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¿Qué fue de los sex symbols de los 90?

Los 90 siempre amenazan con volver. El chándal, las bombers, los colores flúor y la música tecno desaparecieron durante una década y acabaron regresando con más fuerza. Pero, ¿y los sex symbols? Algunos han conseguido mantenerse a lo largo del tiempo, como Leonardo DiCaprio o Brad Pitt, pero otros no han tenido tanta suerte. Hoy repasamos cuatro estrellas que brillaron con luz propia durante la década de los 90 y que desaparecieron tan rápido como llegaron. La fugacidad de la fama.

  • Jason Priestley en el Festival de Cine de Sidney de 2012 (Gtresonline).

Alicia Silverstone

Aunque Alicia Silverstone hizo su primera aparición en la pantalla en la serie Aquellos maravillosos años, donde interpretaba a una de las chicas soñadas por el protagonista, su fama empezó con la malvada Adrienne de Veneno en la piel, una adolescente que trata de destruir la vida de un periodista tras haberse negado a mantener relaciones sexuales con ella. Silverstone, que contaba con 15 años, ganó dos premios de la MTV a mejor villana y mejor actriz revelación por ese papel. Luego llegaron los videoclips de Aerosmith -junto a una desconocida Liv Tyler, hija secreta del cantante- y Fuera de onda -a la vez retrato generacional de los 90 y clásico de las películas de instituto-. Silverstone se convirtió en la chica de moda y Columbia le ofreció un millonario contrato en exclusiva para tres años.

Produjo su primera película, Exceso de equipaje, y se enfundó el traje de cuero para interpretar a Batgirl en Batman y Robin. Las críticas de la película fueran malas en general, pero se cebaron con el trabajo de Silverstone, que además ganó un Razzie a la peor actriz secundaria. En cuestión de dos años pasó de ser la chica mimada a veneno para la taquilla. Probó suerte en la televisión sin éxito y acabó refugiándose en las películas para televisión. Con el tiempo, se convirtió en una defensora de los derechos de los animales y en una vegana convencida. Actualmente se dedica a escribir libros sobre comida vegana y a cuidar de sus hijos, no sin polémicas de por medio -en 2012 recibió muchas críticas al subir un vídeo donde se veía como alimentaba a su hijo masticándole primero la comida-.

Elisabeth Shue

La americana Elisabeth Shue llegó al cine por todo lo alto, coprotagonizando The Karate Kid. Luego llegaron Aventuras en la gran ciudad, Cocktail con Tom Cruise, la saga Regreso al futuro sustituyendo a Claudia Wells como novia de Michael J. Fox, Ellas siempre dicen sí y Escándalo en el plató. Shue personificaba a la rubia guapa, sensible y un poco payasa que hacía las delicias del público -sobre todo masculino-. Pero ella quería más. Abandonó sus papeles amables para interpretar a una prostituta en Leaving Las Vegas y se ganó una nominación a los Oscar.

La industria del cine empezó a tomarla más en serio y en los años siguientes encadenó varias películas, desde Desmontando a Harry de Woody Allen, hasta taquillazos como El santo o El hombre sin sombra. Pero con la llegada de los 2000, Shue desapareció. Durante casi una década, tan solo hizo papeles anecdóticos, llegando incluso a producir la película Gracie, dirigida por su marido Davis Guggenheim, que pasó bastante desapercibida. En 2010 volvió a ser noticia gracias al éxito de Piraña 3D y participó en tres obras de teatro junto a Jennifer Lawrence, Gerard Butler y Meryl Streep. Actualmente podemos verla en C.S.I., donde se incorporó como personaje habitual en 2012.

Luke Perry

Si hay una serie que simboliza los 90 en toda su extensión, esa es Beverly Hills 902010 -Sensación de vivir para nosotros-. Un grupo de jóvenes ríen, sufren y aman, mientras sus padres gastan miles de euros en su educación, su ropa y sus enormes mansiones. La serie se convirtió rápidamente en un éxito -estuvo 10 años en antena- y sus protagonistas, sobre todo los masculinos, en auténticas estrellas. Luke Perry interpretaba a Dylan, una especie de James Dean que enamoraba a todas las chicas -en un principio, acudió al casting para el papel de Steve, el deportista, pero por razones evidentes no consiguió el papel-. Perry se mantuvo en la serie durante 5 años, hasta que en 1995, viendo que su popularidad era imparable, la dejó para centrarse en papeles más maduros. El problema es que el cine no le recibió con los abrazos tan abiertos como la tele y tres años más tarde acabó volviendo a Sensación de vivir con el rabo entre las piernas.

Desde entonces, no ha parado de trabajar, aunque en papeles pequeños de películas para la televisión o en series que no han triunfado como se esperaba. También ha aparecido interpretándose a sí mismo en Los Simpson y Padre de familia, donde demandaba a Peter Griffin por difundir el rumor de que era gay. “Voy a estar unido a Dylan hasta que me muera, pero es lógico, yo le creé, es mío” ha declarado el actor.

Jason Priestley

Junto a Dylan, el otro personaje de Sensación de vivir que adquirió más popularidad fue Brandon. Las fans adoraban al chico bueno de ojos azules. Jason Priestley ya había participado en un par de series antes de incorporarse al reparto de Sensación de vivir. Se mantuvo en la serie hasta su novena temporada y aprovechó para explotar la faceta que más trabajo le ha proporcionado posteriormente, la de director -dirigió 19 capítulos y se convirtió en productor de la serie, incluso después de abandonarla-.

Como le ocurrió a Perry, creyó que la popularidad que le había otorgado el personaje de Sensación de vivir le iba a abrir las puertas del cine, pero no fue así. Participó en varias películas -todas terriblemente olvidables- y terminó convirtiéndose en un habitual de las series de televisión -le hemos visto en C.S.I., Me llamo Earl, Padre de Familia, Médium y un largo etcétera-. En 2010 consiguió un éxito relativo con la serie Call me Fitz. También ha coqueteado con el teatro y dirigió una película independiente en 2013, Cas & Dylan. Y si todo esto les ha parecido interesantísimo, acaba de publicar su autobiografía, Jason Priestley: a memoir, que pueden adquirir por tan solo 20 dólares en Amazon. ¿Tanto tendrá que contar?

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