Pere Rusiñol ha sido uno de los últimos periodistas a los que Jaume Roures ha llevado a los tribunales. Esta singular forma de censura ha sido recientemente reprobada por el Parlamento Europeo, que ha aprobado un informe que denuncia el abuso del recurso judicial para acallar las voces críticas en la prensa.
La juez del caso acordaba este jueves el sobreseimiento de la querella que el dueño de Mediapro presentó contra Rusiñol y éste lo celebró con la tranquilidad de quien, de momento, ha ganado la primera batalla judicial a alguien con mucho más dinero que él.
Rusiñol -Alternativas Económicas y Mongolia- conversó ese mismo día con este periódico y recordó que Roures le denunció por llamarle "estafador". Pero defendió su derecho a decírselo por la forma en la que "engañó" a los trabajadores del diario Público.
Pregunta: Se refirió usted a Jaume Roures como “estafador” y eso le metió en un 'lío' judicial...
Respuesta: Me referí obviamente en la acepción de la Real Academia Española de la Lengua en la que 'estafar’ es sinónimo de 'engañar'. Los antiguos trabajadores de Público tuvimos un procedimiento en el que nos sentimos engañados por un empresario que se decía de izquierdas, pero que nos aplicó las recetas más bestias, tanto desde el punto de vista del trato al trabajador como por los instrumentos jurídicos y mercantiles del 'capitalismo salvaje' que utilizó.
P: La justicia le ha dado la razón a usted...
R: Estoy muy satisfecho porque la jueza ha sabido apreciar el sentido de mis palabras, que tienen que ver con una de las acepciones perfectamente reconocidas en la RAE, que es la que hace referencia al engaño, como sinónimo de estafador. Los motivos por los que nos sentimos así los trabajadores están perfectamente acreditados en el procedimiento oficial.
P: Hagamos memoria porque creo que es útil. Hablemos del concurso de acreedores de Público...
R: Nosotros veníamos de un Expediente de Regulación Temporal del Empleo (ERTE) en el que aceptamos bajarnos el sueldo a cambio de garantizar la viabilidad de la empresa. En ERTE se contemplaban unas previsiones para el cierre del ejercicio que fueron mucho mejores finalmente, pero eso no fue óbice para que la empresa planteara un concurso de acreedores. Nunca olvidaré una asamblea en la que nos dijo que su patrimonio era de 0 euros. Fue la última vez que habló con nosotros tras la declaración del concurso.
P: Después, al FOGASA...
R: Nos envió a cobrar allí. Nos trató como a animales. Tuvimos que esperar dos años y pico para cobrar las indemnizaciones. Dejó a deber mucho dinero... 1,5 millones a Hacienda, 1 millón a la Seguridad Social, cuatro meses a los colaboradores, un mes y medio a los trabajadores... Según los papeles del concurso, hubo 20 millones de euros en facturas impagadas.
P: Él decía que no tenía dinero...
R: Pero es que nada más empezar el concurso descubrimos, para nuestro pasmo, que la matriz de las sociedades con las que operaba estaban en Holanda; y esas mismas sociedades tenían recursos más que suficientes para cerrar la empresa de una forma normal. De hecho, después de cerrar el diario utilizaron esas mismas sociedades para abrir un restaurante de lujo en Barcelona.
P: Y se hicieron con el control de la cabecera tras la liquidación...
R: Algunos trabajadores del periódico se organizaron en una cooperativa -de la que derivó el medio La Marea-, para intentar comprar Público en una subasta, pero su oferta fue inferior a 'la otra', la de los socios de Roures, que era de mucho dinero. Y el dinero fue el único criterio que aceptó el administrador concursal, que pretendía recaudar lo más posible en el proceso.
P: Los abogados de Roures le llegaron a decir a usted lo siguiente: “Sólo el señor Rusiñol se mantiene beligerante respecto a la conclusión del concurso de Mediapubli”. Observaron intenciones políticas en usted. ¿Por qué?
