Opinión

Crisis generacional y sector editorial

Como saben, España está en la fase de crisis o última del ciclo generacional y cada ciclo está denominado por un orden y por el pensamiento de una Era, también llamado zeitgeist, que, lógicamente,

Como saben, España está en la fase de crisis o última del ciclo generacional y cada ciclo está denominado por un orden y por el pensamiento de una Era, también llamado zeitgeist, que, lógicamente, cambiarán con el cambio de ciclo. Tanto el orden y como el zeitgeist  son alimentados y promocionados por la industria cultural de la que forma parte el sector editorial y, dentro de él, de forma muy importante, el ensayo y la literatura. Dada la complejidad del tema, hoy nos centraremos brevemente en lo último, un pilar cultural cuya degeneración exige un revulsivo.

Tertsch y el orden actual

Como recordarán, Tertsch fue recientemente condenado por su artículo sobre el abuelo de Pablo Iglesias, tema sobre el que le entrevistó este medio. En dicha entrevista concluía el emporio mediático y editorial PRISA, trabaja para la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Visto con nuestros ojos, el caso demuestra un orden que se defiende así mismo y, si el Franquismo ayudó al abuelo de Iglesias, como contó Tertsch, es normal que sus herederos vuelvan a ayudarse entre sí, ¿no? Además, debemos señalar, que según se agudice la crisis, serán más violentos y que los 12.000 euros de sanción a Tertsch son solo un adelanto de una censura que irá a más.

El cambio de orden que traiga el nuevo ciclo generacional no vendrá civilizadamente, pues el sector cultural está dominado por neocomunistas y "progresistas", no de Progreso, como han querido vender, sino de llevarnos poco a poco, progresivamente, donde los neocomunistas quieren llegar expeditivamente; hablamos de una ideología violenta y sectaria, como vimos en "De la casta a la secta". 

El trabajo de estas termitas de la Cultura recuerda a la Francia de los 30's, donde los comunistas tuvieron que ser prohibidos por su alianza con los nazis, pero cuyo trabajo ya estaba hecho, como se vio cuando colapsó Francia. Así las cosas, es difícil no pensar que nos odian y preguntarse: ¿Acaso están hoy aliados con algún supremacismo hispanófobo interior y/o exterior? ¿Ustedes qué creen? ¿Qué efectos tiene eso?

Termitas y demanda genérica

La demanda genérica sería leer (en general) y la específica leer géneros (historia, novelas, ensayo, ciencia, etc.) o subgéneros (historia militar, novela romántica, etc.) y uno de nuestros problemas es que, ante la evidencia de tanta deshonestidad y manipulación cultural, se ha dañado la demanda genérica, pues la característica distintiva del sector editorial es la mentira; podría ser la calidad, por los fondos editoriales, sus profesionales, tecnología, talentos disponibles, etc., pero no, manda la ideología. Se ha utilizado tanto al sector para adoctrinar (como a la tv, escuelas, universidades, etc.), colocar amigos y correligionarios, vender motos, hagiografías, etc., que, un país que ya leía comparativamente poco, ha terminado leyendo menos. Toda una desgracia, porque los nuevos talentos (no solo culturales) no pueden prosperar si no se lee y la Cultura va, en términos generales, al pairo, sin criterio, sospechando de todo. Súmenle al daño en la demanda genérica el cambio tecnológico y la producción del sector es de pena.

L. R.

Premio a la corrupción

Por si fuera poco, en España se da un fenómeno singular: los premios literarios por concurso amañados, farsa circense a la que se unen animosamente público, domadores y fieras en un espectáculo de hipocresía de lo más abyecta. Pienso ahora en todos los que ingenuamente envían su trabajo a esas competiciones amañadas, como un joven talento al que conozco que, animado a escribir su segunda novela por su ex agente, pasa dos años investigando la historia de una ciudad y, para su desgracia, van y crean un premio de "concurso" en la misma: "sabes qué, tu trabajo es excelente pero no lo publicará nadie"; tras lo cual dejó de escribir, claro. 

Si no recuerdo mal, en este circo tramposo incluso hubo el caso de un "galardonado" cuya obra se la escribió un "negro" que plagió a un ingenuo que mandó su manuscrito a uno de estos concursos amañados. Y todo sigue "igual", como si nada; así que cada vez se lee menos y se piratea más, que esa es otra. Resultado: una espiral perversa de menos talentos, concentración de autores, menos demanda genérica y menos empleo.

Ejemplos y oficios

El sector es un universo de oficios y productos (inabarcable aquí) que requiere volumen de ventas. Por ejemplo, es muy difícil que un crítico generalista vea que una obra da el contrapunto a Julio Verne, ya que eso lo ve la crítica especializada y objetiva, cosa difícil dado el estado de la demanda genérica y de los grandes medios de comunicación (y propaganda); no digamos si ese crítico lo que busca es demostrar al Establishment cultural que es un adepto animoso del zeitgeist establecido. O pensemos en los correctores, en cómo pulen las obras y, por seguir con el mismo ejemplo, si en la primera publicación de Julio Verne los hubieran utilizado, no habría salido con tantos fallos, aunque luego se coticen más. Dos oficios de muchos, que, dada la caída en las plantillas (30% desde 2004), podrían estar disponibles para revolucionar el sector y detener la espiral descendente de nuestra Cultura.

L. R.

Revolucionistas

Que es un palabro que utilizo para nombrar a los agentes que nos liberan pacíficamente de situaciones perversas enquistadas, como hizo Julio Verne en la Francia atrasada científicamente respecto a Alemania. ¿Se podría hacer algo parecido en España? A ver qué les parece la siguiente posibilidad.

Necesitaríamos un escritor de éxito, valiente (esto es lo difícil), que mande al Establishment editorial y cultural a la porra y que pueda aguantar su boicot, o sea,  que haya ganado muchos millones de euros con sus obras. Tendría que auto publicarse y ahí tiene a Amazon, donde ganará más y sabrá lo que vende realmente (no como ahora) Luego necesitaría un acuerdo con una editorial pequeña, que las hay con problemas, que le haga de plataforma comercial, corrección del texto, etc. y que atienda al "mercado no Amazon", a ese distribuidor (otro oficio) querido y fundamental: las librerías. Es más, que no publique en formato digital pues, tan pronto lo haces (comprobado personalmente), aparecen los robots del spam para pillar direcciones e-mail y piratear industrialmente; ya sé que el formato es importante (¿Para quién?) pero los  best sellers  no lo necesitan.

¿Tenemos alguno así, valiente y con las alforjas llenas? Pues sí. Es más, tenemos dos tolerados por las termitas dada su rentabilidad; me refiero a Pérez Reverte y a Vázquez Figueroa, que ya hace algo pero a muy pequeña escala. Ambos cumplen las condiciones sobradamente. ¿O no? ¿Se atreverán a hacerlo? Ya sé que hay contratos (otra ciénaga del sector), pero hay formas de rescindirlos que incluso publicitarán la rebelión necesaria; también sé que no se arregla nuestro desaguisado Cultural solo con eso, pero por alguno lado hay que empezar y, dinamitar ese pilar de un edificio infecto, me parece una forma excelente de empezar a demolerlo. ¿No creen?

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli