, por cierto, el más rentable de la caja tonta: cuesta 150.000 euros y recauda 1,3 millones cada viernes. Un dato para la reflexión.
Quien reflexiona y da motivos para reflexionar largamente es Mariló Montero. La presentadora de las mañanas en TVE nos ha regalado momentos gloriosos como ese en que hundió a Anne Igartiburu en directo o ese otro en que equiparó la tragedia del Madrid Arena a un montón en Sanfermines. En una entrevista a Vanity Fair la periodista navarra dice que “no soy yo quien genera debate, sino alguien que convierte mis palabras en trending topic”. La afirmación se contesta por sí misma. Pero es que entender a esta bella dama es más complicado que hacer una llamada a Atención al Cliente de Movistar. Irritante por incomprensible.
Aunque si ha habido algo poco comprensible en la televisión, ello es, sin duda, la emisión del programa Código emprende. Aún no he conocido a nadie que lo haya visto y este reality ya ha desaparecido de la parrilla. Juan Ramón Lucas, que era un tipo cojonudo en la radio, solo tiene otro cadáver más putrefacto en el armario: Estudio de actores. ¿Se acuerdan de aquel bodrio nacido a rebufo de Operación Triunfo y fulminado tras un par de entregas? Yo solo me acuerdo cuando estoy deprimido y quiero pensar que siempre hay cosas peores en la vida. Y ojito, Lucas amenaza con volver con el dichoso Código…
Y hablando de regresos peligrosos para la salud del televidente, resulta que este jueves vimos a seres como Melody, José Manuel Soto, Florentino Fernández y Los Chunguitos en la tercera temporada de Tu cara me suena. Tengo que reconocer, y perdónenme por haber pecado, que disfruté bastante viendo a esos rostros olvidados examinándose ante Mónica Naranjo y Marta Sánchez. Creo que por allí andaba también el presunto humorista Carlos Latre, aunque no estoy seguro. De hecho, no recuerdo quiénes eran los otros miembros del jurado. Pero pedirme que lo recuerde es demasiado injusto, entiéndanme.
Imagino que ya conocen el instante cutre de la semana. Se lo contamos aquí hace un par de días. Dos gladiadores de las tertulias en plena forma. Insultos, acusaciones de brocha gorda, modos chuscos, griterío y, para rematar la faena, uno se marcha del plató. Maravilloso. Para acabar, hablemos de cuestiones algo más edificantes, como el estreno abrumador de El tiempo entre costuras en Antena 3. Ya pronosticamos aquí que esta serie triunfaría. No hay mérito en la previsión. Porque es fácil que un producto bien hecho destaque entre tanta mierda.