R: Sí, a ver, el concurso de acreedores lo intentamos impugnar bastantes trabajadores. El problema es que, claro, todo el mundo sale muy agotado de estos procesos, pues la ley concursal funciona de una forma que provoca desgaste en quienes impugnan. Yo recurrí a la segunda instancia en solitario y eso hizo que me atacaran. Consideraron 'inusual' que un trabajador pudiera mantener el proceso vivo llegado a ese punto. Pero bueno, te diré que el concurso nos permitió acceder a información que hasta entonces desconocíamos, como el importe exacto de la deuda de Público o que su matriz estaba en Países Bajos.
P: Usted trató de defenderse y le acusaron de tener 'motivaciones políticas'...
R: Y ojo, me deben dinero todavía, ¿eh? Fueron unos patrones que nos mandaron al FOGASA, no nos pagaron lo que nos debían, nos faltaron al respeto y, encima, hace poco, nos han denunciado.
P: Ha organizado usted un crowdfunding para sufragar los costes de su defensa...
R: Sí, yo lo he organizado así porque desde que cerró Público decidí, ante el cambio del ecosistema mediático y la forma en la que se había comportado Roures, crear una estructura mediática que dependiera de nosotros, sin intereses de terceros. Pero claro, el patrimonio de nuestras revistas es muy pequeño y sus recursos muy limitados. Así que una situación de este tipo te puede hacer papilla. Para los ricos pleitear es muy fácil, pero para nosotros es algo muy caro y arriesgado. Por eso, decidimos hacer una campaña en la que también queríamos que fuera partícipe el conjunto de la comunidad. Que nos acompañara un grupo de gente.
Para los ricos pleitear es muy fácil, pero para nosotros es algo muy caro y arriesgado
P: Defenderse contra el productor de El Buen Patrón...
R: Eso es. Pero, en este caso, no queremos que se dé la impresión de que es uno contra Roures, sino que apoye la causa más gente.
P: Los millonarios pleitean de forma muy sencilla. ¿Eso amenaza la libertad de información?
R: No hay ninguna duda de que es así. Estamos en el siglo XXI y la manera de limitar la libertad de información tradicional está muy mal vista. Me refiero a pedir despidos o a quitar a un medio la publicidad. Por eso, hay formas más sofisticadas, como la de mantener a los periodistas en tensión con demandas y querellas. Se trata de acojonarlos cada vez más.
P: Eso lleva a la autocensura, que es todavía más peligrosa que las presiones políticas y empresariales...
R: Así es. Y es normal que sea así porque, al final, todos necesitamos vivir de nuestro trabajo. Si esos ingresos se ven amenazados por las denuncias, como periodistas acabábamos autocensurándonos para evitar meternos en problemas. Cuando nuestro objetivo debe ser ése: meternos en líos. Fiscalizar el poder, al cual no le gusta que le fiscalicen. En fin, el mercado del periodismo cada vez está más destruido y eso también lleva a la autocensura. Si te despiden de un sitio, temes volver a encontrar un nuevo espacio para trabajar.
El mercado del periodismo cada vez está más destruido y eso también lleva a la autocensura
P: Prisa, usted trabajó allí y fue muy crítico con la gestión de Juan Luis Cebrián y la entrada de fondos de inversión y empresas del Ibex 35 en su accionariado. ¿Debieron dejar quebrar a la empresa?
R: Hombre, yo creo que no porque siempre hay periodistas que incluso en condiciones muy adversas hacen bien su trabajo y tratan de encontrar las rendijas necesarias para poder hacer buena información. De hecho, ahora mismo en Prisa ahora se dan determinadas circunstancias que le hacen susceptible de mejorar.
P: Fue una época compleja la crisis de 2008...
R: Es que los grandes medios, en términos estrictamente financieros, podían haber decidido su cierre porque estaban casi quebrados. Pero ahí el poder financiero salió al rescate y entre clausurar el negocio o sobrevivir con determinadas dependencias, hicieron lo segundo. Es una lástima cuando el cuarto poder es comprado por el poder. Pero bueno, aun así, hay compañeros que creo que han hecho un buen trabajo.