El trágico accidente que ha sufrido Bobbi Kristina Brown, la hija de la desaparecida Whitney Houston y el cantante Bobby Brown, nos ha hecho reflexionar acerca del impacto de la fama en los hijos de las celebrities. Nacer en el seno de uno de los matrimonios más populares del momento -y también uno de los más conflictivos-, sin duda, ha marcado la vida de Bobbi Kristina, que ha terminado reproduciendo, uno por uno, los errores que cometió su madre. ¿Cómo es posible que, habiéndolo visto desde niña, no aprendiera la lección antes de que fuese demasiado tarde? Tal vez ahí reside el problema, que los estragos de la fama se ceban en aquellos que son más vulnerables.
Evidentemente, no todos los hijos de famosos acaban pasando por los mismos trances -tan sólo tenemos que echar un vistazo a los retoños de Hollywood, que aprovechan la fama de sus padres y llegan a duplicarla sin demasiado esfuerzo-. Aun así, las historias sobre celebrities que han sufrido en sus propias carnes el exceso de fama de sus padres es cada vez más habitual. Seguro que recuerdan más de un caso, pero repasemos los que más páginas de crónica social han generado:
Bobbi Kristina Brown
El accidente fatal que ha sufrido la hija de Whitney Houston y Bobby Brown no ha sorprendido a nadie. La joven de tan sólo 21 años llevaba mucho tiempo siendo víctima de su adicción al alcohol y a las drogas, una situación que había vivido desde su nacimiento. La infancia de Bobbi Kristina estuvo marcada por los excesos de sus padres con las drogas, la violencia en el matrimonio y la sobreexposición pública -siendo una niña, ya subió con su madre a los escenarios a hacerle los coros-. No obstante, el punto de inflexión fue la muerte de Whitney Houston. La joven no pudo asimilarla y entró en una huida hacia adelante que la llevó hasta el accidente que conocimos hace pocos días.
Christina Crawford
La hija adoptiva de la actriz Joan Crawford es, posiblemente, el ejemplo más evidente de famosos traumatizados por sus padres. Christina Crawford fue víctima del carácter autoritario y del alcoholismo de su madre, que, según cuenta, le hizo la vida imposible. Tal fue el control que ejerció sobre su hija, que la propia Joan acabó 'sustituyéndola' en un papel en televisión, pese a que ya pasaba de los 60 y su hija tenía tan sólo 24. La actriz acabó desheredándola y Christina se despachó a gusto en un libro de memorias, Queridísima mamá, que fue llevado a la gran pantalla con Faye Dunaway como Joan Crawford.
Frances Bean Cobain
Ser hija de Kurt Cobain y de Courtney Love es algo difícil de superar. Frances Bean perdió a su padre cuando tan sólo tenía dos años y pasó una infancia complicadísima al lado de su madre, que terminó perdiendo la custodia de la pequeña por su adicción a las drogas. Y pese a las dificultades, muy sensata ha salido Frances Bean. La joven ha sido modelo, artista, ha hecho sus pinitos en el cine y ha conseguido hasta reconciliarse con su madre. Eso sí, no le han faltado las polémicas, sobre todo en twitter -incluso con su propia madre, a la que pidió que expulsaran de la red social-. Y si sólo se queda ahí, puede darse con un canto en los dientes.
Miley Cyrus
La combinación de padres famosos y estrella adolescente nunca suele salir bien. Miley Cyrus se convirtió en un ídolo internacional cuando era tan sólo una niña, aconsejada y empujada por su propio padre, el cantante Billy Ray Cyrus, que vio en su hija un negocio perfecto. Bajo la estela de Hannah Montana, la cantante recorrió medio mundo, hizo mil y un conciertos y se agotó tanto del personaje que necesitó deshacerse de él y dedicarse a la vida más rebelde. Miley llegó a la adolescencia, rompió con su padre y se lanzó con los brazos abiertos a la piscina de la polémica. Noches de fiesta, drogas, alcohol, twerking y exhibicionismo, todo bajo el atento reproche de Billy Ray, nada conforme con la vida que lleva su hija -la madre, por otra parte, está encantada-. ¿Es culpa de la fama? ¿De su padre? ¿De todo un poco? No lo sabremos nunca.
Tatum O'Neal
La hija del actor Ryan O'Neal culpó a su padre de casi todos sus problemas en una biografía. Tatum O'Neal saltó a la fama como la actriz más joven en ganar un Oscar a la mejor actriz de reparto -tenía 10 años y fue por la película Lunas de papel-. A partir de entonces, llegó su infierno. Tatum reconoció haber sufrido abusos físicos y psicológicos por parte de su padre, a quien atribuyó también su adicción a las drogas. Su padre negó todas las acusaciones y, tras veinticinco años sin hablarse, acabaron reconciliándose en televisión. O eso nos quisieron hacer creer.
Carrie Fisher
Por mucho que para la historia del cine Carrie Fisher siempre será la princesa Leia, ya desde su nacimiento estaba predestinada a ser una estrella. Hija de la actriz Debbie Reynolds y del cantante Eddie Fisher, su infancia estuvo marcada por el divorcio de sus padres -Fisher dejó a Reynolds para casarse con su íntima amiga Elizabeth Taylor- y la presión que ejerció su madre para que triunfara como actriz. Tras el éxito de La guerra de las galaxias, la actriz cayó en las drogas y fue absorbida por la fama -tan sólo quería que terminara la saga y desaparecer, declaró en sus memorias-. De haber sabido que iba a proporcionarle tanto sufrimiento, hubiese rechazado el papel de princesa Leia.
Liza Minnelli
Los hijos, en muchas ocasiones, acaban repitiendo los errores de sus padres, aún sin quererlo. Liza Minnelli, hija del director Vincent Minnelli y de la actriz Judy Garland, ha ido reproduciendo los traspiés de su madre a lo largo de su vida. La actriz ha reconocido sus problemas con el alcohol, los medicamentos y las drogas, su mala suerte en el terreno sentimental y su dificultad a la hora de cumplir con su carrera profesional. Y eso que Liza vivió el declive de su madre, así como su muerte por sobredosis de barbitúricos. Pero, como le ha pasado a Bobbi Kristina Brown, ni así consiguió evitar caer en la tentación.