Las elecciones madrileñas se presentaron como un plebiscito entre libertad y comunismo y, casualmente, tras la derrota del comunismo, un misil del Partido Comunista Chino va a caer mañana sobre Madrid según Antena 3.
A mí esto me parece mucha casualidad, y entiendo algo de misiles perdidos. El cohete llega a la capital justo cuando Ayuso ha arrasado en unas elecciones que han sido una escabechina: Gabilondo ha acabado en el hospital, Ciudadanos en la UCI y Pablo Iglesias presentando La Tuerka.
El líder morado deja la política cansado de que pijos ociosos se pasen el día aporreando cacerolas con palos de golf en la puerta de su chalet, y tras haber fracasado ante su rival político, Más Madrid, una versión light y sin gluten de Podemos. Pablo Iglesias anunció su marcha explicando que había que feminizar el partido, y lo hizo delante de Isa Serra, la candidata a la que apartó para ponerse él mismo a los mandos en el momento crítico.
Esta semana ha servido para desmentir algunas profecías de la campaña como que íbamos a ver una caravana de gays huyendo a Valencia o que Ayuso iba a proclamar el IV Reich, y para superar por fin las elecciones madrileñas.
Ahora se habla de si hay que cobrar por circular en todas las carreteras o sobre cómo gestionarán las comunidades las restricciones sin estado de alarma. Sobre lo primero quiero recordar que la sociedad ya normalizó la línea azul, es decir, que el Estado te cobre por aparcar en la calle.
Sobre lo segundo, aunque sé que Pedro Sánchez se ha negado en rotundo a prorrogar el estado de alarma, creo que si mañana termina cayendo un cohete chino de 50 metros en la Puerta del Sol, debería al menos replanteárselo.
El repaso tuiteril a la semana debe arranca con las elecciones, claro está.
En el resto de actualidad semanal, se ha hablado de la derrota del Madrid, de las curiosas performances de las protestas de Colombia y del siempre necesario colectivo de activistas sociales que ahora ha descubierto que el beso que le dieron a Cenicienta podría no haber sido consentido.