Hay diferentes formas de hacer el ridículo en televisión. Algunos, los más repugnantes, lo hacen con su mera presencia. Unos pocos, los más inaguantables, lo hacen con sus acciones en alguno de esos programas deplorables que luego comentaremos. Y otros, los más sorprendentes, lo hacen con sus palabras. En este último caso no estamos necesariamente ante personajes nefandos de esos que enlodan la pantalla con cualquiera de sus comentarios abominables, sino que se trata de tipos, más o menos inteligentes, que desbarran en el curso de una conversación, sea por accidente o por ignorancia o por haber consumido demasiadas sustancias peligrosas.
Esto último (el desbarre con las palabras, no el consumo de sustancias) es lo que le ocurrió el otro día a Beatriz Montañez durante su ya célebre discusión frente a Bertín Osborne. La expresentadora de El Intermedio hizo el ridículo. Su defensa a ultranza de "la democracia venezolana" despertaría las carcajadas del propio Pablo Iglesias. A la periodista le ocurrió eso que a todos nos ha pasado a veces durante las discusiones. Sea por lo que sea, empiezas a defender algo. Utilizas los argumentos más peregrinos. El oponente dialéctico te supera irremediablemente, sea por su retórica o por su razonamiento. Presa del nerviosismo, cometes errores imperdonables, como conjugar el verbo transgiversar. Ya has perdido y te quedan dos opciones: reconocer la derrota y rectificar con nobleza o, por el contrario, insistir en tu argumentación aunque ni tú mismo estés ya convencido de lo que dices.
El problema de la segunda opción, la que eligió Montañez, es que te retratas (la voz temblorosa, la saliva que se seca, los ojos parpadeantes, el sudor que te anega) y, si el enemigo es listo y opta por utilizar el humor, la derrota acaba siendo estrepitosa y humillante. Sería demasiado prolijo y aburrido entrar en el fondo de la cuestión, pero no me negarán que la copresentadora de Hable con ellas recibió una lección inolvidable por parte de ese galán eterno y ranchero que es Osborne. ¿Tenía más razón Bertín que Beatriz? Seguramente esto es discutible, aunque lo indiscutible y cristalino es que Montáñez también desbarró al afirmar que "me gustaría que Pablo viera esto, que lo dudo". O sea, cabe deducir que la propia periodista considera que su programa es infumable.
El programa 'Ex' va de excompañeros sentimentales, divorciados o separados, que acuden a la televisión a mostrar sus vergüenzas pasadas, presentes y futuras, con la excusa de que compiten para lograr un dinero destinado a sus retoños
Aunque si hablamos de productos infumables, una vez más Telecinco, la cadena edificante, tiene algo peor. ¿Han visto ustedes esa bazofia llamada Ex, ¿qué harías por tus hijos?, conducido por Emma García? El asunto va de excompañeros sentimentales, divorciados o separados, que acuden a la televisión a mostrar sus vergüenzas pasadas, presentes y futuras, con la excusa de que compiten para lograr un dinero destinado a sus retoños. Orgásmico. Aunque sea triste, en su primera edición este engendro ganó en audiencia al resto. Pero en la cadena de Mediaset, no contentos con ello, se les ha ocurrido intentar un mayor liderazgo. Y, con este propósito, han fichado como comentaristas a Rosa Benito y Bárbara Rey.
La cuñada de Rocío Jurado es ya la estrella oficial de Telecinco, la sustituta de Belén Esteban en el trono de la prensa rosa. La buena de Benito es humana, aunque ustedes lo duden, y claro, tanto jugar con las intimidades tiene sus consecuencias. Y resulta que esta semana en el inefable Sálvame ella, la nueva reina, la gran estrella, la mujer que rompe los audímetros, sufrió un desmayo porque en el espacio se iba a informar sobre el estado de la vivienda donde reside, ha residido o residirá, qué importa eso, su expareja Amador Mohedano. Vean, vean ustedes a Jorge Javier Vázquez tratando de explicar lo sucedido, la Esteban sufriendo, Mila Ximénez llorando...
Para concluir, queda analizar, si es que es posible, qué está ocurriendo en Televisión Española (TVE). En la misma semana en que se ha largado el director se ha desatado una guerra interna con tintes surrealistas entre el director de Informativos, Julio Somoano, y sus subordinados. Primero el consejo de Informativos denunció una serie de prácticas antiperiodísticas por parte del encargado de los Telediarios. Después éste arremetió contra los miembros del mencionado órgano independiente de la tele pública burlándose de la escasa audiencia de un programa en que trabajan. Y, como colofón, se vivió una rebelión en toda regla de estos contra Somoano, en forma de protesta en un plató de Torrespaña.
Y esto ocurre mientras un sector del partido gobernante se queja de que el propio Somoano es demasiado blando (o sea, rojo) en sus noticiarios, el consejo de Administración no se pone de acuerdo para arreglar la crítica situación económica, el Gobierno rescata a la Corporación con 130 millones de euros y el presidente, Leopoldo González-Echenique tiene cita para declarar en la Audiencia Nacional, entre otros muchos problemas. Para volverse locos, ¿no?